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viernes, 26 abril, 2024
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Bordando ideas sobre cuestiones de interés general

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Por: RICARDO BERMEO •

En la situación contemporánea, signada por la mundialización efectiva del capitalismo, somos testigos, y en varios sentidos, “partes totales”, de una compleja -y convulsiva- relación entre orden/desorden, dentro de una época que algunos denominan como “caos sistémico”. Un mundo en donde un nuevo imaginario político democrático, se despliega como creación humana manifiesta –y/o latente,- en las sociabilidades emergentes, que irrumpen en latitudes tan diversas, trazando una geografía iridiscente y asombrosamente innovadora, que desafía y pone en crisis los paradigmas propios del pensamiento heredado en el campo de lo social histórico. Y frente a los cuales, el imaginario social dominante, responde a su vez, adelantándose y/o reactivamente, de manera pluriforme, cambiando, entre otras señas, de piel.

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Para esclarecer –juntos- las dificultades a que nos enfrentamos a la hora de intentar elaborar anticipaciones efectivas, es decir, para imaginar lo que podemos esperar, es útil “marcar” (esas dificultades) preguntándonos… ¿Cuáles escenarios son previsibles para 2015, 2020, 2030, etc.?, articulándolo, para ello, con los acontecimientos que -en acelerada sucesión- entrelazan la historia en curso. Se trata de un asunto que deberíamos abordar asumiendo sus implicaciones filosóficas y políticas. Cómo es sabido, nos situamos ante una auténtica “puesta en abismo”: en la medida en que supone reflexionar de nuevo, también las otras dos preguntas conocidas: ¿quiénes somos?, así como… ¿de dónde venimos?; repensando lo que entendemos por reflexión, y por política.

Sería motivo suficiente, para estar de acuerdo, sobre el interés de pensar lo arriba señalado, mencionar, cómo, ante movimientos de la magnitud de las denominadas “Primaveras árabes”, o los movimientos de los “indignados”, incluyendo las recientes protestas masivas en Brasil, o las del Parque Gezi, en Turquía, entre tantas otras, se encontraban, entre la fila de los primeros sorprendidos, no sólo los políticos, sino junto con ellos, los científicos sociales, e intelectuales? No parece acaso indicar, que nos encontramos atrapados –todos: ellos y nosotros, como ciudadanos- en una clausura del pensamiento, condenados a la repetición mortífera, donde el “no hay alternativa” de Margaret Tatcher, parece cobrar una espectral vigencia, condenándonos a una vía donde la crisis actual, se convierte de seguir esa hoja de ruta –a la vuelta de pocos años- en tragedia, como apunta el teólogo brasileño Leonardo Boff.

Se trata de rasgos realmente visibles de nuestra actualidad, evidenciado entre otras “ventanas” en la reconocida crisis de las Ciencias Sociales –y, de las llamadas Humanidades-, así cómo en la crisis del sistema político representativo (es decir, en la crisis de la representación política, y de la reflexión intelectual). Dos aspectos –cruciales- de la crisis civilizatoria, en que nos encontramos sumergidos. Dada la velocidad de las transformaciones en curso, y la incertidumbre creciente respecto a cuándo el destino pueda darnos alcance, para decirlo con un final (de película) siempre hipotético, mientras seguimos el trayecto de esta “transición al colapso”. Para nosotros, es visible, por ejemplo en las “tomas de posición”, respecto al presente que vivimos. Es por demás notable, en una larga lista de “lecturas” como mínimo equívocas, que se han sucedido, entre las filas de la intelectualidad “progresista”, para citar solo algunos casos frente a acontecimientos como los de: Libia, Siria, el reciente golpe militar en Egipto, Honduras, Paraguay, y un largo etcétera, en cada uno de ellos, podemos advertir lo señalado.

Podemos reformular nuestras ideas, en relación con las violencias en ascenso, basta ver un mapamundi, y algunos indicadores: carrera armamentista desatada, pico del petróleo, pico del agua, destrucción de la biodiversidad, proyecciones del cambio climático, militarización de la frontera, vigilancia y espionaje de la sociedad, “cartelización” -para decirlo así. En fin, son datos y hechos, lo suficientemente densos, y muestran tendencias tan pesadas, que pueden dar otro sentido a nuestras preguntas, tanto a nivel nacional, como global: ¿nos encontramos -o no- en una situación de “guerra”? y… ¿De qué tipo de “guerra” se trataría?, ¿de qué modo ésta “guerra” estaría mutando nuestro imaginario social nacional y planetario?

Como se puede inscribir una situación así, en un tejido social roto y reconstruido mediante claves tan irracionales como las de modelos de “guerra generalizada” como forma de gestión del “imperio del caos”, que se produce al unir de manera indisociable, dos costados, lo legal/normal, con lo paralegal/“patológico” normalizando el horror. En este sentido, no es inútil recordar que toda ésta deriva sucede cuando “las firmas trasnacionales, la especulación financiera, y hasta las mafias saquean el planeta, únicamente guiadas por la visión a corto plazo de sus beneficios”. Pero, podemos, cerrar -provisionalmente- apuntando, que, ante un panorama así, es pertinente emprender una reflexión compartida, pensando en profundidad, el futuro que queremos, a corto, medio y largo plazo, y, también, la forma en que podemos y debemos reabrir el pasado, para reorientarnos en la vida y en la historia, cambiando efectivamente de rumbo. ■

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