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sábado, 4 mayo, 2024
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Ser taxista es un trabajo digno como cualquier otro: Yajaira Sugei Campos

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Por: RAFAEL DE SANTIAGO •

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Yajaira Sugei Campos, ama de casa de 26 años, es una de las cuatro mujeres que conducen un carro de sitio en el municipio de Guadalupe.

A su esposo lo conoció en un taxi y explica que él conduce el auto de alquiler entre semana, mientras ella hace las labores del hogar, como cocinar, cuidar de los hijos, mandarlos a la escuela e ir por ellos.

Llegando el fin de semana, su jornada laboral inicia a las 5:30 horas, cada sábado. Se encomienda a dios y sale a recorrer las calles, las cuales describe como solas e inseguras. Durante estas frías mañanas invernales, piensa en sus hijos, que duermen en casa.

Regresa después de las 20 horas, aunque trata de darse un tiempo para poder ver a sus hijos, a su familia, pues este trabajo lo permite, menciona Yajaira.

Afirma que le gusta lo que hace, narra que su padre se dedica a “la volanteada” y en una ocasión le falló un chofer, y Yajaira le propuso trabajar; en un inicio no quiso, pues este trabajo implica un riesgo.

Aunque dedicarse al volante no fue fácil, tuvo que enfrentar y desafiar a una sociedad machista, incluidos hasta los compañeros de trabajo.

En ocasiones, los mismos clientes desconfían por ser mujer, sobre todo hombres, pues las mujeres toman confianza con ella y hasta consejos le piden, asevera.

“Hay hombres que se suben y dicen ‘híjole es vieja’, pero yo les digo, no desconfíe no la va a pasar mal, porque hay mujeres que manejan bien y quienes manejan mal, así como los hombres. Es difícil, pero todo se puede hacer en esta vida, y este es un trabajo digno como cualquier otro”, expresa la operadora de taxi.

Menciona que el horario se acomodó y Yajaira pudo hacerlo, tiene el apoyo de su familia y su pareja, y mientras trabajan los hijos se quedan con su madre.

Afortunadamente no ha sido víctima de agresiones o robos, dice, “pero no ha faltado quien ha querido incitarnos a hacer cosas que no van, pero no andamos por gusto sino por necesidad, yo les digo que tomen su lugar de pasajero y yo de operador, para que no malinterpreten”.

Otra de las satisfacciones de esta labor es el conocer gente, afirma, ya que “la hago de doctora, psicóloga, consejera, pero prefiero no hacer recomendaciones y mantener un trato respetuoso y amable con el pasajero”.

Recuerda que algunos que llevan alimentos le preguntan si ya comió y han llegado a compartirle.

Enfatiza que un cliente de la Ciudad de México dijo sentirse admirado al ver en provincia a una mujer taxista, oficio que desempeña el sector femenino con más frecuencia en las grandes urbes.

“Cuando nos hacen caras a mí y a mis compañeras, les digo que los ignoren, estamos empezando, pero sí pedimos que se elimine la discriminación, aquí estamos para apoyar a los compañeros en todo y vamos para adelante”, finaliza Yajaira.

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