15.8 C
Zacatecas
viernes, 17 mayo, 2024
spot_img

No hay nubes en el cielo (I)

Más Leídas

- Publicidad -

Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ • ROLANDO ALVARADO •

Los lectores de “Las palabras y las cosas”, libro de Michel Foucault publicado en 1966, recordaran que en la segunda parte, capítulo VIII, apartado 2, bajo el título “Ricardo”, se nos narra lo que pensaban los economistas clásicos, personificados en David Ricardo, respecto al destino de la humanidad. De acuerdo a Foucault la mutación en el conocimiento que tuvo lugar a fines del siglo XVIII y comienzos del XIX hizo aparecer el vasto campo de la economía política, dejando en las sombras el análisis de las riquezas, cuando introduce como elemento fundamental el concepto de “trabajo”. Para Ricardo, representante intelectual de los economistas de la episteme moderna, el origen de la riqueza no residía en la fertilidad de la tierra –como quiso ilustrar Quesnay en su “Tableau”- sino en el trabajo que convertía los yermos en jardines, pero a condición de lograrlo de manera difícil, y a la larga, cara. Obtener de la tierra sus frutos requeriría cada vez de mayor trabajo, porque en sí misma la tierra es incapaz de sostener una población creciente, por lo que sus productos se encarecerían hasta eliminar toda ganancia posible. Llegado ese momento de ganancia nula la población excedente moriría, la sociedad dejaría de crecer y la historia se estancaría. La economía es la ciencia de la escasez porque el hombre es un ser finito que constantemente pretende huir de la muerte, aunque al final de su jornada, en el fin de la historia, deberá enfrentarla y ser derrotado. Tal es la narrativa que nos abre el siglo XIX, y es bien sabido que esta narrativa llevó a Foucault a sostener que el marxismo invierte los términos del discurso de Ricardo, porque lo que para el economista ingles representará el estancamiento de la historia, para el marxismo será el comienzo. El capitalismo, analizado de acuerdo a la nueva estructuración del saber, produce continuamente miseria y riqueza, estando la miseria manifestada en la aparición constante del desempleo, de los bajos salarios, de la inclusión de todos los aspectos de la vida en el mercado, de presionar a los seres humanos hasta su muerte. Y es aquí donde aparece la originalidad del marxismo: en ese límite en el que lo que está en juego es la vida o la muerte, los obreros no tendrán más opción que suprimir el curso de la historia tomando el control de sus vidas. Para Foucault la promesa revolucionaria de Marx y la pesadilla de Ricardo son hijas de la misma disposición del saber que apareció en el siglo XIX, y por lo tanto: “El marxismo se encuentra en el pensamiento del siglo XIX como pez en el agua, es decir, que en cualquier otra parte deja de respirar”.

- Publicidad -

El pasado día 18 de septiembre de 2015, en el Foyer del teatro Calderón de la ciudad de Zacatecas, se presentó el libro “El pensamiento crítico frente a la Hidra capitalista I” que consiste de ponencias presentadas del 2 al 9 de mayo de 2015 en un seminario convocado por el EZLN con el fin de debatir lo que los zapatistas consideran que viene. Y lo que creen que viene es una tormenta. Las ponencias compiladas tienen la pretensión de provocar el pensamiento sobre el futuro inmediato, sobre lo que va a pasar en los próximos 10 o 20 minutos, quizás en un año, o ya está pasando. La recomendación que hacen es que la gente debe organizarse para afrontar eso que viene de la mejor manera posible.

La narrativa mediante la que nos ofrecen su visión de las cosas aparece nítidamente en la ponencia titulada  “Una guerra mundial”, entre las páginas 302-334. La guerra que dicen que viene se manifiesta en la reestructuración del paisaje de las ciudades con el fin de lograr la privatización de los servicios que ofertan: agua, atención médica, trabajo asalariado, administración del ocio, electricidad, drenaje, etcétera. Por supuesto que en esto no hay originalidad, es una reiteración del paulatino desmantelamiento del “Estado de bienestar” o del “Estado populista dadivoso”, con el fin de que los gobiernos y sus socios capitalistas puedan enfrentar la crisis fiscal que desde los 70 provocó el abandono de las políticas keynesianas. Con respecto al Estado de bienestar introducen una narrativa del “origen”. En el origen el agua, el aire, el cielo, el petróleo, la atención médica y las jubilaciones eran nuestras, pero fuera de ese origen queda la desolación. Al parecer el proceso que nos alejó del origen es irreversible, y para los zapatistas eso significa que no es un problema de administración, sino de la organización social misma que tiene en el Estado a su Moloch. Por eso los partidos políticos no pueden hacer nada, ya que para estos los problemas se reducen a aminorar la corrupción y reinstaurar políticas públicas dadivosas. Sin embargo es justo decir que no hay el intento de fundar un dogma en el libro, lo que sí hay es un sano escepticismo hacia un sistema político que, aunque parece diseñado para defraudar nuestras expectativas, periódicamente produce el discurso suficiente para que la gente vuelva a creer en él. (Continuará) ■

- Publicidad -

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias

- Publicidad -
- Publicidad -