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sábado, 11 mayo, 2024
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Sangre de mi Sangre Zacatecas y las contrapedagogías de la crueldad

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Por: Jairo Antonio López • MALELY LINARES •

En Zacatecas vivimos un aumento dramático de las violencias desde el año 2015. Durante el 2021, el peor de la historia en la materia, el estado tuvo una de las tasas más altas de homicidios por cada 100 mil habitantes en México. Una de las características de esta intensificación de las violencias ha sido su alto grado de espectacularidad y crueldad, aumentando la escenificación pública del terror, misma que atestiguamos a diario en todos los medios de comunicación. Como parte de las disputas que llevan a cabo ejércitos regulares e irregulares por el control territorial, y en medio de la complicidad gubernamental con indicadores de impunidad, que superan el 95 por ciento en los delitos de alto impacto, los cuerpos son despojados de su dignidad. Como plantea Rita Segato, esa violencia brutal hace parte de pedagogías de la crueldad, que en los escenarios de guerra de América Latina son perpetradas por actores para-estatales y el llamado “crimen organizado” en contubernio con los gobiernos, convirtiendo las vidas (principalmente de las mujeres) en cuerpos-cosa que pueden ser explotados, al igual que los territorios con el neoextractivismo.

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En este escenario, en julio de 2022 inició el proyecto “Sangre de mi Sangre Zacatecas”, retomando la invitación hecha por la Colectiva Hilos de Guadalajara para tejer grandes redes de rafia roja como representación de los cientos de miles de personas desaparecidas, las víctimas de feminicidio y trata de personas. En Zacatecas, los encuentros se llevan a cabo en la Alameda Central, en varios de estos han asistido madres o familiares de personas desaparecidas, que junto con ciudadanos/as solidarios se han apropiado de este espacio público. Acercándonos al primer año de esta acción colectiva y solidaria, y a manera de un balance esperanzador, queremos resaltar cuatro prácticas que hemos identificado se han ido construyendo colectivamente y han dado forma a “contrapedagogías de la crueldad”, es decir, resistencias a la normalización de las violencias, reconstruyendo los vínculos y priorizando la reciprocidad colectiva ante la cosificación de la vida.

El primero ha sido “hilar la memoria”. En los encuentros se ha hilado la memoria, pues cada una de las historias personales hechas tejido y palabra fueron detonando de la interacción, en el encuentro e intercambio. Al representar las ausencias por medio de los tejidos se elaboraba un mensaje de que todas las víctimas deben ser recordadas y lloradas. Este ejercicio de memoria se exteriorizaba entre las participantes a través del diálogo, así como al ser compartido en el espacio público cuando los transeúntes se acercaban a preguntar de qué se trataba la actividad y escuchaban los testimonios.

El segundo ha sido la “resistencia y re-existencia pública”. Por un lado, la acción se convirtió en una forma de resistir a la violencia, señalando que ésta no es normal y que la impunidad estatal la refuerza. Al mismo tiempo, el tejido se constituyó en interacción de re-existencia ante la barbarie, es decir, de testimonio, de representación del dolor y como memorial que alberga tanto a las víctimas de desaparición como de feminicidios. De esta manera, el tejer como acto, y el tejido como objeto, han sido presencias estéticas colectivas que se enuncian por la vida ante la indiferencia. Este memorial se ha hecho presente en la Plaza de Armas, en el parque Sierra de Álica, en la marcha feminista del 8M y en la conmemoración del 10 de mayo.

El tercero es el “pensamiento y aprendizaje colectivo”, pues resaltamos el papel de la enseñanza y el conocimiento compartido. En la iniciativa prima el todos podemos, entre todos hacemos, y por eso no es necesario saber tejer para unirse, puesto que uno de los principales objetivos es dialogar, tejerse entre los hilos y la palabra. Las manos de quienes enseñaban a otros/as a tejer sirvieron como metáfora del vínculo, donde se transmitió el conocimiento de la producción de las grandes redes.

Finalmente, la cuarta práctica es la “sanación colectiva”. Los hilos se convirtieron en relatos sociales para sobrellevar la pérdida y agenciar el dolor de las violencias, de los feminicidios y la desaparición. Como nos dijo en una entrevista Claudia, la fundadora de la Colectiva Hilos de Guadalajara: “La gente llega porque quiere hacer algo por alguien, por alguien que ni siquiera conoces. Creemos que Sangre de mi Sangre estimula la empatía, la esperanza, el tejer por alguien que no conoces y que seguramente nunca vas a conocer. Lo haces por una causa, lo haces por algo mucho más grande que nosotros”.

La acción colectiva ha reactivado la capacidad de comunicar, de construir narrativas que avivan la creatividad, así como la posibilidad de reapropiarse y resignificar el espacio público y el territorio. “Sangre de mi Sangre” ha tenido una fuerza especial en medio del contexto que hemos descrito, pues frente al temor y la indiferencia, se mantuvo el recuerdo vivo de las víctimas que reclaman justicia. Las jornadas fueron una gran experiencia pedagógica centrada en el vínculo y la reciprocidad. Esperamos que colectivamente sigamos apelando a la imaginación, construyendo prácticas que generen contrapedagogías de la crueldad, pues sólo colectivamente sanaremos y superaremos los órdenes de terror a los que nos quieren acostumbrar.

*Docentes e investigadores de la Unidad 

Académica de Ciencia Política de la UAZ.

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