No se trata solamente de acomodarse a los rituales de fin de año, y situar como parte de nuestros buenos deseos, aquello que consideramos como “el ideal político a alcanzar”, una democracia real ¡ya!, es evidente que no alcanza con situarla en la lista de los buenos deseos para el nuevo año, ni siquiera, para darle mayor chance de que se realice, si la acompañamos con una invitación a compartir alimentos y bebidas, la noche de fin de año, a nuestras actuales -o futuras- compañeras y compañeros de ruta.
Naomí Klein entre muchas otras voces, expresa con claridad la forma de asumir esas luchas en el ámbito ecológico, y con especial urgencia, en la lucha contra el calentamiento global, luego de los inservibles “Acuerdos históricos” de París como resultado de la COP-21.
La reconocida activista canadiense, en una reciente entrevista, lo subraya cuando menciona junto con lo mencionado en el epígrafe, lo siguiente:
“El liderazgo debe venir de abajo, de la comunidad, llevando a cabo acciones directas […] Acciones que deben hacerse visibles, en los mercados financieros y en los tribunales: desinvertir en las empresas que extraen, hacer que aparezcan como inversiones de riesgo, denunciar las mentiras y la deshonestidad de una gran empresa como Exxon, llevarlas ante los jueces, demostrando que conocían los efectos del cambio climático y que han mentido a propósito. Tenemos que cambiar la dinámica, debilitando el poder de los intereses que estamos combatiendo”.
En el balance que ofrece de la Cumbre climática en París, Naomi Klein, opone en dos polos antinómicos, las posiciones de los representantes de las principales potencias, como las del gobierno francés, que quita protagonismo a otras voces que proponen alternativas efectivas contra el calentamiento global.
Contra esa activa destrucción ecológica, es preciso desarrollar una inteligente, creativa vida de lucha permanente, dirigida a ir… “debilitando los intereses que estamos combatiendo” y fortaleciendo las alternativas realmente existentes que pueden suponer la diferencia, entre un mundo aún habitable para nosotros y para nuestros hijos y nietos, o bien, el cumplimiento inexorable de la lógica de lo peor, mientras nos intentan ocultar mediante una especie de sórdido “apartheid mediático”, los modos en que la amenaza del colapso avanza con pasos cada vez más acelerados.
Los problemas ecológicos, no son -solamente- problemas científicos, son también, sobre todo, y principalmente problemas políticos, implican a la Institución de la sociedad globalmente considerada (de ahí la necesidad del proyecto de autoinstitución reflexiva y permanente); o, para decirlo de otro manera, no se trata solamente de que una parte no está funcionando, y haya que introducir una “reforma” para subsanar ese problema, por ejemplo el reciclaje de la basura, o el desperdicio del agua potable en los hogares, o una nueva legislación ecológica. Sabemos que se puede legislar…perfectamente para criminalizar al “ecologismo de los pobres”, expresado en la defensa de sus territorios, como es el caso de las reservas naturales que forman parte del patrimonio de los pueblos y naciones indígenas, o de los bienes comunes de las poblaciones rurales o urbanas, que se encuentran en la mira de los voraces intereses de las grandes corporaciones mineras, petroleras, alimentarias, turísticas, etc., etc.
Así que en este ámbito -el de la ecología- (que es un ámbito que debemos considerar como parte fundamental de la política, entendida como actividad colectiva reflexionada y lúcida para dar acceso a “todoas” al poder propiamente público), nuestro problema, es cómo convertir en iniciativas desde abajo, la lucha por la justicia energética, por la agricultura ecológica y el transporte público, por la propiedad y el control de la comunidad sobre las fuentes de energía renovables, por la propiedad y control del agua entendida como bien común, etc.
Enfrentamos cuestiones gravísimas, y debemos entender que no se trata solamente de un problema del 1% de la población, contra el 99%, también se trata de un problema que tiene que ver con todo el sistema, y con la gente formada bajo ese sistema, con sus valores, actitudes, procesos de subjetivación, etc., enfrentamos en este plano, un problema que atañe al tipo antropológico creado por el capitalismo contemporáneo, televisión, consumismo, enriquecimiento, etc., un coctel incompatible ya con la construcción del mundo común.
El patrón estructural cada vez más evidente, a pesar de toda la mistificación, y la espesa niebla ideológica: no es “desde arriba” desde donde vendrán las soluciones, sino que estamos obligados a organizarnos para luchar volviendo a tomar el control de nuestras vidas, en manos de la propia ciudadanía, “desde abajo”, mediante nuevas formas de democracia directa: no existen atajos, y ese camino, se hace solamente al andar. ■
Ver:http://www.sinpermiso.info/textos/la-lucha-por-el-medio-ambiente-debe-venir-de-abajo-entrevista
