La trama es sencilla: luego de una breve ausencia, Paula regresa a su domicilio parisino para descubrir que Joachim (Grégoire Monsaingeon), su compañero sentimental, le ha cerrado las puertas de su casa, posiblemente cansado de su temperamento volcánico, y ella deberá entonces errar por las calles de París en compañía de Muchacha, su mascota felina, en busca de refugio con amigos y de un empleo medianamente estable, ya sea como vendedora en una tienda de ropa íntima femenina, ya como empleada doméstica de una joven bailarina, madre de una niña con quien desarrollará una intensa relación afectiva. Dos encuentros más (uno con un colega laboral de origen africano, otro con una joven lesbiana a quien simula conocer desde la infancia) completan el cuadro de una comedia urbana muy en el tono del cine polifacético de Cédric Klapisch (Chloë busca a su gato/ Chacun cherche son chat, 1996), con un jocoso añadido de acidez y neurosis.
En este primer trabajo, la realizadora elabora un estupendo retrato femenino. La joven Paula, sin asideros morales muy sólidos, consigue construir en torno suyo una inesperada red de apegos y complicidades sentimentales, contrarrestando así, en parte, la desolación y el vacío que su carácter difícil le han venido procurando. Una muestra elocuente de su frustración afectiva es la relación tormentosa que mantiene con su madre, quien la evita en todo momento y de modo bastante histérico. La cinta no ahonda en los motivos del distanciamiento de la joven con su progenitora, ni tampoco con Joachim, su compañero. Sólo muestra el grado extremo de insatisfacción de Paula y sus esfuerzos por no naufragar del todo en la depresión. A su insufrible conducta bipolar la matizan y desmienten sus esporádicos impulsos de generosidad y de ternura. Y es en la amalgama de esas sensaciones contradictorias donde la joven encuentra su mejor definición y la posibilidad de comunicar al fin, de manera espontánea y vigorosa, con quienes la rodean. El itinerario de esa áspera educación sentimental es fascinante. La cinta obtuvo en Cannes el premio de la Cámara de Oro y es posible que dicho reconocimiento haya celebrado, sobre todo, la delicada perspicacia con que la directora observa a su protagonista y también la melancolía que se desprende de un París nocturno y vacío, alejado de la trivialidad de lo pintoresco, con el que Paula parece comulgar de un modo tan íntimo como intransferible.
Se exhibe en la sala 9 de la Cineteca Nacional, a las 14:30 y 19 horas.
Twitter: Carlos.Bonfil1