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viernes, 26 abril, 2024
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Intentar boicotear la elección presidencial sería “un suicidio de la clase política”: Barranco

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Por: ALMA RÍOS •

Advierte que el INE se ha convertido en un órgano de élite que se alimenta con funcionarios

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Si el electorado acude a las urnas en una cifra mayor a 65%, “no hay fraude, por más orquestado o más financiado, que aguante una participación de esas dimensiones”

Sobre el asesinato de candidatos, considera que “el Estado ha mostrado su profunda incapacidad de imponer el orden y por el contrario, ha permitido hacer”

 

A escasos días de la jornada electoral y tras un proceso que ha mantenido en la gran mayoría de las encuestas a Andrés Manuel López Obrador como candidato puntero de inicio a fin “por una abrumadora mayoría –casi de dos a uno-. En este momento bajarlo, ya sea por medio de escándalos, compra y venta de votos, o a través de una anulación que den las instituciones electorales ya sea el INE o el Tribunal –Electoral del Poder Judicial de la Federación-, sería calificado de golpe de Estado electoral”, dijo el sociólogo Bernardo Barranco Villafaña.

Sostuvo que intentar boicotear la elección presidencial en este contexto implicaría desde el punto de vista político y social, “un suicidio de la clase política”.

Consideró no obstante que esto no excluye la posibilidad de tentativas de fraude, pero sostuvo que se concentrarán en las elecciones al Congreso de la Unión, los congresos locales y las alcaldías, donde cabe hacerse la pregunta de “¿hasta dónde la ola de Andrés Manuel López Obrador va a alcanzar a los diferentes estados, hasta dónde su fuerza de atracción electoral va a modificar las condiciones de las diversas entidades?”.

En este sentido, observó que en la presente coyuntura el nivel de participación ciudadana es un tema de especial relevancia, pues si el electorado acude a las urnas en una cifra mayor al 65 por ciento, “no hay fraude, por más orquestado o más financiado, que aguante una participación ciudadana de esas dimensiones”.

El ex consejero del Instituto Electoral del Estado de México habló desde su experiencia, también consignada en el libro que coordinó, “El infierno electoral. El fraude del Estado de México y las próximas del 2018” (Grijalbo, 2017), en que ya señalaba los signos de aquel proceso electoral como antecedentes directos de los que determinarían al presente, acerca de la compra de voto, que dijo, se focalizará como entonces en las zonas rurales y/o marginales del país.

“La compra está cotizada de manera diferente de entidad a entidad. En el mismo Estado de México del cual yo tengo mayor referencia, puede llegar hasta 5 mil pesos en la zonas urbanas, pero puede bajar a 500 en zonas más marginales”, expuso.

Agregó como otro elemento a considerar, la lectura del momento por el que transitan las instituciones electorales, de las que dijo, se expresan como nunca antes inmersas “en una crisis de confianza muy aguda, ganada a pulso”.

Al respecto y sobre el caso del Instituto Nacional Electoral (INE) mencionó sus determinaciones y sesgos, pero sobre todo sus omisiones en torno al tema de la violencia política y el uso de programas sociales en la cooptación del voto.

Mencionó como ejemplo, su aprobación de las tarjetas de Ingreso Básico Universal (IBU) que distribuye el candidato de Por México al Frente, Ricardo Anaya Cortés, “y el ridículo que hicieron en el tema de los candidaturas independientes, sobre todo el Tribunal”.

Puntualizó que todo ello muestra el agotamiento de un modelo, “sobre todo del INE”, quien luego de nacer como una estructura autónoma y ciudadana se ha convertido en un órgano de élite que se alimenta con funcionarios y muestra un claro proceso de burocratización y desciudadanización. Y que por tanto, deberá reformarse para volver a sus orígenes de manera que integre ciudadanos que constituyan un verdadero contrapeso a los intereses de los partidos políticos.

Bernardo Barranco agregó un comentario al tema de la violencia electoral refiriéndose nuevamente a la elección reciente en el Edomex, de la que dijo, se utilizaron” métodos de crimen organizado”.

Acotó que “ahora lo que estamos viviendo es el asesinato de políticos, ya sea vinculados al proceso o candidatos”, mismos que ya suman más de 130 y se han concentrado en los estados de Guerrero, Veracruz, Puebla, Michoacán y Oaxaca.

