19.2 C
Zacatecas
sábado, 4 mayo, 2024
spot_img

Guillermo Arriaga. “La esperanza humana radica en lo indestructible del espíritu humano”

Más Leídas

- Publicidad -

Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

La Gualdra 290 / Cine y Literatura

- Publicidad -

Guillermo Arriaga es un escritor mexicano, nacido en 1958 en la Ciudad de México. Es reconocido principalmente por su trabajo realizado en el cine como guionista, productor y director, pero es también un narrador nato que lo mismo ha escrito cuento y teatro que novela. De su autoría son los guiones cinematográficos de las películas Amores perros, 21 gramos, Babel, Los tres entierros de Melquiades Estrada y The Burning Plain; ha publicado además los libros Escuadrón Guillotina (1991), Un dulce olor a muerte (1994), El búfalo de la noche (1999), Retorno 201 (cuento, 2006), y El salvaje (2016). Guillermo Arriaga estuvo en Zacatecas para dictar una conferencia sobre la migración y para presentar su más reciente libro durante el Festival Cultural Zacatecas 2017.

Nos reunimos con él e iniciamos hablando sobre la tendencia a la sobre-especialización, pero también nos permitió abordar otros aspectos de su trabajo creativo. Aprovechamos la generosidad de Arriaga, quien nos permitió hacer la entrevista en el foro principal del Teatro Fernando Calderón, justo al terminar su conferencia.

 

Jánea Estrada Lazarín: ¿Cuál es tu experiencia artística desde la multiculturalidad?

Guillermo Arriaga: Uno de los grandes vicios del mundo contemporáneo es la especialización. Creo que la especialización ha roto el anhelo; creo también que es terrible que la gente se quiera especializar demasiado; incluso hay artistas que ahora se quieren especializar en una sola cosa; yo creo que al contrario, lo que quiere un artista es tener cuantas opciones sean posibles para poder expresar y manifestar lo que tiene que decir.

 

JEL: Tú mismo promueves diferentes modos de narrar… Además del cine, hay que decir que tu primera publicación fue un libro de cuentos y de ahí pasaste a la novela…

GA: Yo desde chico quise ser escritor. Escribí una obra de teatro a los 14 años, luego empecé a trabajar como escritor en Mi Periodiquito de Novedades, escribía cuentos para niños –tenía yo 18 o 19 años, me pagaban, fue la primera vez que me pagaron como escritor-. Después escribí dos libros de cuentos que no publiqué y luego Retorno 201, que escribí entre los 23 y los 27 años; casi todos los cuentos están escritos en esa época. De ahí, muy influenciado por la Revolución Mexicana, porque estudié la Maestría en Historia Política, y no me aceptaron la tesis –yo tenía la idea de que más que la verdad histórica era importante reflexionar sobre el mito-; entonces leí muchísimo sobre Revolución Mexicana, los novelistas de la revolución me influyeron mucho y escribí Escuadrón guillotina.

JEL: ¿No presentaste entonces la tesis porque no te aprobaron el tema?

GA: No se aceptó el tema, entonces escribí Escuadrón guillotina como una forma de venganza a mis cuadrados colegas y maestros; que si no tenía yo documentación tal tal… que sí la tenía… Aproveché y escribí una historia de ficción, la historia de la guillotina en la Revolución Mexicana, que no hubo tal, pero le di un barniz documental por así decirlo.

 

JEL: Yo veo una recurrencia de ciertos temas en tus películas, que es lo que la mayor parte de la gente conoce, como el tema de la violencia. ¿Cómo se puede explicar el presente mexicano a partir de los procesos de violencia que ha vivido? Tú que eres historiador…

GA: Mira, yo te puedo hablar en términos de escritor, sólo de la experiencia personal; porque en el momento de que tratas de ser académico, o periodista o político… para mí se corrompe de alguna manera el trabajo de creación. Creo que la creación se tiene que enriquecer fundamentalmente de la experiencia humana; entonces yo lo que he tratado de narrar es lo que a mí me pasó. Si narro violencia es porque yo tuve episodios de violencia, personal, individual, humano, no como una forma de manifestar lo que sucede en todo un país, sino lo que sucedió en mi microcosmos. Y no lo hago con el afán de hablar de la violencia por la violencia, sino por hablar de la violencia como un vehículo para entender en dónde radica la esperanza humana.

 

JEL: ¿Y en dónde radica la esperanza humana?

