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viernes, 26 abril, 2024
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Vulnerabilidad y resiliencia humana

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ •

  • Futuro Sostenible

Hablar de la necesidad de enfocar el desarrollo en beneficio de todos los seres humanos, resulta romántico y quimérico, ya que actualmente prevalece el empoderamiento ascendente de la clase dominante, del poder económico y del suprapoder que manosea a su antojo los endebles hilos del presente y del futuro. En esta tesitura, el Informe sobre Desarrollo Humano 2014, editado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se orienta a la exploración y evaluación de la vulnerabilidad de la sociedad global.

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El PNUD, va más allá de la simple delimitación de la vulnerabilidad enmarcada en el aseguramiento de la población sobre un acontecimiento adverso; se incluye ahora, el concepto de vulnerabilidad humana para describir la posibilidad de deterioro de las capacidades y opciones de las personas. Dentro de los grupos vulnerables se identifica a los niños, adolescentes y las personas mayores, por lo que se hace un análisis sobre el tipo de inversiones e intervenciones que pueden disminuir dicha vulnerabilidad en etapas de transición más sensibles del ciclo de vida, por lo que la propuesta central es ahora, mejorar de manera sostenible las capacidades de los individuos y las sociedades, a fin de reducir estas vulnerabilidades que el PNUD ubica como estructurales, en este sentido, el progreso debe centrarse desde ya, en el fomento de la resiliencia humana, identificada como la posibilidad de garantizar la solidez de las opciones, actuales y futuras, de las personas y su capacidad para lidiar y adaptarse a acontecimientos adversos. La dificultad que observo para lograr dicha resiliencia es que se requiere que las instituciones, estructuras y normas, contribuyan a empoderar a las personas para que puedan superar amenazas y circunstancias complejas.

Para lograr los cometidos planteados, es impostergable reducir la desigualdad en todas las esferas del desarrollo humano, en este contexto, el PNUD identifica como los más vulnerables a aquellos que viven en la extrema pobreza y la escasez; la citada organización internacional señala que más de 2.200 millones de personas se encuentran en situación de pobreza multidimensional o cerca de ella, lo cual se traduce en que más de 15% de la población mundial sigue siendo vulnerable a la pobreza multidimensional. Otros índices expuestos por el PNUD se traducen en que casi 80% de la población mundial no cuenta con una protección social integral, peor aún, 842 millones de personas, padecen hambre crónica y casi la mitad de los trabajadores (más de 1500 millones) tienen empleos informales o precarios, de tal suerte, se considera que en conjunto, las capacidades limitadas y las oportunidades restringidas, les impiden lidiar con las amenazas.

De acuerdo con el PNUD, las capacidades se crean durante toda la vida y se deben fomentar y mantener, de lo contrario, pueden estancarse ya que muchas de las vulnerabilidades de las personas son el resultado de lo que han vivido, por lo que los logros pasados influyen en la exposición presente y los modos de subsistencia. Para el PNUD, la pobreza altera el curso normal del desarrollo de la primera infancia, por ejemplo, más de uno de cada cinco niños en países en desarrollo vive en condiciones de pobreza económica absoluta y es vulnerable a la malnutrición. Aquí la radiografía poblacional es grave, según el PNUD, de cada 100 niños que viven en los países en desarrollo (donde vive 92% de todos los niños), 7 no superarán los 5 años de edad, no se registrará el nacimiento de 50, 68 no recibirán educación en la primera infancia, 17 nunca se matricularán en la escuela primaria, 30 sufrirán retraso en el crecimiento y 25 vivirán en la pobreza.

Por si esto fuera poco, 80% de las personas mayores no cuentan con una pensión por lo que dependen del trabajo o la familia para allegarse algún ingreso, lo cual genera que la pobreza en esta etapa de la vida sea crónica ante la falta de oportunidades y la acumulación de desventajas. Aquí lo urgente es el fortalecimiento institucional y el diseño de políticas públicas más ambiciosas para poder transitar hacia la resiliencia humana, de tal manera que las estructuras del poder, si quieren conservar su statu quo, deben trabajar más a profundidad y sin simulaciones para disminuir tantas desigualdades que históricamente han provocado y que acabarán por generar un caos de magnitudes globales que después les demande la inversión de mayores cantidades de dinero que ahora pudieran destinar a atemperar la situación de pobreza de la población mundial. ¿A qué le apuestan los señores del poder? ■

 

*Coordinador de la Comisión Nacional de Legislación Ambiental de la Semarnat

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