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martes, 7 mayo, 2024
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Zacatecas, el derecho a la huelga general

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR • admin-zenda • Admin •

■ Historia y Poder

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En la mañana del 5 de mayo de 1886, al inaugurar el gobernador del estado, Marcelino Morfin Chávez, la magna Biblioteca Pública de Zacatecas, -más de 20 mil volúmenes- puso en claro que el estudiantado y población tenían el derecho y la obligación a leer sus documentos, libros, revistas, diarios, novedades.

Los cronistas de la época retratan cómo los estudiantes y los curiosos se apilaban para entrar y leer en las calles a altas horas de la noche al pie de los recién también inaugurados focos y lámparas de energía eléctrica numerosos libros que hablaban del derecho a la huelga, de sublevaciones y de guerras, de novelas de amor y de aventuras, de medicina y de botánica, de filosofía y teología.

Números y cifras, pero desde 1848 eran de fama en la República mexicana las ideas socialistas de la juventud alemana e inglesa, hacia 1860 en muchos estados del país eran comunes las agrupaciones obreras “socialistas” pregonando la defensa del proletariado, el fin de las injusticias de las clases dominantes, para ellos las Juntas Patriotas agrupaban a personajes, comerciantes, maestros, abogados, intelectuales y un sinfín fin de otros oficios con la meta de “evitar consumir productos del extranjero” y apoyar las economías nacionales con espíritu de lucha y real solidaridad.

En Zacatecas ante la ingobernabilidad por los continuos decesos repentinos de sus gobernadores –tal es el caso de don Marcelino, fallecido en la Ciudad de México a los pocos meses de la festiva inauguración- hubo desesperación de muchos sectores que anhelaban algo de paz y el cese de los fétidos olores que inundaban la ciudad, pese a los esfuerzos municipales por erradicar suciedades callejeras, así como en los mercados, iglesias, hospicios, ríos y arroyos.

Para otros era vital estudiar de las experiencias novedosas que vaticinaban el fin de la ignorancia y el derecho universal a rebelarse ante la descarada injusticia o incapacidad; famosas las publicaciones de corte comunista que desde 1867 inundaban la escena zacatecana y en municipios como Jerez, Fresnillo, Río Grande o Ojocaliente, además y por supuesto de la ciudad que presta estaba con su policía ´porfirista a obligar a todos a reportar “gente sospechosa”.

En el tercer piso de la hermosa biblioteca pública Mauricio Magdaleno encontré hace tres años documentos valiosísimos donde se detallan de numerosas publicaciones zacatecanas que desde 1870 y antes, dan con el sarcasmo, la burla y la protesta de editores artesanales y profesionales y con los nombres más rebeldes que se pueda uno imaginar: Bandera Roja, El Socialista, El Perico Rojo, etc. y en donde se llama a “denunciar la barbarie de los ricos” ante un pueblo flaco y enfermo que luchó a toda costa por merecer la paz, el progreso tan anhelado.

A lo largo de su historia Zacatecas sabe de qué lado masca la iguana y por donde ha de ir la generación de sus esfuerzos: si la anarquía que provoca el cinismo de las clases dirigentes que administran los caos con la apariencia, ha de volverse pretexto ideal para un paro generalizado de labores que meta presión y haya cambios no cosméticos sino radicales y se dote de medicinas a los hospitales públicos, finanzas a sus universidades, autonomía a sus sindicatos, voz a los artistas, seguridad a la población,  paso a la nueva alborada.

A mi curiosidad impacta que algunas señoras encargadas de las bibliotecas públicas de la ciudad y del estado, cuidaban con esmero que los estudiantes no leyeran “novelas de amor pecaminoso” y mientras algunos –muy pocos pero casos reales- sacerdotes eran desterrados y juzgados severamente por atentar sexualmente ante mozos o viudas adineradas. Ahí están los documentos detallados. A consultar se ha dicho.

A lo largo del siglo XX hubo numerosas huelgas y de todo tipo en nuestro querido Zacatecas: de mineros, de obreros, de inquilinos, de burócratas, de empleados municipales, de universitarios, de amas de casa, de prostitutas y sirvientas, de policías, y una gran cartelera legítima del descontento ante el caos, la opresión continua, el cinismo. Ya lo decía uno de los libros clásicos de Carlitos Marx y que fue estudiado por el Buen Sampedro José  de Jesús cuando era estudiante de Economía en la hermosa UAZ: la oligarquía sabe lo que tiene, y se protege y se llena de comodidades y prebendas que le ayuden a perpetuar sus osadías. Total. ■

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