GA: Yo creo que radica en lo indestructible del espíritu humano, de cuán indestructible es el espíritu humano. Yo creo que no importa lo fuerte de las experiencias, siempre el espíritu humano tiene una capacidad de recomponerse y seguir adelante. Ahora hablé de esto presentando mi libro en Piedras Negras; una madre de familia me dijo: “A mi hijo de 14 años lo asesinaron por equivocación y tiene razón… el espíritu es indestructible, heme aquí luchando por seguir adelante”.

 

JEL: Es complicado, porque además has hablado de este vacío de poder que experimentamos los mexicanos, y si reunimos el tema de la violencia con el vacío de poder tenemos un tema inagotable para seguir hablando de lo que nos sucede. ¿De qué tenemos que hablar en México muy fuerte, primero para que lo escuchemos los mexicanos y para poder encontrar cómo recomponernos a partir de este espíritu humano tan grande que nos caracteriza?

GA: Mira, yo creo que lo que tiene que hacer cada escritor, todo creador mexicano, es hablar del tema que le toque a él en lo personal; porque si no, el problema que tienen algunos escritores y que fue una discusión que se hizo asimismo Gabriel García Márquez, es que al tratar de ser social o político terminas haciendo propaganda en lugar de arte.

 

JEL: Y te vuelves panfletario…

GA: Terminas haciendo arte panfletario, exacto. García Márquez era un artista muy comprometido con las causas de izquierda, y dijo: “Yo lo que tengo que escribir es sobre los mundos que me tocan; ya si esos mundos impactan o no impactan sobre la vida política eso ya está fuera de mí”. Decía también: “Jamás en la vida traten de ser profundos, no escriban cosas profundas, ustedes cuenten una historia, la que quieran; si ustedes son profundos, eso se va a traslucir; si ustedes son políticos también eso se va a traslucir, eso se trasluce de una manera u otra”, pero tratar de escribir de otra forma, repito, es estar corrompiendo el sentido del arte.

 

JEL: Incluso hay temas que te has negado a tratar, por ejemplo el de las muertas de Juárez; has dicho anteriormente que no hay necesidad de hablar de eso ni de otras cuestiones como la pornografía infantil… ¿por qué no hablar de eso?

GA: Yo creo que sí hay que hablar de eso. El recién fallecido Sergio González Rodríguez, escribió brillantemente Huesos en el desierto, un trabajo documental enorme sobre el tema. Yo lo que dije es que no quería glorificar en una novela a estos vulgares asesinos, la verdad… no me interesaba. Mi mujer me dijo, es pasar ideas a los malos. Estamos hablando de 1999 antes de que los malos fueran malos; antes de que sucediera toda esta degradación… estuve a nada de terminarla y preferí no publicarla porque no quería dar ideas a los malos. Entonces no es que no se deba tocar el tema, es que yo no lo quiero tocar… para que tú puedas escribir de algo tiene que ser de algo que brote, si no brota de adentro entonces es imposible contarlo.

 

JEL: Hablemos entonces de El salvaje, tu más reciente novela publicada, presentada en la FIL Guadalajara y que es todo un fenómeno, porque en México va en su cuarta reedición, en España en la tercera, a pesar de que salió apenas en noviembre del año pasado y que además tuvo un proceso muy interesante desde el principio, hablemos de las subastas…

GA: Cuando terminé la novela se la di a mi agente y él se la ofreció a las editoriales y se fue a la feria de Frankfurt, la feria más importante de compra de libros y de derechos, y ahí empezó a subastarse; se subastó en varios países, hubo puja por ver editoriales extranjeras quién se la quedaba, incluso desde el manuscrito. Lo que sucede con una novela es que los editores extranjeros se esperan a ver cómo le fue en su país de origen, uno o dos años, y después se arriesgan. Aquí fue: yo la quiero y te ofrezco tanto… no, yo la quiero y ofrezco tanto y tanto… Nunca me había sucedió con un libro mío, esto me tiene bastante contento y muy honrado, la verdad, de que esto haya sucedido. Entonces sí, se ha subastado…

 

JEL: Pero además ha sido una novela muy bien recibida por el público y por la crítica. Es una novela que acaba de recibir el Premio Mazatlán de Literatura 2017. ¿Qué tan importante es recibir premios para un artista como tú?

