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viernes, 17 mayo, 2024
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¿Y por qué salir a marchar?

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Por: P. Aurelio Ponce Esparza •

En nuestro país es común escuchar de marchas y en ocasiones padecerlas. Marchan los maestros, los agricultores, los obreros, los burócratas, la comunidad LGBT, etc., todos aquellos que sienten que deben manifestar a la demás miembros de la sociedad su acuerdo o desacuerdo ante una ley o disposición de la autoridad o porque quieren mostrar sus valores y convicciones. En general, dado que vivimos en un país democrático y libre, estas marchas se permiten, aún en los casos cuando llegan a ser verdaderas manifestaciones de violencia que afectan los derechos de terceros, como hemos visto en los bloqueos y marchas de la CNTE.

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Pero, ¿sirve de algo salir a marchar? Sin duda que sí. Se trata de un derecho que tenemos todos los ciudadanos y se hace cuando un determinado grupo tiene la necesidad de manifestar  a los demás sus valores y convicciones. Una manifestación pública debe ser siempre pacífica, respetando los derechos de terceros y propositiva de modo que no se convierta sólo en una manifestación ruidosa y sin sentido. Si se cumplen estas condiciones no debiera haber oposición, sino auténtico respeto y tolerancia.

El 17 de mayo pasado el presidente de la República firmó y envió al Congreso una iniciativa de ley que pretende modificar la Constitución y el Código civil reconociendo los así llamados (y mal llamados) matrimonios igualitarios. De aprobarse quedaría plasmado en nuestra Carta magna que la unión entre personas del mismo sexo sería un derecho humano y por lo tanto no se podría negar esta unión bajo ninguna circunstancia.

Esta iniciativa responde a una ideología de género que busca implantarse en todo el mundo, ideología que distorsiona la biología y elimina la naturaleza, esto conlleva el negar la realidad o por lo menos disfrazarla mediante la tergiversación del lenguaje. Las consecuencias son que la persona va perdiendo la capacidad de discernir, de distinguir lo bueno de lo malo, esto lo vuelve vulnerable y manipulable. En definitiva se busca redefinir el concepto de familia y crear una nueva moral falsa o pseudo moral.

Cientos de miles de personas en todo el país han podido captar lo absurdo de esta propuesta y como de llegar a aprobarse se estaría vulnerando la institución familiar, fundamento de la sociedad y lugar privilegiado para el inicio de la vida, formación y educación de los hijos; la familia es el ámbito natural privilegiado para el sano e integral desarrollo del niño. Los padres de familia entienden que se estaría violentando su derecho a educar en sus valores a los hijos, ellos y sólo ellos pueden decidir qué tipo de educación quieren que reciban sus hijos, el Estado debe coadyuvar, pero nunca sustituir esta gravísima misión o imponer cierta orientación contraria a sus valores.

El Frente nacional por la familia ha encabezado una serie de iniciativas en orden a concientizar a los ciudadanos sobre lo grave de esta propuesta y las consecuencias que se vislumbran. Una de estas acciones es la organización de una marcha en favor  de la familia. No es una marcha en contra de la comunidad gay, sino una manifestación pacífica y propositiva para manifestar sus derechos y exigir al Estado el respeto de los mismos. La marcha se propone  fortalecer el matrimonio como institución de interés público y fundamento natural de la familia, reconocer el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos y exigir que el Estado proteja a la familia y gobierne buscando el bien común y no el bien de un pequeño grupo.

A esta iniciativa se han sumado muchos otros organismos y asociaciones a nivel nacional, los obispos mexicanos han expresado públicamente su aprobación a esta iniciativa. Por desgracia muchos grupos promotores de la ideología de género han buscando de muchos modos boicotear estas manifestaciones y para hacerlo pretenden hacer creer que es la jerarquía católica la que convoca y organiza estas marchas y de ahí poder acusar de interferir en acciones del Estado laico. Pero no es la jerarquía la que convoca ni organiza, es la sociedad civil, maestros, alumnos de universidades, madres y padres de familia, abuelos, ciudadanos libres y pensantes capaces de organizarse y manifestarse.

En 110 ciudades habrá marchas este 10 de septiembre, sin duda serán cientos de miles los que saldrán a las calles a mostrar su inconformidad con esta iniciativa, familias enteras que mostrarán que no permanecerán de brazos cruzados ante lo que a todas luces pretende minar esta institución natural. Por otro lado no se espera que los medios de comunicación sean objetivos ante este fenómeno social, tal vez ni siquiera forme parte de sus notas, pero este movimiento está por encima de la pseudo información que los grandes medios nacionales comparten. La sociedad está despertando y esto es bueno, es cada vez más consciente de sus derechos y que puede exigir que se le respeten, queda todavía mucho de capacidad para discernir. ■

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