En los presupuestos de egresos de la federación, cada año, se etiquetan alrededor de 5 mil millones de pesos para los partidos políticos, y en los presupuestos de egresos de las entidades federativas, de cada año, también se les trata bien, en Zacatecas, anualmente se les deposita alrededor de 75 millones de pesos.
Entiendo que la decisión histórica de financiar con dinero público a los partidos políticos fue para hacer más competitivas las campañas electorales, para generar condiciones reales de alternancia partidista en el poder, y así fortalecer el sistema democrático.
Se puede hablar de democracia sin partidos, pero no se puede vivir en la democracia sin partidos, porque éstos son un mal necesario para que la ciudadanía ejerza sus derechos políticos.
Ahora bien, ejercer derechos cuesta; votar, ser votado, reunirse con los demás no es gratis. Por eso creo que el financiamiento público de los partidos políticos no debe desaparecer, disminuir sí, desaparecer no.
Está bien que los partidos políticos reciban financiamiento público, lo que no está bien, es que sea en grandes cantidades, porque se retrasa la construcción escuelas, hospitales y carreteras.
Erradicar los excesos de dinero en el servicio público es una meta del Movimiento de Regeneración Nacional, nunca más un gobierno rico en un pueblo pobre; por eso la decisión del presidente Andrés Manuel de bajarse el salario, de combatir los privilegios de la clase gobernante y de proponer la disminución del 50 por ciento de las prerrogativas de los partidos políticos.
De 2018 a la fecha se han presentado innumerables iniciativas de reforma a la Constitución General de la República y a las constituciones estatales para disminuir los recursos de los partidos políticos, casi todas han topado en piedra, salvo excepciones como el caso de Tabasco en el que este año (2021), se entregó a los partidos políticos un 50 por ciento menos de lo que se le entregó en el ejercicio fiscal 2020.
Este tema ya está generando buenos debates de los congresos, y ojalá pronto también se registren debates en otros espacios: cámaras de comercio, universidades, ejidos, etcétera; y como siempre, unos están opinando en contra y otros a favor. En lo personal, soy partidario de que se modifiquen las leyes para disminuir las prerrogativas de los partidos políticos, y así generar la posibilidad de reorientar el gasto público hacia otras áreas y rubros con mayor retraso, con mayor necesidad y urgencia de ser considerados en los presupuestos públicos.
Hablo de disminuir las prerrogativas, no de desaparecerlas, porque estoy convencido de que la única manera de seguir fortaleciendo nuestro sistema democrático, es garantizando en la Constitución y en las leyes, el financiando público de los partidos políticos para sus gastos ordinarios, para la capacitación de sus militantes y para que participen y ganen en las contiendas electorales. Pero también deben evitar discrecionalidades en el ejercicio del gasto, también deben instaurar procesos democráticos para la selección de sus candidatos y también deben representar los intereses de sus militantes.
Las entidades federativas tienen facultades para configurar sus leyes en materia de financiamiento público de los partidos políticos, por esa razón no es necesario esperar a que se modifique la Constitución Federal de la República para después modificar las constituciones locales. En esta misma columna, en un párrafo que se quedó atrás les contaba que el Congreso del Estado de Tabasco ya había logrado modificar su Constitución para disminuir el presupuesto de los partidos políticos en un 50 por ciento. Entonces, si los de Tabasco pudieron, los de Zacatecas también pueden, sólo es obligatorio que se ajusten a los principios de la Constitución Federal y a las demás leyes generales que regulan la materia.
La pandemia, la corrupción registrada en los gobiernos, la pobreza y otros fenómenos económicos y sociales, son las principales razones por las que deben modificarse las leyes electorales para disminuir los presupuestos de los partidos políticos, y hacer un mejor aprovechamiento de esos recursos.
Reducir el financiamiento público de los partidos se presenta como una propuesta atractiva, pero sobre todo como una necesidad; se trata de una medida urgente que no está exenta de riesgos y que las y los ciudadanos debemos estar plenamente conscientes de ellos; pienso, por ejemplo, que podrían llegar más recursos de origen privado a los partidos políticos, lo que conllevaría a otras situaciones, como su privatización.
Aún con esos riesgos, soy un convencido de que se deben reformas las leyes para disminuir el presupuesto de los partidos políticos, y claro que soy consciente de que, ello no resolverá los problemas actuales de nuestro sistema democrático.
La ganancia, en caso de se aprueben las reformas aquí sugeridas, de reducir a la mitad el presupuesto público de los partidos políticos, a nivel federal se liberarían recursos por aproximadamente 2 mil 500 millones de pesos al año y otro tanto a nivel local.
¿Qué tanto dinero es esto?, así como está la situación económica es mucho, alcanzaría para garantizar los servicios médicos y medicamentos gratuitos a las personas sin seguridad social, que tanto exigen las y los legisladores de la oposición.