GA: Me siento honradísimo de haber recibido el Premio Mazatlán. En ese linaje de anteriores galardonados están Fuentes, Paz, Gorostiza, Poniatowska, Villoro, Del Paso… o sea, sí es un linaje importante de quienes han ganado el premio, y yo sí me siento muy contento, la verdad; te hace sentir que no estabas tan errado, que todas esas horas en solitario escribiendo, pergeñando hojas e historias no fueron en balde. Y ahora, las respuestas que han tenido los lectores, los editores extranjeros, la respuesta del premio, me han hecho sentir que sí han valido la pena todos estos años; porque la gente me ha dicho, bueno, por qué dejaste de dirigir… Y yo digo, bueno, es que he estado haciendo esta novela un laaargo rato.

 

JEL: ¿Seis años?

GA: 5 años y medio, más lo que llevo haciendo la promoción, más lo que sigue. Sí, estuve muy concentrado en la novela. En cine hice algunas cosas por ahí, produje una película que ganó el León de Oro en Venecia (Desde allá, del Dir. Lorenzo Vigas), que es la primera película latinoamericana que gana esta distinción; y dirigí un cortometraje, entonces, la prioridad era la novela durante estos años, pero no dejé de hacer cosas paralelas de cine.

 

JEL: 700 páginas que se leen en un suspiro… uno lee El salvaje y cuando vas acercándote al final no quieres que termine. Porque encuentras la manera de enganchar al lector en una historia en la que hay venganza, amistad, hay cuestiones relacionadas con las prácticas de ultraderecha…

GA: En los años 60 y principios de los 70, en los que yo crecí, existían estos grupúsculos ultra-religiosos cuyo dogma era “Estás con Cristo o estás en contra de Cristo, no hay término medio”; sus enemigos eran los judíos, los comunistas, los ateos, los herejes… y eran grupos violentos, muy muy violentos, que de alguna manera fueron tolerados por el gobierno; los toleraban como una especie de contrapeso al movimiento estudiantil del 68. Decían, bueno, estos muchachos… en lugar de caer en la represión del 68, dejemos que estos muchachos, estos jóvenes paramilitares, arreglen los asuntos. Ése es sólo uno de los temas, igual que la venganza, pero no sólo es eso, es también el encuentro del amor, las primeras experiencias sexuales, el peso de la amistad; creo que es muy importante la amistad en esta novela, no nada más entre los amigos del barrio, sino también entre un adulto que aparece sorpresivamente en la vida del protagonista…

 

JEL: Y la relación con los animales…

GA: Soy un profundo amante de los animales y puede sonar esto una paradoja porque soy un cazador; los cazadores tenemos un amor profundísimo por la naturaleza; quien lea esta novela podrá darse cuenta de que sí hay amor por los animales y un vínculo estrecho con ellos.

 

JEL: Es un tema polémico, pero tú también has afirmado que no cazas animales que no vayas a comer después…

GA: Yo creo que es el sentido de la cacería. Matar un animal y dejarlo que se pudra me parece obsceno; los leones que se cazan se comen, hasta el último huesito, no creas que los tiran. Pero yo no podría matar a un animal que no va a ser después consumido. Es más, cuando voy a un restaurante soy incapaz de dejar a la mitad un platillo que tenga un producto animal; porque digo, si sacrificamos la vida de este animal para su consumo, yo no voy a dejar que se eche a perder, ¿cómo por qué?

 

JEL: Por último quiero preguntarte ¿puede haber migración sin fronteras?

GA: Lo ideal es que la gente no tenga que migrar. Yo creo que lo ideal es que construyamos un país donde la gente tenga la decisión de si quiere trasladarse a otro lugar, a otro país o no, pero que no tenga que irse a otro lugar por una necesidad apremiante. Me parte el corazón ver gente que creció en lugares tropicales y que tenga que irse a los fríos de Wisconsin, con 25 grados bajo cero, pero que no les quedó de otra. Lo ideal es tener un país de oportunidades, que el que se quiera ir es porque quiere vivir la experiencia de irse, no porque no tuvo de otra. Más que una migración sin fronteras lo que tenemos que crear es un mundo de oportunidades sin fronteras; que las oportunidades las tengan todos, que todos tengan la capacidad de tener una vida digna, que todos tengan un trabajo bien remunerado y digno también, que se viva con honestidad, que la gente no se avergüence de lo que está haciendo… que no tenga que contar los días que faltan para recibir dinero porque sus hijos no tienen que comer. Yo he visto campesinos tener que hacerse un taco de aceite donde alguna vez frieron carne. Yo sí creo que deberíamos de dejar de hablar de migración, que se detuviera el concepto de migración en todo el mundo y se cambiara por un concepto de oportunidad, justicia y distribución equitativa de la riqueza.

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -