En la entrevista concedida hace algún tiempo a Televisa, de la que muchos no nos enteramos acaso por esa misma razón, emitió el Papa Francisco algunos juicios que ahora, cuando a los desastres sociales que ordinariamente nos lastiman hemos de añadir los generados por la naturaleza, no sería quizás ocioso regresar.
Declaró el Santo Padre, en el curso de dicha entrevista, como “una interpretación espiritual”, que las calamitosas condiciones prevalecientes en nuestro país obedecen a que el diablo nos genera permanentemente todo género de daños porque México fue bendecido con la Virgen de Guadalupe y, consecuentemente, “a México el diablo lo castiga con mucha bronca”.
Ahora bien, sin dejar de reconocer la lógica subyacente en el análisis papal, misma que meridianamente explica fenómenos como Donald Trump, Ruiz Esparza y los ciclones y sismos sucesivos, preciso es reconocer que suscita más preguntas que respuestas; interrogantes de la suerte de las que en seguida se enumeran:
¿Personajes como Norberto Rivera, Onésimo Cepeda, Nicolás Aguilar et al, son o han sido servidores de Dios, o del diablo?; si de los priístas o perredistas no cabe ya la menor duda, ¿los gobiernos panistas son también instrumentos de Satanás?; ¿en el caso que tal como abiertamente lo proclaman, sean los panistas huestes del Señor, qué sucede con el Frente Ciudadano?; y por último, ¿ya que la bendición guadalupana es irrevocable e irrenunciable, qué tendríamos los mexicanos que hacer para el Altísimo implemente, con carácter de urgente, las medidas pertinentes a neutralizar la animosidad del maligno? ■