Este hecho como otros en la presente elección, son inéditos en la historia del país; muestra, “que hay evidentemente nexos estrechos entre la clase política y sectores del crimen organizado”, además diversificado más allá de venta de drogas, en huachicoleros, bandas de secuestradores, y una amplia gama de actividades delictivas que representan “un correlato de la vida política”, y cuyos actores “están votando a su manera, asesinando e intimidando a las personas”.

Ante este fenómeno observó, el Estado ha mostrado su profunda incapacidad de imponer el orden y por el contrario, ha permitido hacer.

Los cárteles criminales están participando en el proceso de cooptación política, sea induciendo a la colaboración o en la purga de aquellos políticos que no pudieran responder a los intereses territoriales, expuso.

Además de estos poderes fácticos, otros, los que constituye la clase en el poder, han sido ambiguos en sus mensajes ante la abrumadora ventaja que ha mantenido López Obrador respecto de sus competidores y que subrayó, es otra característica que no ha tenido ninguna otra elección en la era moderna de México.

“Esto ha llevado a la cautela de los grupos que detentan el poder”, quienes dijo, ciertamente no se sienten “tan cómodos” con el morenista y “se están haciendo a la idea de convivir con él y plantear los términos de esa “convivencia”.

El tema de fondo en todo esto, concluyó, “es la calidad de la democracia” mexicana; esto es, lo que puede representar para el país que haya sectores predominantes que de manera abierta no acaten la voluntad popular.

Aquí fijó la idea de que la democracia real se expresa como el respeto absoluto de la voluntad popular y observó que cuando esta voluntad no acompaña a determinados partidos políticos, grupos o cámaras empresariales, lo conducente es organizar un frente opositor en el Parlamento, Cámaras, grupos o tejidos sociales, pero en México “el gran riesgo es que los poderes fácticos, los grupos de poder, no acepten la voluntad popular y quieran imponer la suya rompiendo con esto el orden establecido”.

Esto abriría las puertas para que el fraude a gran o pequeña escala se multiplique, y constituye “una actitud golpista”, que sostuvo, a pesar de las campañas “de lodo, sucias y negras”, no se percibe aún en tales extremos y “que he llamado yo un golpe de Estado electoral”.

El dique que estaría deteniendo esta posibilidad es “la efervescencia que el país está viviendo, sobre todo por las tendencias importantes” manifiestas, y que tuvieron como uno de sus agentes el alto nivel de reprobación que alcanzó la administración de Enrique Peña Nieto.

Bernardo Barranco observó que el Presidente no solamente ha sido mal evaluado en su desempeño, sino que es objeto como muy pocos mandatarios del país, “de ese ácido humor mexicano que te lleva a destrozar o a despedazar la imagen de un actor público”, y que ha rebasado los niveles que alcanzó su antecesor, Felipe Calderón.

Aseveró que esto no se debe tanto a su conducción económica o política del país, sino “del triángulo perverso” mediante el que se manejó: corrupción-complicidad-impunidad. Y que generó “un humo social muy adverso al establishment”.

Recordó la respuesta ciudadana a su campaña publicitaria “Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”, que reviró ofreciendo datos de crecimiento, pero de pobres en el país, los precios de la canasta básica, la pérdida adquisitiva del salario, el incremento al gas, la gasolina y la deuda pública, y casos como los de la ‘Estafa Maestra’, así como la referencia a los 22 ex gobernadores en su mayoría del partido en el poder que se robaron, refirió el dato, 258 mil millones de pesos.

“Tenemos a diario el asesinato de siete mujeres y el gobierno gasta un millón de pesos por hora en promoción y publicidad”, remató, para señalar que “estamos frente a una situación de hartazgo y una votación de ira ante un gobierno que fracasó; fracasa el grupo Atlacomulco y ha tocado fondo en estas elecciones”, al intentar recuperar “viejas tradiciones anacrónicas del partido en el poder”.

Este proceso electoral, afirmó, coloca a la población “en una tesitura de miedo con el objeto de inhibir la participación ciudadana, pero por otro lado también tenemos esta votación de ira, de hartazgo y de ajuste de cuentas con un gobierno que no solamente no fue popular por lo que hizo o dejó de hacer, sino que despertó los sentimientos más enconados que pocas veces hemos visto en la historia moderna del país”.

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