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viernes, 17 mayo, 2024
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Morena: entre el fervor de izquierda y el extravío

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Por: QUITO DEL REAL •

■ El son del corazón

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Algo le pasa a Andrés Manuel en estos momentos de triunfo, pues una rara chifladura se asoma en sus discursos y confunde a sus seguidores.

Pasa sus días como si nada, en un caviloso mutismo; súbitamente, suelta frases ardientes pero estériles, para vendernos la mentirosa idea de que él no negocia ni se relaciona con traidores y corruptos. En Morena, todos deben capear sus filípicas sin guante; nadie sabe cómo responder a un dirigente que amonesta y disminuye a quien ose manifestar un tímido monosílabo de objeción o un fragmento de crítica.

Ahí los dirigentes pesados y medianos le tienen miedo a su jefe; temen ser echados del cenáculo y quedarse en el aire, sin prebendas ni candidaturas. La palabra del líder no se discute, se acata, porque en la conciencia de El Peje predominan las ideas y valores políticos más rancios y nocivos de un pasado que creíamos olvidado.

¿Qué le pasa a Andrés Manuel?, suelen preguntar algunos veteranos de la última lid electoral, que no conocían los secretos arranques arbitrarios de su líder. No pueden creer el capricho con que el jefe cambia sus propios puntos de vista; lo miran con la incredulidad con que nuestros antepasados veían a los tlatoanis y caciques, sin siquiera lograr dirigirle una aclaración convencional, aclaradora o favorable, para mitigar su absurdo albedrío.

Existe la percepción de que la estridencia mostrada por el paladín liberal y republicano, sólo vela sus verdaderos propósitos. Sin embargo, más allá de su autosuficiencia, no es posible identificar en él un discurso político coherente. Lo que hoy nos envía sólo son trozos de diversas piezas discursivas, carentes de hilo conductor. ¡Cuánta merma se observa en el otrora orador ensimismado, que muestra sin pudor las manías típicas de la tercera edad! Es seguro: este retorno estelar del caudillo nos traerá muchas sorpresas desagradables, antecedidas por el peso de su propio cansancio y del tiempo político tirado a la basura, donde no quiso incursionar lo suficiente en las tradiciones de la democracia, ni reflexionar en sus bondades a la hora de construir un nuevo partido político.

-He aquí, gratis, una contribución. Los problemas esenciales del capitalino son el desempleo, el pírrico salario, la pobreza alimentaria, la salud, la educación. Lo demás, sin dejar de ser importante, no logra ubicarse en un piso equivalente.

Pero Andrés Manuel hoy nos dice, con el estómago saciado, que el problema esencial de la Ciudad de México es la corrupción. Y agrega, la seguridad. A la manera de un personaje de la Liga de las Sombras, promete que su partido aprovechará las posiciones políticas logradas en varias delegaciones y en el Congreso local, para extirpar ese peligroso cáncer social. Pronto lo veremos montado en el corcel de la justicia, sin evidenciar compasión alguna a la hora de tronchar a las manos largas y castigar a los malandrines.

Si esta será la política central del partido Morena para la Ciudad de México en los próximos meses, nos obligará a reconocer que no hay secuencia política en la visión de los nuevos triunfadores.

Al caudillo y a su corte más inmediata ya se les olvidaron los días de las vacas flacas, cuando rumiaban su desventura laboral y eran testigos del avance de la pobreza en la ciudad. Están irreconocibles. ¿Cómo equiparar la corrupción con el desempleo? ¿Cómo igualar a las oscuras perversiones de los funcionarios y burócratas, con el hambre crónica que sobrevive en los arrabales que están fuera del primer cuadro de la ciudad?

Él dice: “Va a llegar el grupo de Morena a la Asamblea (Legislativa), y ¿ustedes creen que ahí se va a permitir que se privatice el agua? ¿Creen qué se va a permitir que los carros más antiguos no circulen? ¿Creen qué se va a permitir los aumentos en el precio del Metro, los aumentos en el impuesto predial? Todo eso va a terminar, vamos a poner orden de nuevo en la ciudad, porque hace falta”.

Y uno puede estar de acuerdo con él. El problema está en que, al no estar en plena forma política, olvida las demandas básicas para mitigar el desempleo y los bajos salarios. Hubiera estado mejor que, sin olvidar el contenido de su declaración, comenzara con un: “Va a llegar el grupo de Morena a la Asamblea (Legislativa), y ¿ustedes creen que aquí se va a permitir que existan jóvenes con hambre y sin empleo? ¿Qué los padres de familia sean echados sin más a la calle por los patrones? ¿Creen que se va a permitir que los salarios mínimos estén para llorar? ¿Creen que se van a permitir los aumentos en los artículos de primera necesidad, que no se va a atender el asunto del empleo y los salarios?”.

Hubiera sido interesante que rematara su intervención de esta manera: “Para que esta ciudad progrese, necesitamos repartir el número de horas laborales disponibles para incluir a los trabajadores desempleados; pugnaremos por una escala móvil de salarios”. Y para rematar: “¡Buscaremos el control obrero de las empresas en quiebra!”. Esta sí sería una política de izquierda.

-Morena y su líder se equivocan cuando afirman que en la lucha contra de la corrupción se obtendrán los recursos necesarios para abrir el espacio del trabajo y elevar la seguridad en la ciudad. Tramposillos, no hablan de gravar severamente a las personas que más tienen, a los empresarios e industriales, a las herencias, a la voracidad de los desarrolladores inmobiliarios, etc.

Acaso esta sea la carta oculta que no quiere destapar. En su perspectiva, se puede administrar la crisis de la Ciudad de México sin molestar a los dueños del dinero; no hace falta concitar a la población más pobre que demanda una vida digna, sólo se necesita trabajar con consignas de carácter compensatorio, sin necesidad de remover las aguas, para atraer el beneplácito y la amistad de los adinerados.

Seguramente, concluirá, así borrará el doloroso estigma que lo acusa de ser “Un peligro para México”. ■

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