Las elecciones del pasado 5 de junio representaron una nueva forma de operar elecciones por el régimen, que a pesar de ya haber sido vista en pasados procesos, en esta jornada electoral Se elevó a una apoteosis de malas prácticas y mañas en una escala pocas veces vista en el estado, con todas las maniobras electorales sucias y evidentemente ilegales conocidas, puestas en práctica de manera simultánea, con el respaldo de las policías del estado y grupos de choque que de manera masiva y en muchos municipios estuvieron amedrentando a la población, que perfectamente se dio cuenta de lo que sucedía y el porqué, en una operación que podemos resumir fácilmente como una agresión, una afrenta y burla contra la sociedad zacatecana.
Por ello, en un acto de responsabilidad y congruencia, no podemos aceptar como valido el resultado oficial, como no lo ha aceptado la sociedad zacatecana. De un proceso con tal nivel de manoseo no puede surgir legitimidad alguna de un candidato, el resultado de esta jornada electoral, no puede ser un gobernante, solo puede surgir un Frankenstein, que al igual del producto nacido en la mente de la escritora Británica Mary Shelley, solo puede considerársele un engendro político, creado por Miguel Alonso, y que de ninguna manera puede representar los intereses de la inmensa mayoría de los zacatecanos.
Especialmente graves son los casos de manipulación en las casillas electorales, por funcionarios de casillas y electorales en el órgano rector de la elección, y los de la intervención de los cuerpos de seguridad que abiertamente en varios municipios intervinieron en la jornada electoral, deteniendo gente simpatizante de alguna de las opciones políticas o amedrentando a votantes que acudían a sufragar, dado que son los supuestos garantes de la seguridad en el caso de los elementos policiales o militares, o los árbitros garantes de una elección limpia y libre, eso es algo que en una sociedad que se diga democrática es inadmisible.
Esto fue notorio en Fresnillo, donde hubo acciones a cargo de la policía Municipal y estatal, en donde se detenía o se amenazaba a gente para que no acudiera a votar, pero si se permitía a grupos de choque evidentemente apoyando al partido en el poder, amedrentar, o incluso como en el caso de la escuela primaria “Fernández de Lizarde” en esta ciudad, intentar llevarse por la fuerza del interior de la escuela primaria federal “Fernández de Lizarde”, a la representante general de un partido, todo ello, bajo la complacencia de quienes supuestamente estaban para brindar protección, casos como el de los policías asesinados que custodiaban el consejo distrital de Juan Aldama, donde supuestamente se robaron 100 boletas; de elementos de la policía estatal colgando propaganda en contra de Morena en Guadalupe; de enfrentamientos en Pinos, y otros municipios, hablan de una elección con un nivel de manoseo inédito.
De igual manera, las autoridades electorales permitieron de manera evidente prácticas como la compra del voto; la distribución de las tarjetas “Garantía” , con mil pesos cada una (adquiridas con recursos del gobierno del estado), generalizada en los 58 municipios para coaccionar el voto a favor del Frankenstein priista de Miguel Alonso; El retraso de más de 5 horas en algunos casos de conteos de votos en casillas por prácticamente todo el estado; la operación de supuestos encuestadores que ejercían la práctica del “Carrusel”, en las cercanías de las casillas, por supuesto a favor del partido en el poder; la entrega de “apoyos” en económico, de material para la construcción, boilers solares, laminas, etc. Todo ello, con la complacencia de las autoridades electorales, que se la pasaron fiscalizando los eventos de los partidos de oposición, especialmente de Morena, incluso, en algunos momentos, en actitud de intimidación, esto es inaceptable.
México, y nuestro estado de Zacatecas, uno de los más pobres y desiguales del país, está viviendo una grave crisis social y económica, una emergencia, la más grave de toda la historia. El régimen creó un marco sociológico, político, jurídico y económico para producir cerca de 200 mil víctimas desde 2006 hasta la fecha, más de 60 mil personas detenidas y desaparecidas, más de medio millón de desplazados internos, miles y miles de personas torturadas, miles y miles de personas en prisión, la mayoría por delitos prefabricados. Y en general, la ciudadanía no tenemos seguridad real, ni justicia. Esa es la realidad del sistema en el que vivimos los mexicanos, de lo que todos somos testigos y vivimos los estragos.
Por ello, no podemos aceptar la legitimidad de los supuestos resultados de la elección, ni la de sus entes creados ex profeso para garantizar en primera instancia la impunidad, y luego los intereses de la mafia que se esconde y medra a costillas de los zacatecanos bajo las siglas del PRI. La elección y el Frankenstein a quien le levanta la mano el sistema bajo la batuta de Alonso Reyes, son espurios e ilegítimos, como así lo atestigua la inmensa mayoría de la ciudadanía, que presenció las docenas de tropelías que se realizaron para aniquilar la verdadera oposición, Morena, que a pesar de todo esto, se fortalece y convierte en la segunda fuerza electoral del estado.
Y así como el entre creado por Viktor Frankenstein, como relata la pluma de Mary Shelley, que a la larga se vuelve contra su creador, el proceso electoral manoseado y manipulado para imponer de manera dictatorial a un gobernante, intentando imponer su voluntad contra cientos de miles de Zacatecanos que no merecen esto, más temprano que tarde se volverá contra el régimen. Un personaje, surgido de vidas cercenadas en Juan Aldama, de decenas de personas golpeadas y amedrentadas por los cuerpos de seguridad, de millones de pesos extraídos fraudulentamente de las arcas del pueblo y de la burla contra la ciudadanía no puede considerarse legítimo, el juicio de la historia está en marcha. ■
