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domingo, 5 mayo, 2024
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Vota y sé botado

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Por: CITLALY AGUILAR SÁNCHEZ •

Inercia

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Llegaron las campañas políticas; ya nos encaminamos con apresurada marcha hacia las elecciones por la dirigencia estatal. Estamos de frente al circo de la demagogia y la pseudofilantropia… Pero no estamos indignados. Nos presentamos con cierto aire de gratitud. Admitámoslo: es emocionante formar parte de esta competencia.

Y lo es en muchos sentidos, pues antes que nada, al menos en teoría, somos nosotros quienes van a dictar la última sentencia; como pueblo tenemos la responsabilidad en nuestro dedo pulgar, de colocar a uno u otro al frente de este noble Estado.

En este sentido, antes de cuestionar si los candidatos son aptos o no, si les creemos o no, debemos preguntar si es que nosotros, como votantes, como ciudadanos responsables, somos aptos para la elección y si es que creemos en nuestra capacidad para ejercer tal actividad conscientemente.

 

Familiaricémonos con la alienación

En nuestro país la mayoría de edad, y por tanto la propicia para poder votar en comicios electorales, es a los 18 años. Si hacemos un pequeño esquema, en el que visualizamos una línea de tiempo, veremos que, mientras el promedio de vida de un mexicano son los 85 años, tener 18 es una muy pequeña cantidad; no es ni siquiera un cuarto del promedio. Pero eso no es grave; digamos que sólo es una curiosidad. Lo que resulta significativo es que de los 0 a los 17.9 años de edad, somos unos infantes en todo lo que representa tal palabra. Durante ese periodo de tiempo nos dedicamos a seguir instrucciones. A lo largo de esa etapa la responsabilidad de nuestros actos aún recae en otros.

De igual manera, antes de la mayoría de edad, el  mundo, dígase sociedad y cultura, se encarga de indicarnos cuál camino seguir ante determinada idea o circunstancia. Y mucho más interesante, es cuando se desarrollan los fenómenos de alienación, es decir, esas situaciones en las que alguien nos agrupa en su pequeña secta ideológica.

La primera alienación, y seguramente la más importante para el desarrollo personal de cada individuo, se presenta en la familia, cuando tomamos partido por el padre o la madre. Pero esto no es de forma inocente; tanto el padre como la madre hacen “campaña política” para ganarse a tal o cual hijo dentro de su mandato, y  tal cual lo podemos ver en los debates televisivos, se desprestigian uno al otro frente a los hijos. Afortunadamente no es en todas las familias mexicanas; desafortunadamente ocurre en la mayoría.

Así, desde pequeños experimentamos el poder de uno sobre otro, y crecemos formando parte activa ya de un sector político. En este sentido, nos es reconocible la parafernalia partidista de las elecciones gubernamentales. Sin embargo, lo que no nos es familiar, valga la incongruencia, es la capacidad de elegir ¿O es que pertenecer al grupo de papá o mamá es una decisión que se haya tomado de manera consciente? Por supuesto que no es consciente, de ser así lo reconoceríamos fácilmente y no es el caso; muchos aún creemos que vivimos en la familia hollywoodense modelo.

 

Ad nauseam

Pues en ese contexto llegamos a la tan importante mayoría de edad, en otras palabras: pasamos a ser importantes para los poderes fácticos, pues ya nos pueden incluir en sus estadísticas e incluso en sus compras de votos.

Sin embargo, si los 17.9 años que anteceden el momento en que nos entregarán la credencial electoral hemos estado en un profundo aletargamiento, en el que la responsabilidad de todo cuanto hacemos recayó en los padres, y particularmente en aquel de los dos que nos ha recogido en su secta, y de igual modo, es éste el que se encarga de indicarnos qué o no hacer en determinadas situaciones ¿Cómo vamos a tomar una decisión ahora por nuestra cuenta? La realidad es que no lo hacemos. La alienación es tan poderosa en México que funciona de por vida.

Si lo analizamos un segundo veremos que, vamos a votar por tal o cual partido político porque es el que nos inculcó nuestro padre o madre. A su vez, nos fue inculcado porque a este líder de familia le fue infundido por el abuelo o la abuela, y así ad nauseam…

Hace unos días que el dirigente de Morena, Andrés Manuel López Obrador, estuvo en nuestro Estado y afirmó que “la dignidad le va a ganar al dinero y ni apoyos, cementos, televisores y otros productos chatarra como Peña Nieto nos van a convencer, vamos a demostrar que en Zacatecas se va a volver a repetir lo mismo que ocurrió en 1998, y de nueva cuenta un Monreal llegará a la gubernatura de Zacatecas.” Sin embargo, más allá de que AMLO no tiene un concepto de dignidad kantiano, si David Monreal llega al poder no va a ser gracias a Morena ni al empuje del Peje, sino a que la dinastía Monreal ya tiene cierta presencia en las alienaciones familiares.

Así, antes de criticar o hacernos nos incrédulos frente a los políticos y su demagogia, preguntémonos qué tanta capacidad de elección hemos desarrollado y si realmente somos votantes o seguimos siendo los púberos de siempre. ■

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