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domingo, 5 mayo, 2024
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Noria de Ángeles, panorama desolador debido a la minería

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Por: La Jornada Zacatecas •

■ Los animales siguen muriendo, “cayéndose porque toman agua dañina”, advierten habitantes

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■ 74.2% de la población de este municipio vive en condiciones de pobreza, según el Coneval

■ “En esta región es posible sembrar, pero la tierra no genera producción que pueda cosecharse”

■ Mina Real de Ángeles “no dejó obras, dejó sobras y familias con los pulmones aterrados”, señalan

A sólo 90 kilómetros de la capital se encuentra el municipio de Noria de Ángeles, lugar que hace 19 años albergó la mina de plata a cielo abierto más grande del mundo. Hoy, los pobladores de esta comunidad coinciden en el hecho de que haber tenido riqueza mineral en su subsuelo fue una maldición colectiva.

El pueblo que a inicios de la década de los 80 vio el nacimiento de una economía de bonanza con la apertura de la mina Real de Ángeles, y que a lo largo de casi 18 años explotó principalmente plata, plomo y zinc, hoy recuerda con indignación y enojo los estragos que les dejó la mega-minería.

Contrario al recurrente discurso oficial de que la minería conlleva crecimiento y desarrollo, actualmente 74.2 por ciento de la población de Noria de Ángeles vive en condiciones de pobreza, de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política Pública (Coneval).

Entrada al municipio de Noria de Ángeles

El despojo como modus operandi

En la década de los 80 del siglo pasado los habitantes de la comunidad Real de Ángeles, del municipio de Noria de Ángeles, fueron víctimas de una práctica minera que se volvería recurrente con los años y se multiplicarían los casos, destacando los de Salaverna, en Mazapil, y La Colorada, en Chalchihuites.

Esta constante por parte de las grandes compañías mineras se trata del despojo o intento de despojo de tierras y de poblaciones enteras para permitir la apertura de millonarios proyectos mineros.

Cuando Grupo Frisco inició la construcción de la unidad Real de Ángeles en 1979, el pueblo entero fue reubicado a algunos kilómetros, ya que sus hogares estaban justo en la veta que la empresa iba a explotar; “vivíamos arriba de la plata”, recuerda José Mario Ibarra, vecino de la localidad y ex trabajador de la mina.

Una vez abierta la unidad, informes académicos señalan que tardó sólo 18 años en acabarse el mineral y devastar más de mil hectáreas de uso agropecuario.

Las tierras cercanas a Real de Ángeles quedaron “cubiertas de una capa gris de plomo, arsénico y otras sustancias tóxicas de 10 a 15 centímetros de espesor y por tanto dejaron un enorme cráter”, según se relata en las memorias del Segundo Congreso Latinoamericano de Ciencias Sociales en la reseña: La Situación Actual de la Minería, evento organizado por la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).

A pesar de existir fundamentos académicos que demuestran la devastación, los habitantes de Noria de Ángeles no necesitan estas investigaciones para saberlo; cualquier poblador lo corrobora.

Tal es el caso de María Concepción Martínez, un ama de casa que relató que a 18 años de cerrar la mina, en esta región es posible sembrar, pero la tierra no genera producción que pueda cosecharse.

“No se da nada, simplemente el pasto se ha secado, está muy contaminado todo”, y agrega que a día de hoy, con el recuento de daños, está claro que fue “una maldición” el que alguna vez hayan abierto esa mina.

Los habitantes comentan que fue un 31 de diciembre de 1998 cuando Real de Ángeles abrió por última ocasión sus puertas. El primero de enero de 1999 todos se habían ido; tan sólo quedaron los recuerdos de una época de prosperidad que les prometieron, pero que nunca llegó, pues únicamente quedaron los desechos, las enfermedades y la contaminación.

María Concepción también refiere que el río, donde de pequeños acudían a bañarse y a lavar, todavía pasa por el pueblo. Sin embargo, ahora solamente es un foco de infección, “con agua negra y contaminada. (…) Ya no sirve para nada”.

Además, los animales siguen muriendo por la contaminación; “ahí andan todos flacos, todos cayéndose porque toman agua dañina”, concluye.

Esta vecina asegura que el enojo que sintieron en contra de los empresarios cuando se cerró la mina todavía está presente: “Nomás vinieron a hacer la maldad, porque una mejora no se le dio aquí al pueblo, se llevaron la riqueza de Zacatecas y se fueron mientras que las tierras quedaron inservibles”.

Aparte de esta situación, también atribuye a los contaminantes que dejó la mina los padecimientos de salud que advierte sobre todo en los niños, como es el hecho de que la mayoría usa lentes; “ya andan ciegos, nos perjudicó mucho la vista porque hay mucha contaminación”, dice.

Por su parte, Virginia López López, una vendedora de pollo en un pequeño puesto de la plaza principal de Noria de Ángeles, de igual manera recuerda que después del cierre de la empresa el pueblo quedó en ruinas y la población, enferma; a muchos habitantes, considera, “se les contaminó la sangre por los químicos”.

