El número de habitantes del estado de Zacatecas es de alrededor de 1.5 millones, pero si no hubieran existido las causas de fondo del fenómeno de la emigración, seriamos alrededor de 2.5 millones. Los zacatecanos que viven en Estados Unidos son más productivos que quienes nos hemos quedado en el territorio, y las remesas que envían a sus familias explican en buena medida el consumo de alimentos, ropa y medicamentos de sus familiares en sus comunidades de origen. Cualquier razonamiento medianamente sensato conduce a la conclusión de que el incremento de las relaciones entre los zacatecanos de aquí y de allá siempre redundará en beneficios para ambas partes de la ecuación, pero lamentablemente eso no es lo que piensan la mayor parte de las autoridades mexicanas, quienes despreocupadas del mantenimiento y fortalecimiento de los puentes de comunicación entre ambas fracciones del mismo pueblo, solo conciben a los emigrados como fuente de recursos pero no como sujetos de derecho alguno.
La equivocada idea de que las personas que residen ilegalmente en un país no pueden reclamar ningún derecho, sigue causando mucho sufrimiento humano en países como Estados Unidos que son receptores netos de inmigrantes de todo el mundo. Es el caso de millones de compatriotas que viven en la clandestinidad sintiéndose en casa ajena y sin la información que les permita tener conciencia de la utilidad de su trabajo, tanto para el empresario concreto como para el país en su conjunto, y en consecuencia, de la dignidad de su trabajo. Esa ausencia de valorización de su aporte a la sociedad en que viven también es la causa de fondo de la escasísima participación política, aun de quienes ya cumplieron los requisitos para tener derecho a votar en aquel país, y más aún de aquellos que siguen siendo ciudadanos mexicanos pero que nunca han sentido algún tipo de presencia bienhechora del estado nacional del que son originarios. Si a ello le agregamos las reticencias y falta de interés de las diversas autoridades para generar las condiciones más elementales para ejercer derechos como el de votar, entenderemos la participación tan reducida de nuestro paisanos en la pasada elección de gobernador.
La falta de respeto a los zacatecanos en Estados Unidos se expresa de muchas maneras, entre ellas su exclusión total en la designación de los dos diputados llamados migrantes que integran la Legislatura, cuya designación está a cargo de las dirigencias partidarias locales, que actúan sin obligación de implementar algún tipo de consulta a quienes supuestamente deben representar los diputados migrantes. También se expresa en el monto ridículo de la partida presupuestal destinada a la dependencia encargada de las relaciones con las comunidades de zacatecanos en el exterior, sobre todo si lo comparamos con la cantidad de recursos aportados por ellos por concepto de remesas y aportaciones al programa 3×1, y en la ausencia de programas orientados al conocimiento masivo de los derechos humanos y de las maneras más efectivas para asegurar su vigencia aquí y allá. Eliminar esas y otras faltas de respeto a nuestros paisanos debe ser una prioridad para las nuevas autoridades estatales.
