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sábado, 4 mayo, 2024
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Zacatecas, una historia inolvidable

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Por: MIGUEL ÁNGEL AGUILAR •

Historia y Poder

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En los concilios nacionales de los pueblos de dios, el zacatecano imploró de rodillas cesaran las guerras, las invasiones extranjeras, los fusilamientos, el saqueo vil.

Pero los príncipes contrataron a los mercenarios para inundar aún más de desastres el gris panorama, y entablaron el encono, la mentira, la desunión y la infamia.

Complicadas maniobras tuvo que sortear el pueblo zacatecano para salir hacia adelante, sin prudencia alguna las tropas entraban a los hogares saqueando toda pertenencia, participando en violaciones tumultuarias y amenazando directamente a sus líderes que cesara toda huelga, todo intento de sublevación, menos aún, la organización obrera y campesina.

Así estaba la situación con un pueblo sitiado por las hambrunas, las sequias y la explotación vil y descarada de las compañías extranjeras y los amos locales siempre rodeados de aduladores y cobardes, en cuyos planes eternamente ha estado la traición, la comparsa, la camarilla y la simulación.

Una de las primeras acciones que hicieron los gobiernos sensatos y republicanos fue prohibirle a la Iglesia zacatecana que albergara en sus dominios a los recién fallecidos y así evitar la propagación de las enfermedades,-también cesara como dominante en la vida pública oficial- las otras acciones urgentes fue paliar el hambre y el frío, apoyar a los múltiples hospicios, promover casas de empeño, liberar a prisioneros políticos y del fuero común que delinquieron por hambre, promover la justicia, el reparto agrario, la fortificación de la ciudad.

El pueblo quiso erradicar los sedimentos de las oscuras pasiones tan en boga por doquier en la que los partidos políticos eran comodinos y astutos zorros de la politiquería barata, a los sindicatos traicioneros como cuna de flojonazos en lugar de la pelea constante y no el acuerdo miserable con los patrones desquiciados y hubo respuesta, hubo trama desenredada, hubo salida, aunque después, -hoy- las turbulencias sigan fuertemente encadenadas a la miseria y la desigualdad que de-genera hagan lo que les venga en gana al crimen organizado.

Los pueblos del mundo saben que el zacatecano es noble, fuerte, resistente, pero que todo tiene un límite. Su historia está llena de milagros, acciones justicieras, traiciones sin nombre, pero con un aliento y una hermandad que la caracteriza en el firmamento de las futuras rebeliones y el progreso real de sus pobladores.

Ojalá. ■

 

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