22.5 C
Zacatecas
viernes, 26 abril, 2024

La venta de niñas: escándalo infame

Más Leídas

Por: Mauro González Luna •

La venta de niñas mixtecas en Guerrero es un escándalo. Uno de dimensiones inconmensurables desde toda perspectiva. Palabras terribles se han dicho sobre los escándalos de esa índole: «¡Hay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar, antes que escandalizar a uno de estos pequeños». Y junto a quien los ocasiona, las imperturbabilidades y omisiones de gobiernos y sociedad en conjunto.

Las niñas, desde los 12 años, son vendidas por sus padres al marido. Vendidas a un precio, en dinero o a cambio de reses o tierras, por ejemplo. Una iniquidad, una infamia, una afrenta que clama al Cielo; ello exhibe un uso bárbaro, contrario a la naturaleza inmutable de la dignidad y libertad humanas, cuyo respeto nunca puede depender de usos instaurados por la voluntad del hombre.

Un escándalo que debiera estremecer a toda la nación, a toda, por su inhumanidad, por darse en pleno Siglo XXI en que tanto se habla de derechos humanos, indigenismo, feminismo. Y junto a dicho escándalo, el de la indiferencia de tantos neoliberales y no neoliberales, todos muy ocupados en bagatelas, engaños, ambiciones prematuras, palabrería.

Por fortuna, algunas personas y organizaciones civiles defensoras de derechos humanos levantan la voz y brindan apoyos, pero ello no basta en absoluto, pues lo que urge para erradicar tal costumbre, es el reencuentro con el siempre Nuevo Humanismo, inaugurado hace dos mil años por el León de Judá.

Maurilia Julio Solano, mixteca, partera de 61 años -vendida de niña- amasa unas tortillas en su casa de Juquila Juvinani, Guerrero, y relata: «Te hacen sufrir por el simple hecho de haberte comprado», conforme a información de Euronews, del 23 de mayo de 2021.

Indiferencia generalizada ante ese crimen arraigado; ante la trata de menores en rubros de pornografía y mendicidad, en la que México ocupa primeros lugares mundiales, según la organización internacional A21; ante la violencia que priva de la vida de forma brutal a miles y miles de personas; ante la destrucción de la naturaleza con tala clandestina y altas emisiones de gases mortales. Todo ello revela un «espesamiento» que hace de la persona de corazón, una sin gracia, común, envejecida del alma, en palabras de Charles Péguy en su diálogo entre la historia y el alma pagana.

Charles Péguy, pensador enfático y poderoso, poeta, patriota francés muerto en la batalla del Marne en 1914, habló en su momento de la niñez y juventud llenas de gracia y corazón, precisamente lo opuesto a lo común y espeso. Dijo, «Ni la niñez, ni la juventud tienen nada de común; el niño es siempre un noble, el joven es siempre un noble, lo que viene después es lo que deja de ser noble».

Y, sin embargo, niñas mexicanas convertidas de un día para otro, en esclavas, en simples objetos de humillaciones, deseos, trabajo forzado. Niñas vendidas por monedas que recuerdan otra venta, la más infame de la historia, hace 2 mil años. ¡Madres esas niñas a las que, descartadas, en ocasiones les son arrebatados sus bebés de meses por el padre de éstos, que se siente propietario de meras cosas!

Una verdadera tragedia humana dicha venta de niñas que apaga sonrisas infantiles, más valiosas que todo el oro del mundo.

El reino del dinero rigiendo hoy, tanto a poblaciones premodernas con sus ventas de niñas, como a vastos sectores del mundo moderno y posmoderno con su mezquindad, hipocresía, emisión letal de dióxido de carbono. Tras el brillo y vanidad de ese mundo, se oculta un infierno de abandono, sufrimiento, desdicha.

Y no importa que sea una o miles de ellas las vendidas: no es la cantidad lo que define la infamia, sino el atentado, la afrenta misma a la dignidad inalienable de todo humano; afrenta que dinamita el orbe todo de la cultura, el orbe todo del espíritu. Pero, además, son miles los casos de alegrías y porvenires truncados a temprana edad, según información reciente de la agencia Ameco Press.

Niñas convertidas en cosas a las que muchas veces se les cuelga un letrero que dice: en venta, según declaración de integrante de Zihuachikahua, casa de atención a la mujer indígena en Guerrero.

Hay quienes justifican semejante atentado a la dignidad de las niñas, recurriendo a la idea de que el mismo obedece a «usos y costumbres» indígenas. Pero hay de usos y costumbres, unos loables, otros harto censurables, intolerables que se deben erradicar, como se erradicó la antropofagia hace siglos.

Nunca es justificado hacer de la persona humana una cosa, un medio, un objeto, una mercancía intercambiable, una esclava al servicio del marido, del suegro y su familia. Nunca, a la luz del derecho natural, de valores objetivos y trascendentes. Esa venta de niñas equivale a trata de personas, es decir, es un crimen contra derechos fundamentales reconocidos en todas las constituciones democráticas y convenciones internacionales.

Nuestra Constitución en el artículo segundo, establece con claridad en su parte conducente: «Esta Constitución reconoce y garantiza el derecho de los pueblos y las comunidades indígenas a la libre determinación y, en consecuencia, a la autonomía para: aplicar sus propios sistemas normativos en la regulación y solución de sus conflictos internos, sujetándose a los principios generales de esta Constitución, respetando las garantías individuales, los derechos humanos y, de manera relevante, la dignidad e integridad de las mujeres».

La defensa y protección de dicha dignidad es la piedra angular de toda sociedad civilizada, y, no obstante, los derechos fundamentales de cada niña vendida son horrendamente violentados por tal costumbre que nada justifica, nada.

Es apremiante que la sociedad, unánimemente, despierte, se conmueva y levante la voz ante dicha tragedia; que el Estado en todos sus órdenes -que es una parte del cuerpo político al servicio del pueblo y no de sí mismo- responda, asuma su papel y tome de inmediato todas las medidas pertinentes, mediante un plan estratégico, para erradicar tal uso, tal trata de niñas indefensas.

Es tiempo de que México abandone el «narcisismo organizado y neurótico», es decir, el no ver a otras personas y cosas como reales, a menos que ellas puedan ser relacionadas con los limitados y egoístas deseos del yo centrado en sí mismo y en tales deseos, según análisis genial del contemplativo Thomas Merton. Cuando lo haga, legitimará su existencia como nación ante las venideras generaciones, la cultura, el medio ambiente y la historia.

Se requiere para ello, un Nuevo Humanismo centrado en el compadecerse de la desdicha del prójimo concreto de carne y hueso, no de la abstracción colectivista de masas tan inhumana en la práctica, como lo advierte Merton. Se requiere conciencia de la gravedad extrema de dicha costumbre, inteligencia, compromiso, persuasión, formación integral que concientice en el valor de la dignidad.

Dedico este artículo con humildad, afecto y respeto, a las niñas de la Montaña de Guerrero, con la esperanza de que sus sonrisas nunca se vuelvan a apagar, que su dignidad y derechos jamás se vuelvan a vulnerar; y con el anhelo de que México entero, el guadalupano, exija la erradicación de esa costumbre, y de no hacerlo, que las piedras mismas clamen justicia para ellas, nobles niñas.

Noticias Recomendadas

Últimas Noticias