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viernes, 26 abril, 2024
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Cambiar, necesidad impostergable

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Por: Marco Vinicio Flores Guerrero •

Con elecciones por la Presidencia de la República, algunas gubernaturas, diputaciones y senadurías, dentro de poco más de cinco meses, la situación política, social y económica del país no mejora al grado deseable, lo que causa desajustes, incertidumbre y acrecienta la desconfianza hacia los principales actores de la vida nacional.

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Para el ejercicio democrático de participar en los comicios, nada mejor que un país entregado al trabajo, a la producción, a resolver los inherentes problemas que surgen en las grandes sociedades en constante cambio, y disfrutar una convivencia armónica y pacífica entre todos los sectores.

Lamentablemente esta no es la situación en la que el 1 de julio los mexicanos deberán acudir a las urnas a elegir un presidente. Quienes se dedican al análisis político y juegan a los vaticinios electorales prevén elecciones bastante reñidas, complicadas, y lo que es peor, de inciertos resultados.

A pesar de esa realidad, en el debate de las ideas de los precandidatos presidenciales, hasta ahora no hay planteamientos claros, precisos y contundentes que ayuden a los mexicanos a definir a quién o a qué corriente darán su voto.

Cierto, las campañas formales todavía no empiezan y ahora los precandidatos están en una etapa de supuesta preparación que terminará el 29 de marzo. Al día siguiente se lanzarán a la palestra con sus mejores estrategias, sus planteamientos ideológicos y las propuestas con las que intentarán ganar la mayoría del electorado. Esto, si nos va bien.

En el peor de los casos, menudearán las triquiñuelas, la guerra sucia, las mentiras y las falsas promesas. Habrá debates públicos; ojalá ayuden a desenmarañar la madeja.

Ante tal panorama, cada ciudadano tiene mucho que aportar, no solo al fortalecimiento de la democracia, mediante su voto y en las tareas electorales que pudieran corresponderle, sino además, a ser solidario, constructivo, propositivo e innovador para construir la nación justa y digna que merecemos todos los mexicanos, incluso los que desde diversas trincheras se dedican a sabotearla.

Por encima de las diferencias y de todo lo que daña al país, está la necesidad de reparar los muchos daños que sufre la nación. ¿Por dónde comenzar?

Hay quienes, siguiendo la ruta señalada por la percepción pública mayoritaria que califica a la corrupción como nuestro peor mal, pedirían la aplicación justa y correcta de las leyes a quienes han hecho de la depredación y el saqueo de las arcas públicas su modus vivendi. No les falta razón. Así debe ser y deben recibir el justo castigo.

En esa línea de pensamiento congratula que Zacatecas avance en la lucha contra la corrupción. Por ejemplo, el Instituto Zacatecano de Acceso a la Información, que en aras de la transparencia está abierto a cualquier persona para que escrute, vigile y, si fuera el caso, inste a las autoridades correspondientes a actuar en caso de encontrar anomalías en el manejo de los recursos humanos, materiales o financieros del gobierno del estado.

Además existen otras herramientas facilitadoras de la transparencia y la rendición de cuentas como Indyce y Obra Transparente, plataformas digitales abiertas a la ciudadanía.

El esfuerzo anticorrupción del gobierno estatal va en serio y no se detiene. Por eso en estos días comenzaron a funcionar los Órganos Internos de Control, que de manera autónoma están en cada una de las dependencias del Ejecutivo y forman parte del Sistema Estatal Anticorrupción.

Estos organismos vigilarán que todas las acciones gubernamentales se apeguen a la legalidad Y tengan la debida transparencia, eficacia y eficiencia. Además, cada dependencia tiene sus Comités de Ética, conformados por los mismos trabajadores, que contribuirán a mejorar el desempeño honesto y respetuoso de las normas y las relaciones interlaborales.

Cuando estos avances, ya existentes en otros estados se generalicen, el país, gracias a una sociedad participativa y gobiernos abiertos, realmente estará blindado contra la corrupción.

Las dificultades de México no se reducen a la corrupción. Una economía frágil, injusta e incapaz de responder a las necesidades actuales ha postrado en la pobreza a la mayoría. Es inaplazable renovar el modelo económico para convertirlo en un detonador de crecimiento estable, con justa distribución de la riqueza, inclusivo y generador de bienestar para todos. Así, el asistencialismo, tan ligado a la corrupción política, sería erradicado.

La transformación de México es impostergable. En este 2018 deberemos conseguirla. Si no damos los grandes pasos necesarios, una vez más el tren de la historia se habrá marchado sin nosotros a bordo, y pueblo que no avanza se autodestruye.

*Titular de la Coordinación Estatal de Planeación

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