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viernes, 17 mayo, 2024
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Soñando con una política de altas miras

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Por: ÁLVARO GARCÍA HERNÁNDEZ • admin-zenda • Admin •

Cuando estoy muy cansado o enfermo, duermo profundamente y despierto con las reflexiones inherentes a lo que Morfeo me ha dictado la noche anterior. Hoy, he disfrutado en mi letargo de una nueva estructura que nos proporcionaba satisfacciones colectivas. La política era un instrumento para hacer el bien y no para manipular o enaltecer solamente a ciertos privilegiados, en mi sueño, la política ofrecía la posibilidad de crecer a través de los méritos y, los debates eran abiertos y con un alto contenido de estrategias, argumentaciones y posturas bien fundamentadas. La Constitución Política Federal prohibía el tránsito de los políticos de un partido a otro, en su caso, tenían la obligación de crear otros institutos con nuevas bases e ideologías propias, por su parte, la autoridad electoral realizaba una minuciosa auscultación de los procesos electorales, con el propósito de evitar el ascenso de algún político que hubiera sido sentenciado por algún delito o hubiera ingresado al Registro Político Nacional por ser una persona incumplida o que una vez que hubiera ocupado un cargo de elección popular, no hubira respondido cabalmente a la ciudadanía, por cierto, en este registro de acceso público, se podía localizar el expediente de cada hombre y mujer que quisiera involucrase en la vida política nacional, estatal y municipal. Las candidaturas eran ofertadas de acuerdo al mérito y la trayectoria profesional de los aspirantes, así, si el candidato tenía solamente licenciatura, podría acceder únicamente a ciertos puestos. En mi sueño, se apreciaba mucho el trabajo previamente realizado a la comunidad de lo contrario, no era posible pensar en candidatearse a ninguna posición. El acceso al poder era de otra forma, por ejemplo, los candidatos a la Presidencia de la República solo podían contender por una sola ocasión, así se garantizaba a las futuras generaciones de militantes, el acceso a esta aspiración, esto terminó con el empecinamiento político de postularse continuamente hasta envejecer, dejando sin oportunidad a muchos jóvenes que solamente ven pasar a los dinosaurios del poder que se resisten a dejar de seguir mamando de la ubre del erario. Había una genuina y honesta división de poderes, por ello, cada poder era responsable de sus finanzas y sus nóminas con lo cual, se terminaba la regla del que el que paga manda. La política se hacía de otra forma, no se entregaban despensas ni otras dádivas ya que el trabajo previo de los candidatos era su carta de presentación con la sociedad por lo que la ciudanía había madurado y se había convertido en un órgano de incidencia que exigía cuentas y resultados positivos a las personalidades electas, de lo contrario, se les juzgaba y embargan los bienes obtenidos ilícitamente. La corrupción era cada vez menos pues cada individuo tenía los elementos institucionales y legales necesarios para denunciar actos contrarios a las normas. Los jóvenes dejaron de ser títeres y borreguitos del poder y se convirtieron en seres pensantes, cuestionadores de cada pelele que se atrevía a postularse lo cual, hacía que cualquier pretenso se capacitara bien hasta para hablar y proponer acciones posibles; así la política había dejado atrás a los hermosos y bonitas, o como es en algunos casos, un paraíso de juniors, un sistema monárquico que hereda por apellido o parentezco los cotos de poder. Por otra parte, el respeto a la autonomía de las universidades era una garantía defendida a capa y espada y por su parte, los universitarios identificados como la materia pensante y reflexiva, realizaban una selección de candidatos exclusivamente por trayectoria académica, por lo tanto, pertenecer al Sistema Nacional de Investigadores, publicar libros o artículos en revistas especializadas tanto nacionales como extranjeras era indispensable, además de tener carga frente a grupo y contar con el aval de sus alumnos. El país y el estado transitaban hacia el progreso ambientalmente sostenible, cada quien hacia su trabajo y la riqueza de México era distribuida de manera equitativa con menores impuestos y mejores servicios públicos, con obras analizadas conjuntamente con la ciudadanía y no solamente al arbitrio de una sola persona y los intereses de su séquito. Mi sueño queda muy lejos de nuestra realidad y hoy, no podría aconsejar a ninguno de mis hijos que se dediquen a la política, actividad nefasta y pueril que garantiza solamente la permanencia de los lastres sociales que nos afectan por igual a todos. Necesitamos otros políticos con altas miras y una visión más elevada de la política en México y en Zacatecas. ¿Conoce usted alguno? ■

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*Representante de Zacatecas ante el

Consejo Consultivo Nacional para el Desarrollo Sustentable

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