Indica que su esposo y uno de sus hijos trabajaron en Real de Ángeles; hoy están enfermos y sin una pensión: “tienen la sangre contaminada a causa de la exposición con los metales” y la mina nunca atendió la problemática.

Con enojo, la comerciante considera que los dueños de Real de Ángeles fueron “muy ingratos, porque primero se sirvieron de aquí, y ya al último se van; pienso que no se fueron tan fregados como quedamos nosotros, ellos se tuvieron que llevar algo de ganancia”.

Don Lorenzo es un ex trabajador de la mina, ahora vendedor ambulante de frituras y nieves, que también se queja de la contaminación a causa de la cual, asegura, se siguen muriendo animales. Recuerda que él entregó 18 años de su vida a Real de Ángeles y ahora tiene claro que la mina le dejó “pura friega” y al pueblo “nada”.

José Ibarra es otro ex minero que cuando terminó de trabajar en Real de Ángeles le detectaron 10 por ciento de silicosis, situación similar a la del resto de sus ex compañeros.

Si bien ahora no tiene complicaciones graves por este padecimiento, al preguntarle qué experiencia le dejó la minería, responde: “estamos muy jodidos, no hay ni una calle pavimentada, no hay de qué vivir”, sin contar que en las minas cercanas al municipio no ocupan a los jóvenes oriundos de ahí.

Antigua mina de Real de Ángeles
Antigua mina de Real de Ángeles

La orfandad  del trabajador

En la única plaza pública de Noria de Ángeles no es difícil encontrar personas cuyo pasado se relaciona con Real de Ángeles. Tal es el caso de Juan Francisco Villalpando, un ex trabajador de esa empresa que, debido a un accidente al interior de la mina, a la fecha debe ser dializado dos veces a la semana, además de que con su raquítica pensión apenas le alcanza para sobrevivir.

Francisco relata que en las minas se sabe a qué hora entran a trabajar, pero no la hora de salida; él en Real de Ángeles fue víctima de un accidente en 1998, dos meses antes del cierre de la empresa.

Recuerda que en los últimos meses la minera dejó de invertir en el mantenimiento del equipo por lo que, al quedarse sin frenos el camión que conducía para transportar mineral, se fracturó la columna “y desde allí la vida para mí empezó a cambiar”.

Lamenta que, por una mala valoración de los doctores y el nulo apoyo del Sindicato Minero ahora liderado Carlos Pavón, únicamente fue indemnizado con 60 por ciento de su salario.

Villalpando señala que el Sindicato Minero sólo finge ayudar al trabajador, cuando en realidad trabaja a favor de los empresarios; “cuando uno se empieza a enfermar ya no le hacen caso. (…) Cuando yo me encontraba postrado y necesitaba una operación de columna, me dejaron solo. El sindicato ya no me pudo ayudar”, asegura.

El ex minero expone, por otra parte, que en su municipio los jóvenes se ven obligados a irse a trabajar fuera de Zacatecas porque las mineras de la región no siempre los contratarán y, cuando sí lo hacen, los salarios son precarios: “aquí muchos ganan mil 200 pesos por semana”.

Francisco Villalpando aprovecha para reprochar la actitud del sindicato ya que no permite la autocrítica por parte de sus agremiados. En concreto, critica la actitud del líder sindical Carlos Pavón y sostiene que ha traicionado a los trabajadores de esta organización.

La minería debe pagar más impuestos, coinciden

Actualmente en Zacatecas se aprobó la aplicación del denominado Impuesto Ecológico, con el que el Gobierno estatal prevé recaudar más de mil millones de pesos.

La medida ha desatado la inconformidad de algunos sectores como las empresas mineras, la cervecera Grupo Modelo y el Sindicato Nacional Minero Metalúrgico, encabezado por Carlos Pavón.

Recientemente, también el Gobierno Federal ha hecho presencia en el conflicto al interponer una controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) para echar abajo este nuevo gravamen.

Al respecto, los habitantes de Noria de Ángeles creen que el Impuesto Ecológico es justo y los empresarios deben pagar más.  La señora Concepción Martínez señala: “claro que se les debe cobrar, nosotros quisiéramos que (en Noria de Ángeles) se hubiera visto una mejora, pero no hubo nada, todo empeoró, se les debe cobrar”.

Virginia López refiere que en las reuniones de ejidatarios se ha tratado el tema del impuesto y, al respecto, dice que “yo sí quisiera que paguen más impuestos, es justo, mire cómo quedamos. Yo aquí en mi negocio (venta de pollo) pago impuestos, tengo contador porque, si no, no me admiten tener aquí mi changarro. Yo pienso que hay que ser parejos, que paguen más, los que tienen más ganancias”.

Francisco Villalpando también coincide en la necesidad de cobrarles más impuestos a las mineras y señala que el dinero debe quedarse en las comunidades porque, de lo contrario, seguirá sucediendo lo que ocurrió en Noria de Ángeles, donde la empresa “no dejó obras, dejó sobras y familias con los pulmones aterrados”.

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