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sábado, 11 mayo, 2024
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La maternidad como obligación

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

Hoy lunes 11 de mayo, los mariachis ya callaron, de los brindis bohemios sólo quedaron los crudos, y en las cocinas de miles de hogares altísimas pilas de trastes esperan ser lavados por las homenajeadas de ayer: las madres.

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Noventa y tres años van ya desde que el diario Excélsior y otros sectores conservadores impulsaron el 10 de mayo como Día de las Madres en México, celebrándolo con la publicación de poesía y la realización del concurso a la “madre más prolífica” (la que tuviera más hijos) que bien pudo llamarse “premio a la mujer-escopeta”, la que está cargada y en la esquina.

De entonces a la fecha algo hemos cambiado, ya asimilamos que la familia pequeña vive mejor, y ahora la celebración del Día de la Madre tiene como principal crítica ser el día en que se regalan lavadoras, estufas, licuadoras, planchas, y demás enseres que aunque son de utilidad para toda la familia, siguen encontrando a la madre como principal usuaria gracias a la inequidad en el reparto de las labores domésticas. Perpetuando así, la idea de que es la mujer, y más propiamente la madre, la única (o la más) responsable del hogar, y que si bien le va, tendrá como pareja un hombre digno de altares porque “les ayuda” a limpiar una casa que habitan ambos, a preparar la comida que ingieren ambos, o a barrer el suelo por el que caminan ambos.

Donde no hemos cambiado mucho, o no lo suficiente, es en la concepción de la mujer como una semi-persona que solamente “se realiza” cuando cumple con la obligación natural de ser madre, y con ello, y solamente con ello, da sentido a su existencia, alcanza la plenitud, o puede considerarse completas.

En ese contexto, aún son muchos los hombres que en vez de parejas buscan vientres eficientes para engendrar a su descendencia, y que, de no encontrar o las condiciones física para hacerlo, o peor aún, la voluntad, consideran a aquella como “mala mujer” o como tierra estéril.

Para algunas mujeres evitar la maternidad es imposible. Es más, ni siquiera pueden evitar el acto sexual que conlleva a la maternidad: cada año el embarazo infantil causa la muerte a 50 mil niñas, muchas de ellas, embarazadas a causa de una violación.

Después del terremoto en Haití, se pedían agua, alimentos y medicinas para todos los damnificados, pero para las mujeres, además, había que solicitar pantalones de mezclilla, porque ante el desastre corrían grave peligro de ser violadas, ¿cuántas quedarían embarazadas?

De las mujeres centroamericanas que cruzan México en condición de ilegales para llegar a Estados Unidos, entre el 60 y 80 por ciento de ellas es violada en el camino, algunas de ellas, conscientes de eso, toman precauciones para no embarazarse antes de emprender el viaje, ¿Es consuelo que al menos tengan acceso a métodos anticonceptivos?

Al menos 217 mujeres de las más de 700 rescatadas de las garras de Boko Haram están embarazadas, sin poder siquiera imaginar quién es el padre de las decenas de hombres que las violaban todos los días durante su cautiverio. ¿Qué futuro pueden esperar ellas y sus hijos?

Pero más allá de quienes viven la maternidad como obligación, en nuestro país abundan las que la viven con resignación, como un camino inevitable al que han de someterse a cambio de una reivindicación anual en la que se les agradecerá dar su “vida, su amor y su espacio”, y en el que se compensará el “martirio masoquista” de la abnegación materna, clave para la configuración del machismo como bien ha señalado Santiago Ramírez.

El 10 de mayo es, para buena parte de nuestra cultura, el día de agradecer el sacrificio de la maternidad. No hablamos de la maternidad en sí, de la elegida, de la disfrutada. Sino de la idea de que la madre entre más sufrida, mejor madre; más santa.

Es ese modelo de madre el que rechazaban los movimientos feministas de las décadas pasadas que conquistaron el voto femenino, la igualdad entre los cónyuges, el derecho de las casadas a disponer de sus bienes, y la posibilidad de divorciarse. A estos movimientos, respondió el conservadurismo instaurando el Día de las Madres.

En la clase política, de norte a sur, y de izquierda a derecha ayer cundieron las felicitaciones por el día de las madres, se organizaron conciertos gratuitos, se regalaron claveles y rosas, se hicieron desayunos y comidas, se rifaron regalos, etcétera.

Esperamos que para el otro año próximo el festejo incluya amplias licencias de maternidad y paternidad en los trabajos, y el fin de la violencia obstétrica. ■

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