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domingo, 5 mayo, 2024
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Los ancianos y el desarrollo de la sociedad (3). Una vejez feliz y gratificante ¿Origen y destino?

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte • admin-zenda • Admin •

En la búsqueda de alternativas para mejorar la calidad de vida de las personas de más de sesenta años se deben contemplar varios puntos de análisis que a groso modo conducen a la elaboración de un diagnóstico general sobre las circunstancias que afectan a una buena parte de este sector de la población; aunque hoy día es notorio que una parte sustancial de los adultos mayores goza de una excelente salud, una gran imaginación creativa y una serie de hábitos sanos que abonan en una condición cercana a la excelencia.

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Análisis Diagnóstico.

Día con día las facultades físicas se van quebrantando. Es lamentable constatar cómo, en la mayoría de los casos, se observa un deterioro en los sentidos: la vista y el oído son los principales indicadores de la capacidad de respuesta ante el mundo exterior. A medida que transcurren los años, ya sea por causas naturales, por accidentes o por haber desempeñado tareas complejas a lo largo de la vida, disminuye la capacidad para percibir y responder ante los estímulos del entorno; circunstancias que aíslan de la realidad completa del mundo exterior a quienes lo padecen y suelen generar molestia a sí mismos y a quienes conviven con ellos. La pérdida paulatina de los sentidos del gusto y el olfato, además de que las facultades físicas del organismo comienzan a desvanecerse, por lo que el cuerpo se vuelve más lento en sus evoluciones y empiezan a aparecer torpezas físicas y falta de equilibrio, lo que propicia un incremento en algunos tipos de accidentes, desde derramar un vaso hasta tropezones o desvanecimientos que culminan en golpes dolorosos que suelen provocar esguinces, fisuras o fracturas, cambiando la calidad de vida de quien lo sufre.

Cuando las personas envejecen, tienden a ser menos solicitados y por lo mismo son menos “rentables” en el ámbito laboral y, salvo que se cuente con una pensión por jubilación o por haber disfrutado el privilegio de acumular una buena cantidad para el retiro; los ingresos necesarios para solventar una vida digna son cada vez más difíciles de lograr.

Además, sin que haya sido tomado un acuerdo tácito al respecto, su autoridad es prácticamente tomada por asalto por las generaciones emergentes. En el mundo laboral impera la hiperactividad de los jóvenes y es común observar que personas mayores de cuarenta años sin un empleo fijo y protegido por un contrato colectivo de trabajo, tiendan a ingresar en el mundo del desempleo, el sub empleo o el autoempleo, con una serie de consecuencias que tienden hacia lo negativo y pasan a formar parte de las ingratas estadísticas que tienen que ver con la población económicamente activa. Este fenómeno se comparte al interior de los núcleos familiares y comunitarios y en la toma de decisiones en asuntos que competen y afectan a toda la población en general.

Los puntos antes mencionados, tienden a dejar sin efecto las cualidades principales de quienes superan la barrera de las seis décadas, que puede manifestarse en conocimientos y sabiduría y que es transmisible económica y prácticamente a las nuevas generaciones; mientras la difusión diversa que van desde manuales, tutoriales, libros, videos y otra serie de ostentaciones que se dan a través del hiperdesarrollo de la tecnología, pretenden y logran hacer que parezcan poca cosa los consejos y guías que los ancianos pueden aportar al desarrollo armónico de la sociedad.

Ante estas desventajosas circunstancias, a los “abuelos” solamente les resta, paradójicamente, renovarse o morir, literal y metafóricamente. ¿Qué hacer para no morir de obscuridad? Pues lo mismo que se hace cuando se es joven: desarrollar nuevas aptitudes o fortalecer las que ya se tienen y mantener una actitud positiva ante el mundo en que viven. La principal tarea es lograr que los mismos protagonistas de este drama social se organicen para desarrollar tareas que impliquen apoyarse entre sí, desplegando acciones colectivas que ayuden a solventar aspectos económicos, afectivos, educativos, culturales y de convivencia sana y productiva. Este intento se hace desde las diferentes instancias de gobierno, pero su alcance es limitado. Lo ideal sería que personas mayores se organicen entre sí para el libre ejercicio y desarrollo de sus facultades físicas, intelectuales y creativas. Algo parecido a la formación de clubes de conocimiento donde sus protagonistas sean sus mismos gestores. De esta forma, no solo se generarán centros de auto protección y perfeccionamiento, sino que la humanidad estará recibiendo la plusvalía de esta forma de aprovechar la plenitud de una generación que lo ha vivido casi todo… y sigue.

La alternativa final más importante para resistir al fenómeno del deshecho, es recuperar la certidumbre de que, si hay un deterioro en la estructura biológica del cuerpo, existen muchos factores con que se puede compensar y, mejor aún, sacar ventaja de ello a través de soluciones prácticas que pueden hacerse del conocimiento general e incorporarlas a las formas de convivencia con personas de cualquier edad y hacer de la supervivencia una tarea gratificante y enriquecedora: llegar a una vejez rodeada de felicidad y no morir en el intento. ■

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Celular 492 109 4668.

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