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viernes, 17 mayo, 2024
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Titane, de Julia Ducournau

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 506 / Cine

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En los primeros instantes del filme se muestra a un hombre que viaja en automóvil en compañía de su hija, en el asiento trasero. A causa de una distracción ambos sufren un accidente. Por esta razón, la pequeña, llamada Alexia, tendrá que utilizar un implante de titanio en la sien por el resto de su vida.

Posterior a esto, la película se ubica unos años después, con Alexia, ya adulta (Agathe Rouselle), bailando de manera sensual encima de coches en eventos automotrices y convenciones de mecánicos. Este profundo vínculo que Alexia tiene con los autos desde su accidente de infancia, llega a su punto más alto cuando, una noche, la chica tiene relaciones sexuales con uno de estos vehículos. Este extraño encuentro, aunado a una serie de violentas situaciones, harán que Alexia cruce caminos con Vincent (Vincent Lindon), un bombero que años atrás perdió a su hijo Adrien.

En el cine de género (ya sea terror o ciencia ficción), uno de los aspectos más interesantes es el modo en el que los directores utilizan ciertos elementos para representar, de manera hiperbolizada, ese deseo de entendimiento sobre aquello que nos vuelve humanos. En ese sentido, en años recientes ha destacado el trabajo fílmico de la francesa Julia Ducournau. Desde Raw (2016), su alabada ópera prima, la cineasta ya demostraba esa ingeniosa habilidad para jugar con el delirio y la violencia del género y matizarlo con cuestiones más esenciales y humanistas. 

Esto también se vuelve evidente, con un considerable aumento de intensidad, en Titane (2021), la segunda película de la realizadora. Ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes, se trata de una original y muy impredecible mezcla entre thriller psicológico, drama intimista y relato de horror corporal. 

Dentro de su audaz y desafiante propuesta, la directora explora aspectos relacionados con el cuerpo femenino, su identidad y sus transformaciones. En medio de esto, también profundiza, de manera entrañable y por momentos conmovedora, en la relación entre dos seres humanos sumidos en la más profunda soledad. En ese sentido, se puede catalogar a la película como un drama familiar, al indagar en la construcción de vínculos afectivos entre personas dañadas que solo se tienen el uno al otro para apoyarse.

Esta alienación y su posterior búsqueda de pertenencia da lugar a una inesperada empatía, lo cual se puede interpretar como el reflejo de muchas tendencias de la actualidad relacionadas con identidades, géneros y sexualidad. Con todo, es un relato que entre sus múltiples capas y su profunda complejidad e inventiva se logra desprender de esos encasillamientos y lecturas parciales. 

Al final, Titane se trata de una experiencia visceral, en el sentido más literal de la palabra, sobre los misterios y aprisionamientos del cuerpo humano. Así como una exploración de la búsqueda de conexión y afecto donde sea que se pueda encontrar, incluso dentro de las rutas más oscuras e imprevisibles.

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-506

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