“Mátalos en caliente”, frase atribuida al general Porfirio Díaz, por ser la orden que le dio a Luis Mier y Terán, General del Ejército Mexicano y entonces gobernador de Veracruz, para contener un motín en un buque; desde luego, dicha orden generó controversia política y social en ese entonces, pues prácticamente se ordenaba sustituir el diálogo, la negociación, los acuerdos y los protocolos de seguridad, por el sangriento asesinato de todo aquel que estuviera involucrado.
La frase de “mátalos en caliente”, desde luego jamás ha sido una instrucción que quedara plasmada en los manuales o reglamentos de los cuerpos policiales, pero es bien sabido que ha sido una frase utilizada (implícitamente) por mandos policiacos y castrenses para realizar ejecuciones extrajudiciales, es decir, que no son producto de un enfrentamiento o de un peligro real e inminente.
En gobiernos pasados, específicamente en el gobierno de Felipe Calderón, el “mátalos en caliente” fue una estrategia nacional, fue su política de seguridad, -quizá, esa frialdad y constante violación a los derechos humanos, se debiera a que su secretario de Seguridad pertenecía a uno de los grupos delictivos-. En el sexenio de Calderón, las muertes y desapariciones, a manos de las fuerzas del orden, de personas que ni siquiera estaban involucradas en la delincuencia organizada, eran catalogadas como “daños colaterales”, así se justificaba el sanguinario actuar de militares y policías.
Las ejecuciones extrajudiciales le han costado a nuestro país sentencias en contra, emitidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sentencias que desde luego pesan, que obligan a nuestro país a revisar sus protocolos, sus estrategias, sus leyes. Por lo anterior, y con una visión distinta, se ha tratado de enfrentar a la delincuencia organizada dentro del marco de los derechos humanos, utilizando la fuerza letal siempre de manera justificada, lo cual, en mi opinión, Ejercito, Marina y Guardia Nacional, lo han hecho bien en lo general, sin que se nos escapen algunos episodios en contrario.
Seguramente, usted apreciable lector, ya ha de haber visto el video viral que circula en noticieros y redes sociales, en donde un grupo de Fuerzas Especiales del Ejército Mexicano realiza 5 presuntas ejecuciones extrajudiciales en contra de 5 presuntos delincuentes en Nuevo Laredo, Tamaulipas; es innegable que dicho video ha generado opiniones encontradas entre la población que es víctima de la inseguridad; no podemos ocultar que una parte de la sociedad aplaude el actuar de los militares, mientras otra parte condena dichos actos que en efecto, si se comprueban, son violatorios de derechos humanos.
Las narco series, las narco películas, los corridos, y el contenido que se puede ver en redes sociales, al parecer nos ha hecho creer que los grupos delictivos tienen una capacidad de fuego parecida o mayor a las de las fuerzas del orden; nos han hecho creer que “un topón” entre delincuentes y militares se desarrolla en una equidad de fuerza y estrategia; los videos que vemos en tiktok nos han hecho pensar que una camioneta Raptor, con blindaje artesanal, está en igualdad de condiciones que un blindado “Plasan Sand-Cat” de la SEDENA; todo lo anterior es mentira. La fuerza de fuego, la inteligencia, y la estrategia de las Fuerzas Armadas, es muy superior a la de la delincuencia; de tal manera que un video, como el de las ejecuciones extrajudiciales en Nuevo Laredo, es completamente criticable y condenable.
La Marina, el Ejército y la Guardia Nacional tienen la capacidad, la inteligencia y las facultades de realizar operativos con absoluto orden, eficacia, limpieza y apego a los derechos humanos, el tiempo de “mátalos en caliente” ya pasó.
Tampoco hay que hacernos de la vista gorda. No es por justificar las torturas, las detenciones ilegales ni las ejecuciones extrajudiciales, pero, por una parte, las fuerzas del orden saben que los delincuentes detenidos pueden verse favorecidos de la impunidad, de la corrupción o de un defecto en la investigación y salir libres a las calles, o bien, simplemente se ponen a operar dentro de los penales, quizá eso los orille a tomar decisiones equivocadas. Lo anterior, es ejemplo de que, en México, a parte del combate a la delincuencia, se necesita una mayor profesionalización respecto al tema por parte de las fiscalías y tribunales para que, de esa manera, el trabajo de las fuerzas armadas no se vea mermado por procesos penales obsoletos.
No se debe de dejar de observar nunca el estado de derecho, el respeto a los derechos humanos; la fuerza debe utilizarse de acuerdo a la ley en la materia; no sería difícil, pues militares, marinos y guardias nacionales han pasado por un entrenamiento exhaustivo, en donde han puesto a prueba y llevado a sus límites sus capacidades físicas y mentales.
Por lo tanto, el tema de los 5 ejecutados, a manos del ejército en Nuevo Laredo, ya está en manos de la Fiscalía; que sea una investigación y el resultado de un debido proceso lo que dé una conclusión final.
