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viernes, 26 abril, 2024
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Exploraciones en La Quemada revelan nuevos datos sobre la historia de su arquitectura

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Por: FELIPE CASTAÑEDA ROMERO* •

La Gualdra 390 / Arqueología / Ollin: memoria en movimiento

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La más reciente excavación realizada en la Zona de Monumentos Arqueológicos La Quemada, dio como resultado el descubrimiento de una etapa constructiva previa a la que podemos observar al visitar hoy en día el sitio, en principio por la destrucción de los edificios que paulatinamente se integran al paisaje natural, pero también porque fueron sepultados deliberadamente por sus antiguos ocupantes. Recordemos que la tradición arquitectónica mesoamericana es -guardando las proporciones-, como una matruchka rusa, pues la arquitectura conserva en su interior estructuras más tempranas, o bien, puede tratarse de elementos que quedaron sepultados tras remodelaciones o ampliaciones que recibió el edificio a lo largo de su vida útil y sagrada.

La exploración se hizo en el pórtico, que junto con la sala hipóstila y la plaza, con los cuales forma una unidad arquitectónica, son las estructuras más amplias de la región arqueológica del Valle de Malpaso (Fig. 1), e inclusive superan en monumentalidad la arquitectura de sitios como Alta Vista (Chalchihuites), Cerro del Teúl (Teúl de González Ortega), Las Ventanas (Juchipila) o el Cerro del Huiste (Huejuquilla el Alto Jalisco), que fueron centros de poder contemporáneos a La Quemada, además de que presentan similitudes materiales, lo que nos habla de lo integrado que estaban las culturas prehispánicas del centro-norte de nuestro país entre los años 600 y 900 de nuestra era.

Fig. 1. La Quemada. Vista al norte que presenta en primer plano el complejo arquitectónico del Salón de las Columnas, la Plaza Principal y el pórtico. (Foto: Gerardo Rivera, 2018).

 

En el sector norte del pórtico del Salón de las Columnas en La Quemada, se realizó una excavación arqueológica para liberar el muro sepultado por sí mismo y por los agentes naturales y culturales en los que se vio envuelto tras su abandono. Los escombros del muro quedaron disgregados sobre el piso de barro, aprisionando el terrado en llamas que magnetizó el piso,[1] pues tanto el pórtico como el Salón de las Columnas conservaron después de un milenio las evidencias indirectas del fuego que dio fin a las actividades en estos recipientes multitudinarios. En un área de aproximadamente 100 m² se distribuyeron los escombros del muro, ayudando a la preservación de algunas vasijas cerámicas, artefactos de piedra, instrumentos de hueso y fragmentos carbonizados de la estructura de madera que soportó el terrado.[2]

Pero sobre todo llamó la atención que el flanco norte de la plataforma hubiera sido elevado en algún momento de la ocupación del sitio. Pues al visitar las ruinas no se percibe la presencia de la plataforma en su sección norte, ya que los depósitos naturales y rellenos culturales la sepultaron, formándose una pendiente que se integra con las laderas alargadas del cerro (Fig. 2). Por otra parte, el muro que fue liberado, parece ser que lo edificaron una vez que se niveló el terreno, con lo que quedó sepultada la escalinata y difuminada la cara norte de la plataforma, quedando un estrecho vano para regular el flujo de tránsito. El ingreso por la parte norte del pórtico debió ser de uso exclusivo y reservado para ciertos estratos sociales de la sociedad, mientras que los flujos cuantiosos de gente ingresaron por los accesos de la Plaza Principal, de los cuales tenemos indicios no arqueológicos, sino de la cartografía del siglo XIX.[3]

Fig. 2. Vista aérea de la sección norte del pórtico antes (A) y durante el proceso de excavación (B). Nótese en la parte izquierda que aparece el perfil de la plataforma (*). Fotos: Gerardo Rivera, 2017.

 

El sondeo también permitió el registro de dos escalones que van adosados al paño de la plataforma, y se encontraron a poco más de dos metros bajo la superficie de transito actual (Fig. 3). Pero debido a que los objetivos estaban dirigidos a la liberación del muro, no se exploró más este elemento y fueron, después de un registro detallado, sepultados para futuras investigaciones. Con lo que queda abierta una línea de investigación que deberá revelar más sobre el aprovechamiento de los espacios y la historia constructiva de este importante centro de poder regional.

 

 

Fig. 3. Sección norte de la plataforma (A) y detalle de la escalinata adosada (B) en cuyos peldaños se registro una capa de barro cocido sobre la huella (*). Fotos: Felipe Castañeda, 2017.

 

* Arqueólogo de la Zona Arqueológica La Quemada / Centro INAH Zacatecas.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/390

 

[1] La exposición al fuego de los pisos de barro, modifican su composición magnética, lo que permite a la arqueología obtener información cronológica, es decir, se puede con técnicas de paleomagnetismo obtener las fechas aproximadas en las que ocurrió el incendio.

[2] El terrado se define como un sistema constructivo de cerramiento consiste en colocar sobre la viguería una cama de varas, tablas o tejamanil y encima de esta, una capa de tierra y cal. En: Gendrop, Paul, Diccionario de arquitectura mesoamericana, Editorial TRILLAS, México, D.F. 2001, p. 198.

[3] Pueden consultarse los planos del ingeniero franco-alemán Carl de Berghes (1855) o los alzados y proyecciones del geólogo francés Edmond Guillemin Tarayre (1867).

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