30.3 C
Zacatecas
domingo, 5 mayo, 2024
spot_img

No hay nubes en el cielo (III)

Más Leídas

- Publicidad -

Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO •

Medir la vida, individual o comunitaria, contra la imagen de nuestras aspiraciones es una delectación morosa denunciada por Karl Marx en la obra de Charles Fourier, para quién la puesta en práctica de sus consejos constituía la clave de una sociedad opulenta, feliz, que era apenas la antesala de gozos mayores. Denominar “utopía” a “El nuevo mundo industrial y societario” es adscribirla a una categoría del escarnio inventada por los socialistas científicos que desde ahí tomaban posición política explícita y manifestaban su ansía pedagógica: son ellos, los “utopistas”, quienes le hacen el juego a la burguesía que mantiene al pueblo sumido en fantasías para que no descubra por sí mismo su brutal condición, sólo la verdadera ciencia de la historia podrá inaugurar la revolución en las mentes que precede al gran evento que habrá de llevarlos a la nueva sociedad. La ilustración que procuraba el materialismo histórico se cuidaba de mencionar los detalles alrededor del nuevo mundo que bullía en los corredores del capitalismo para no caer en los mares de limonada de Fourier. Los socialistas utópicos y sus utopías colaboraban con el orden existente, según la lectura de Marx y Engels, porque no ofrecían la versión científica de las cosas, sino la imagen que de ella se contemplaba desde la atalaya de su posición de clase.

- Publicidad -

De la lectura de “El pensamiento crítico frente a la Hidra capitalista I” se desprende que los autores no quieren caer en la utopía, aunque sea, a grandes rasgos, una utopía lo que pretenden, y han pretendido, construir. Esto es notorio en sus constantes llamados a la “organización”, a la hechura de las cosas en el aquí y el ahora, a pasar de la idea a la palabra y finalmente a la organización. Sin embargo, por sobre las simpatías que se merezcan ganar no parecen tan radicales como en su momento lo fue, pongamos por caso, Charles Fourier, un violento enemigo de la monogamia y el matrimonio. Sin embargo tales remilgos aparecen como “cautela”, como sabio consejo que resulta de un enfrentamiento con lo real, que a pesar de todo sigue siendo reacio al cambio. En se muestran fieles al marxismo.

Si leemos con cuidado los capítulos titulados “Economía Política I” y “Economía Política II” no podemos dejar de notar un paralelismo. Para mostrarlo es necesario recordar la estructura de la novela “Libro del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía” o, por brevedad, “Utopía” de Santo Tomás Moro, publicada en 1516, a las puertas de la modernidad y de la construcción del Estado moderno. En la primera parte de “Utopía” Tomás Moro y Peter Giles (o “Pedro Egidio” según sea el abominable traductor) conversan con el navegante Raphael Hitlodeo (o “Hythloday) que descubrió la isla de Utopía al desviarse de la ruta trazada por su capitán Américo Vespucio. El tema de la conversación son los males de Inglaterra, producto de la corrupción de los políticos. He aquí el primer paralelismo: el comandante Moisés, como nuevo Hitlodeo, nos relata los horrores producto del Estado mexicano y los caciques que han asolado Chiapas (e.g. Absalón Castellanos, “famoso” prisionero de guerra del EZLN). Para los zapatistas la economía política incluye una descripción del lamentable estado de cosas, lo que sirve para justificar su política de “aislarse” del Estado mexicano mediante el rechazo de los programas de asistencia social, a los que justamente consideran medios de cooptación ideológica y sometimiento político. La segunda parte de la novela de Moro describe la ínsula de Utopía, en la que todo cambió para bien con la toma del poder por parte del rey Utopo. Así notamos el segundo paralelismo. En Chiapas todo cambio en 1994 con el arribo del EZLN, que remedando al rey Utopo tomó control de ciertas regiones y hechizó algunas mentes para implantar la posibilidad de una nueva organización social. Parecen los zapatistas reacios a la propaganda política, y aseveran constantemente que lo que han logrado ha sido como resultado de la solución de los muchos problemas que se les han presentado. Y sintetizan su metodología en el llamado a la organización del pueblo. Los paralelismos trazados pueden ser considerados imaginarios por algunos, propaganda interesada por otros, o sutil insulto por otros más. Quizás ciertos marxistas y cierta izquierda –e.g. la del PRD o el PT- asuman que una utopía indica un desvarío o una imposibilidad –ciertamente, las prerrogativas partidarias son parte del “frío pago al contado”-. Ante esto es necesario recordar que la transformación de la palabra “utopía” en insulto fue una operación ideológica llevada a cabo por Marx y Engels para intentar lanzar al basurero de la historia a autores como Proudhon o Max Stirner –autor al que le dedicaron el grueso volumen “La ideología alemana”- o movimientos como los que se agruparon alrededor del Conde de Saint Simon. El zapatismo, por supuesto, no es ajeno a estas operaciones, y su rechazo de los programas sociales del Estado mexicano es parte de esa lucha. Al igual que lo es su visión de la gran tormenta que viene. Sin duda algo viene, y toda transformación implica rupturas, olvidos y entierros. Entretanto, no hay nubes en el cielo. ■

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -