Con los actuales medios de información (y desinformación,) generada hasta en tiempo real, “mare magnum” sería un término posible de ayudar a comprender el fárrago de información política disponible sobre cualquier suceso o tema. Nada se diga del magma de intenciones con que sus artífices la emiten, sean significativas, reales o no. Más allá de su edad y calidad humana y política, para unos es importante figurar: verse inscrito, incluido, en ese universo político creado, a su vez, por sus ambiciones, justas o no, ilustradas o no, acotadas o insaciables. El pódium, el medio, el éxito o la tragedia, importan: no es lo mismo, el dolor incomparable de los familiares de los 43 desaparecidos en Ayotzinapa, que rebasó el año sin solución, ni respuesta oficial fidedigna, que las irrupciones y montajes del zacatecano Monreal, exgobernador de Zacatecas y hoy Jefe Delegacional en el DF. Hay una distancia insalvable entre lo primero, demanda de verdad y justicia, que la chunga armada con fines tan válidos como pretender primero llegar a ser Jefe de Gobierno del DF y después, Presidente de la República.
En tal trayecto, culmine o no tan acariciado ideal, se dedica a hacer representaciones para de continuo figurar en los medios: que si en la delegación se llevaron hasta el papel de baño, a más del equipo electrónico y mientras recibía la delegación despachó sobre una reja, ante una pancarta; que si lo intentaron sobornar con un paquete de billetes, etc., y que a lo mejor ya terminaron de contar. Quiere a su oficina de cristal, para que todos la vean y lo vean. Por supuesto, a esos niveles y en ninguno está sólo como actor en la política. Además tiene “peculiares” formas de “hacer” y tratar su gente, algunas humana y políticamente cuestionables o no, pero para él son efectivas: lo sostienen por más años en posiciones de poder y dinero, vía los presupuestos. A futuro, juega y manipula, con la idea de llegar a ser presidente de México y para ello pone plazos razonables, en tanto un trayecto al 2020, para él, ni está lejos ni cerca. A lo mejor, ni le importa eso, sino el dinero y poder que pudiera obtener en el trayecto. Además de reclutar y manipular la gente necesaria y suficiente, donde sea, para sus proyectos más inmediatos. Aparte del anterior, en uno más inmediato está el que uno de sus hermanos llegue a la presidencia municipal de su natal Fresnillo y otro hermano más, a gobernar Zacatecas. En fin, su familia es grande y él, maduro y de apariencia “joven”, cuenta con dinero y relaciones para enfrentar empresas políticas como esas, hasta por diversión. Ojalá tenga suficiente cordura, (“Magdalenus, diceba”,) para no repetir una penosa experiencia, como ¿lo hizo otro hermano en Guerrero?
Mientras tanto, otra empresa inmediata y divertida para él, consistiría en hacer llegar a algún otro hermano a la H. Cámara de Diputados de Zacatecas, que iniciará como poder renovado con el nuevo gobernador electo, quien en septiembre sucederá a Miguel Alonso. Como se dice, campo lugar y tabla tiene Monreal para hacer política. Ojalá controle a sus demonios políticos internos y no se exceda sino mantenga a raya sus excesos, en mínimo respeto, a sus antiguos gobernados, los zacatecanos: a todos, sin distinción. Moderación y reflexión puede haber en sus declaraciones, si así lo quiere.
Otro político que gravita en Zacatecas y sostiene una ya larga relación con Monreal es López Obrador, hoy en franca labor política nacional por posicionar a Morena, su “marca partidaria”, es un momento en que aquí hay problemas, sobre la existencia, constitución y continuidad del PT, Partido del Trabajo, como partido estatal. ¿Ayudará Monreal, o no, en esta coyuntura y en qué sentido? En última instancia, tal franquicia política, como cualquier otra, es la forma y medio para obtener recursos del erario estatal para desplegar un “ideario”, pervivir e incluso, fortalecerse sus impulsores de cara a la elección estatal del próximo año, en que se relevará al gobernador Miguel Alonso.
Mientras tanto, ojalá elecciones y relevo gubernamental transcurran en paz civil y política. Eso no significa silencio, sino todo lo contrario, prepararse para ir a la plaza pública y darse a debatir con todos los demás candidatos, en forma abierta o a provocar el debate para posibilitar puntos de encuentro. Ésa es o debiera ser, según los jóvenes, una forma incluyente e inclusiva de hacer política: escuchar y ser escuchados ellos, que tienen en sus manos la posibilidad de volver realidad sus opciones mediante su hacer político, consistente en la difícil construcción cultural y social del futuro de sí mismos, sus instituciones, Zacatecas y México. Exigencia generacional muy fuerte que ojalá cultiven con autenticidad y honestidad. ■
