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domingo, 5 mayo, 2024
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Mercado González Ortega: conservación y participación ciudadana

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

El desarrollo es imposible sin sustentabilidad patrimonial. En el caso de un estado con vocación turística como el nuestro esto es especialmente cierto. Pero la sustentabilidad patrimonial se aplica a todos los ámbitos de la vida social y productiva: en el campo (por ejemplo) la propiedad de la tierra que conserva sus antiguos propietarios como las comunidades con sus diversas formas de vida rústica. Se exige la conservación de la biodiversidad junto a la diversidad cultural. El patrimonio se convierte en sinónimo de ‘lo propio’ no solamente en términos de propiedad de cosas, sino cultural. La desaparición de la economía campesina es una forma de extinción de la sustentabilidad patrimonial. Así las cosas, el desarrollo se entiende no tanto como el crecimiento de cierta estructura económica, sino como el despliegue de la identidad. Y si de identidad se trata, la historia se convierte en un elemento esencial para tomar decisiones. Los edificios del Centro Histórico no se conservan por sus bonitas canteras, sino porque se han convertido en los portadores de los acontecimientos que han dado rostro de lo que ahora somos: los estuches de nuestra memoria. Éstas son las razones de que los ciudadanos se preocupan del uso y destino del cascaron de la vetusta ciudad.

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Con el conflicto del Mercado González Ortega quedó de manifiesto que a los ciudadanos les preocupa la memoria y los reductos de su identidad. Y también se puso de manifiesto que no hay posible defensa del patrimonio sin la decidida participación ciudadana. En el proyecto de hacer del mencionado Mercado un centro recreativo significaba modificar la sustentabilidad patrimonial de los zacatecanos, porque le daba un rostro distinto de forma radical el significado del espacio y con ello, borraba una parte importante de la memoria. Y se realizó todo un movimiento de resistencia de los locatarios, pero acompañados por artistas, académicos y ciudadanos diversos. Emprendieron acciones legales, exigieron al cabildo y a las autoridades municipales la transparencia del proyecto que pretendían realizar sin mirada pública, y eventos de apropiación del espacio como un festival de cultura alterno al oficial. En suma, la organización de la resistencia fue ardua y de amplia difusión. En las acciones directas participaban los ciudadanos organizados en una coordinadora que se creó ex profeso para el asunto, pero la simpatía que generó fue muy amplia.

Ahora que lograron detener las originales intenciones de las autoridades, se deberá continuar con las acciones en positivo: elaborar el prometido plan de manejo de todo el Centro Histórico y el proyecto ciudadano del propio mercado. Y algo muy significativo: la lección para toda la población en el sentido de que la clave para la solución de los problemas públicos es la activa participación ciudadana, en todos los ámbitos del desarrollo. La Triple hélice sigue dando frutos: academia, organización de la sociedad civil y prensa libre.

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