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martes, 7 mayo, 2024
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La panacea de los 28 gramos

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Por: P. Aurelio Ponce Esparza • admin-zenda • Admin •

Recientemente el Presidente de la República envió al Senado de la República una iniciativa de reforma a la Ley General de salud y al código Penal Federal, entre otros puntos la reforma contempla modificar lo referente a la cantidad  de marihuana que una persona puede portar, la reforma específica que  ahora serán hasta 28 gramos, es decir, una onza aproximadamente. Esto se interpreta como dejar de criminalizar el consumo de la marihuana.

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La consecuencia más inmediata será que muchas personas que ahora están en la cárcel por portación de droga podrán quedar en libertad, esto sin duda que es una buena noticia, tanto para los implicados como para sus familias. Se pasa de un esquema prohibicionista a uno permisivista. Pero, es esta reforma la solución al problema de cultivo, consumo, transportación y tráfico de droga en nuestro país. ¿No es más bien una aspirina para un cáncer mortal que poco a poco nos ha ido invadiendo?

Muchos argumentan que la prohibición sólo ha provocado un mayor consumo, sobre todo entre los jóvenes, algunos otros alegan que otras drogas como el alcohol o el tabaco son mucho más adictivos y dañinos, lo cierto es que esta política permisivista abre la puerta para fomentar el consumo de la marihuana. Nuestro país vive sumido en una guerra entre cárteles de la droga y me declaro escéptico respecto a que esta propuesta de reforma revierta si quiera un poco el complejo problema del cultivo, venta, consumo y tráfico de droga.

Estudios recientes indican que cada vez es menor la edad de quienes comienzan a consumir alguna droga, la norma de la mayoría de edad es sólo una apariencia, pues para un adolescente resulta demasiado sencillo acceder a estos enervantes. La despenalización de la marihuana no disminuye el daño que la droga produce en quienes la consumen, el hecho de que pueda ser legal no la hace benéfica, sigue siendo una droga y sus efectos negativos siguen siendo reales. El uso de las drogas entre nuestros jóvenes es una realidad: antros, parques e incluso las escuelas son lugares comunes en donde se tiene acceso a las drogas.

Muchos estudiosos del tema ponen como ejemplo a países de Europa que hace ya muchos años despenalizaron la marihuana y otras drogas, pero lo que no dicen son las consecuencias negativas que esto ha traído en sus habitantes, son países esclavos de las drogas y sin ningún impacto positivo real en la sociedad.

Nuestro país se caracteriza por la desigualdad, la pobreza y la violencia; estos tres problemas engloban mucho otros y considero que a la base de todo esto se encuentra el nivel de educación que tenemos. Somos un país que no lee y por lo mismo no reflexiona, no discierne ni juzga. Nuestros jóvenes están siendo educados para exigir derechos, pero no para cumplir responsabilidades. Ante este panorama ¿cómo pretendemos que la sola despenalización de una droga sea la solución al terrible problema del consumo de la misma entre los adolescentes y jóvenes? Por lo demás esta cuestión ni siquiera se contempla en la iniciativa.

Un problema complejo y causado por múltiples factores no puede tener solución sólo desde un ángulo tan miope y restringido como la simple liberación de la droga, la respuesta debe ser integral, que vaya a la raíz del problema y no sólo a la periferia. Temas como el acceso a una educación de calidad, oportunidades de empleo y desarrollo, espacios de sano esparcimiento, acceso a la cultura, etc.,  necesariamente tienen que ver con el presente y futuro de un país.

La droga es un mal y ante el mal no se puede ceder ni tener compasión, legalizar una droga no la hace buena en sí misma, despenalizar el uso de la marihuana no nos pone al nivel de países desarrollados ni nos hace estar a la vanguardia. ■

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