■ Los campesinos se conducen con agresividad y violencia hacia los pobladores: delegado
■ La Dirección de Seguridad Pública ha abandonado los rondines de vigilancia, comenta
A escasos días de que arribe una población flotante superior a 3 mil personas a la comunidad de Río Florido, sus habitantes han manifestado temor debido a la agresividad con la que actúan en todos los sentidos, desde trato hacia ellos mismos e incluso a los arrendatarios a quienes han amenazado con sus instrumentos de trabajo.
Pese a la problemática, la querella de los afectados no trasciende debido a que la Dirección
de Seguridad Pública Municipal, primera instancia en resolver el conflicto, ha abandonado los rondines de vigilancia hacia ésta y otras comunidades por la falta de efectivos al interior de la corporación.
Como portavoz de los afectados, el delegado de la comunidad, José Francisco Escobedo, manifestó que el problema de violencia y agresividad por parte de sus huéspedes ha incrementado en los últimos años, pues anteriormente las agresiones se presentaban entre ellos, pero ahora ya también son para los habitantes de Río Florido.
“El año pasado fue más violento, los arrendadores van a tomar otras medidas de seguridad por el daño físico que pudieran causar a su persona, es que ahora para cumplir con el pago, los jornaleros se tornan violentos y no pagan la semana o el tiempo que usaron las viviendas y se violenta la situación”, señaló.
Derivado de la agresividad con la que actúan los recolectores de frutos, hay propietarios de viviendas que han manifestado que no efectuarán convenios con los trabajadores y prefieren perder los ingresos económicos en lugar de lidiar con los inquilinos. En años anteriores el panorama era al contrario, pues la principal inconformidad era el alto costo de renta del espacio además de la falta de servicios básicos en los mismos.
“La falta de seguridad fue lo que más perjudico a la comunidad”, estableció el delegado del lugar donde arriban más trabajadores agrícolas, y comparó que en años pasados la problemática estaba controlada, ahora los habitantes temen al arribo de los jornaleros por sus nuevas prácticas para intimidad a sus vecinos.
A su llegada a la comunidad, es frecuente que se presenten dos riñas a diario en promedio, pero siempre los partícipes usan sus cuchillos o machetes con los cuales trabajan; en la mayoría de los casos las peleas ocurren en sitios concurridos como el mercado o en inmediaciones de la escuela primaria e iglesia, donde se encuentra un punto de venta de bebidas embriagantes con amplio horario.
A fin de evitar más batallas y conflictos, se solicitará al departamento de Alcoholes que se reduzca el horario de venta a una tienda de cadena comercial así como la revisión de las otras tiendas de abarrotes que no respetan los horarios para la venta de alcohol.
Aunque en el municipio se encuentran alojadas varias extensiones de corporaciones de seguridad como la Policía Estatal, Ejército Mexicano y Marina Armada de México, Francisco Escobedo detalló que se ha informado a éstas para colaborar las acciones de seguridad en el lugar, pero dijo que la decisión depende del alcalde de Fresnillo para que delegue la participación de otras instancias.
Parte de la falta de atención a Río Florido, aseguran los habitantes, es por la ausencia de coordinación entre las instancias inmiscuidas de los diferentes niveles de gobierno, pues en el anterior ciclo agrícola ninguna de las acciones que se propusieron fue de beneficio a la comunidad, una de las más importantes de Fresnillo.
Otro de los ejemplos que señalaron es el proyecto que se anunció por parte de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol); desde seis años se prometió la construcción de un espacio dedicado para concentrar a los jornaleros, sin embargo, hasta la fecha no se ha efectuado ninguna mejora a la infraestructura.
“Ese edificio que se encuentra en obra negra, la comunidad accedió a cedérselo a Sedesol para crear un comedor para los jornaleros, pero no ha hecho algún movimiento para rescatar el proyecto, cada año anuncian que se destina recurso pero aun así no ha habido nada”, resaltó el representante de la comunidad.
Mal necesario de cada año
En cada ciclo agrícola, arriban aproximadamente 5 mil jornaleros originarios de los estados de Nayarit, Guerrero y Chiapas, entre otros, a las comunidades de Río Florido, San José de Lourdes, Morelos, Montemariana, Seis de Enero, Plenitud y El Salto en búsqueda del sustento, la mayoría de ellos son de etnia huichol o tepehuanos y sus raíces, costumbres y tradiciones aún son muy apegadas a su manera de vivir.
La mayoría trabajan en horarios denominados de sol a sol en los campos de cultivo porque superan las 12 horas de actividades, a cambio reciben desde 120 pesos cada uno aproximadamente, existen casos donde trabaja la totalidad de la familia, en especial menores de edad y llegan a recaudar más de 2 mil pesos diarios.
Durante su estancia, los habitantes de la región donde tiene caudal el río Aguanaval, tienen que soportar además de los episodios de violencia, encontrar heces fecales humanas en la vía pública, el incremento de robos, la proliferación de basura en las calles, además de otras costumbres que afectan la convivencia.
Concluido el ciclo agrícola, y aunque generan importante derrama económica para la comunidad, la gran mayoría de ellos regresan a sus lugares de origen, pero los espacios que ocuparon son considerados como focos de infección debido al alto contenido de elementos contaminantes, mismos que podrían conllevar a desencadenar un brote infeccioso y la presencia de enfermedades como hepatitis, sumamente contagiosa para los colonos.
