La Gualdra 244 / Río de palabras
Le digo que podría robarme un libro para ella, que es mi manera de incendiar el mundo. Se acerca, coge mi cara entre sus manos. No sé si con su gesto consiente mi propuesta, si le provoco lástima, si entiende lo que digo. Si entiende, por ejemplo, que siempre he querido ser un personaje de la literatura. De repente se ríe, abre la boca en carcajada. Sus mejillas se colorean. Baja mi cara hasta la suya y me besa la frente. Luego se acerca a mi oreja, susurra que no, que no robe nada, que además si de fuegos se trata, prefiere un bombero.
Más tarde le insisto, podría robarme cualquier libro que quisieras. Ya no me dice nada, simplemente se sale del cuarto. Adivino que se termina de vestir en la sala. Sale de la casa, deja la puerta abierta. Los gatos seguramente escaparán toda la tarde y regresarán oliendo a humo y tierra.
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