Nuestro sistema educativo hoy día sigue en la palestra, se ha polemizado tanto que, si continua en este tenor, llegará a convulsionarse. Históricamente se han implementado toda una serie de reformas a la educación de manera tal que solo han provocado cambios pero no transformaciones, cabe aclarar que la educación media superior históricamente también ha estado olvidada, no se le ha dado la importancia que amerita. Con este referente, y toda vez que han cavilado ahora sí, en este nivel educativo, se implementa una reforma que incluso pasa a rango constitucional y que de una manera malintencionada o de falta de sensibilidad, le dan una orientación de reforma laboral más que educativa; cierto es que en procesos de esta naturaleza, son muchos los actores involucrados y muy variadas sus posturas y su condición:
I
Un Presidente de la República que, adoptando una visión meramente empresarial e influenciado por organizaciones también empresariales toman como rehén al sistema educativo y lo ven como una gran empresa a sabiendas de que éste, es eso, un sistema al que se le debe ver como una organización social y no empresarial. Un presidente que no quiso adoptar una actitud de empoderamiento y se apoderó del País, haciendo uso y gala de su poder, influenciando a estructuras que, según se dice deben darle directrices al mismo mandatario superior; el pasar a rango constitucional iniciativas de esta envergadura, como lo es la reforma laboral en educación, por supuesto que el supremo mandatario requirió trabajar con estructuras también supremas para que constitucionalizaran lo que hoy está generando controversia, inconformidad, rechazo y hasta repudio: La Reforma Integral en Educación Media Superior.
II
Un ex secretario de Educación Pública que en un inicio lanza las campanas al vuelo haciendo sentir a la nación que esta reforma realmente redimiría a todo el sistema educativo y, por supuesto, a la sociedad misma; poseído de una arrogancia suprema y manifestando una actitud de desdén hacia los maestros, se convierte en el enemigo número uno del magisterio mexicano. Por supuesto que con el pasar del tiempo el discurso de este personaje se fue desvaneciendo dadas las circunstancias que se presentaban y que en gran medida desdecían lo que en un inicio pregonaba.
III
Unos secretarios de educación en las entidades federativas que sirviendo de comparsa al propio mandatario de la nación y al supremo secretario del sistema educativo, adoptan en el seno de su entidad, posturas variadas que van desde la anuencia hasta la sumisión total ante este mandato que lamentablemente le dan un rango constitucional. Incluso algunos de ellos hacen eco a las aberrantes declaraciones de los altos jerarcas. Secretarios de Educación poseídos de una alta influencia política con los gobernantes de sus respectivos estados pero desposeídos de una conciencia social a grado tal que se olvidan del verdadero sentido de la educación.
IV
Directivos de los diferentes subsistemas de este nivel educativo quienes de una manera un tanto acrítica o de falta de conocimiento acerca de lo que implica el estar al frente de una responsabilidad que más que laboral debería ser social, hacen saber a su respectiva comunidad que debe respetarse a pie juntillas lo que normativamente se encuentra establecido. Insisto, esto denota una falta de interés por monitorear o corroborar si realmente se cumple con estos preceptos legales, asevero esto dado que la presente reforma no ha dado los resultados que la propia normatividad plantea; haré alusión a tres aspectos que deben ser considerados como fundamentales: 1) en el seno de cada subsistema por necesidad institucional debería existir un proyecto de formación y actualización continua del profesorado, esto no sucede así puesto que solo se imparten cursos de capacitación que no tienen sustento en un diagnóstico y que en gran medida no responden a las necesidades educativas elementales, 2) la misión de un modelo curricular centrado en el desarrollo de competencias es la de promover una formación integral, esto no ha sido posible puesto que no se responde a esa integralidad, la dinámica que priorizan en los subsistemas es meramente disciplinar a sabiendas que la transversalidad en gran medida fortalecería o debería favorecer a esa formación integral, y, 3) la implementación de una Ley General del Servicio Profesional Docente, misma que en su estructura es ambigua y se presta en algunos apartados a múltiples interpretaciones de manera tal que se aplica a criterio de quien o quienes la interpretan. Esto violenta y vulnera la relación laboral de quienes deben someterse a dicha ley.
V
Docentes con posturas diferentes ante la implementación de esta reforma, los hay desde quienes les es indiferente la misma y siguen adoptando el mismo patrón de conducta pedagógica sin siquiera analizar cuáles podrían ser los alcances si cambian su postura y sus actitudes. Otros, que reaccionan de una manera un tanto radical pero que no generan alternativas para superar el estado de cosas que, a decir de ellos, es problemático; son los maestros que están a favor de nada y en contra de todo; por último, tenemos también a maestros que realmente se preocupan por coadyuvar al fortalecimiento de su contexto, sin embargo se enfrentan a dos grandes problemas: 1) que no se les brinda el apoyo suficiente para que ejerzan su práctica profesional en las mejores condiciones toda vez que, quienes deberían ser garantes de ello desconocen el sentido y orientación que se le debe dar a la reforma y, 2) que los tiene altamente preocupados el hecho de que se les evalúe para su permanencia como docentes, situación que genera en ellos una angustia tremenda a grado tal que se ocupan más en cumplir con esos requerimientos que virtualmente les solicitan que en atender a las actividades que son propias de su práctica profesional.
En conclusión, la aseveración de que la Reforma Integral de Educación Media Superior está pasando sin pena ni gloria, obedece a que no se ha cumplido cabalmente con lo que normativa y legalmente se encuentra establecido. ■
