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viernes, 26 abril, 2024
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El contranoticiero

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Por: Rodrigo Reyes Muguerza •

Basta repasar las páginas de los periódicos de nuestro país, echarse un clavado en las publicaciones de las redes sociales o sintonizar los noticieros con mayor audiencia para darnos cuenta de que casi todo lo que se dice y opina tiene un carácter negativo.

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Las redes sociales están llenas de influencers que en solo 280 caracteres plantean opiniones categóricas sin ningún tipo de matiz sobre lo que ellos consideran que el presidente, su gabinete y los servidores públicos están haciendo mal. Dentro de sus tuits no hay espacios para soluciones. Parece que es un espacio en el que se puede destruir pero difícilmente se logra construir.

La semana pasada Carlos Urzua dejó de ser secretario de hacienda y pasó a ser algo que hoy en día parece más importante, se convirtió en trending topic. Quienes antes de su renuncia le exigían que explicara los resultados del crecimiento del PIB en nuestro país, fueron los mismos que celebraron su valiente posicionamiento rebelde hacia el presidente.

De esta manera, el ex secretario de hacienda se unió a la lista de temas que nos tienen polarizados como lo son la ubicación del nuevo aeropuerto, la construcción de la nueva refinería, la puesta en marcha del proyecto del tren maya, la expansión de los programas sociales, la Guardia Nacional y en general todos los proyectos que encabeza el Ejecutivo Federal.

Estos temas también ocupan centenares de las columnas de las plumas mejor posicionadas de México. Muchas veces basta leer los títulos de sus colaboraciones en donde frases como “Urzua, último grito para corregir” ponen de manifiesto la postura del autor. Esto no es malo, una columna de opinión, como esta, siempre contiene un tinte ideológico. Lo que preocupa es que parece ser que la maquinaria noticiosa que anteriormente protegía las acciones gubernamentales poco a poco se ha ido volcando hacia una crítica sistemática, muchas veces poco fundamentada, contra absolutamente todas las actuales propuestas de políticas públicas.

Sin contar con un estudio estadístico que lo sustente, me atrevería a decir que este tipo de notas cargadas de negatividad predominan no solamente en nuestro país sino a nivel mundial. Quienes se ganan la vida intelectualizando saben que hoy en día resulta mucho más atractivo generar titulares catastróficos porque eso es lo que el mercado de las noticias busca. Las buenas noticias no venden, las malas si.

Esta realidad mediática permea en las discusiones diarias que tenemos con nuestros amigos, colegas o familiares. Aquí es donde nuestras relaciones se empiezan a complicar pues cualquiera que se muestre a favor del gobierno, de entrada y cuando menos, es tachado de dogmático y de tener fe ciega en alguien que es acusado de comportarse como mesías. Quienes se encuentran en contra, son tachados de ser seres insensibles que no quieren terminar con el sistema de privilegios existentes y sin ningún interés en recomponer la situación social de nuestro país.

Todo esto está sucediendo solo ocho meses después de que Andrés Manuel López Obrador se puso la banda presidencial. De seguir así durante el resto del sexenio, independientemente de los resultados que entregue esta administración, acabaremos con una sociedad sumamente fracturada. Muchos son los que culpan al presidente de la polarización que estamos experimentando pero recordemos que para bailar tango se necesitan dos y hoy en día el enfoque de los medios de comunicación y de aquellos que tienen peso en las redes sociales está siendo un motor que impulsa la división de nuestra sociedad.

Lo peor de todo es que estas batallas ideológicas muchas veces carecen de sentido al estar basadas en los argumentos no sustentados de noticieros, columnistas, influencers y demás personas que solamente buscan los reflectores pero no necesariamente quieren informar de manera objetiva. Por ello, aunque ahora tenemos acceso a más medios de información, de manera más rápida, con bajo costo y a pesar de que la libertad de expresión se respeta mucho más que hace unos años, resulta complicado formarnos una opinión objetiva.

Por eso, este espacio busca convertirse en un contranoticiero, tratando de dejar de lado toda la interferencia existente que los medios y muchos intelectuales utilizan como carnadas para tener una audiencia mayor y centrarse en la descripción objetiva que permita celebrar lo bueno que está pasando y aportar soluciones para corregir los errores que se estén cometiendo.

Sin duda alguna, como cualquier otro espacio de opinión, existirán puntos de vista inclinados hacia cierto grado de la balanza pero al menos esta inclinación provendrá del análisis de datos objetivos y no de la necesidad de ganar adeptos alimentando una profecía apocalíptica que lejos de beneficiar el debate o el desarrollo de nuestro país empantana las posibilidades actuales que tenemos para lograr cambios positivos y transitar hacía una sociedad más próspera.

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