La gestión del agua no debe ser una decisión más en el Gobierno Federal y estatal. Se está decidiendo sobre el elemento mismo de la vida. No puede haber ciudades, ni producción de alimentos, ni nada, sin agua. Por ello, todos los grandes proyectos civilizatorios se construyeron justo a un lado del agua: Mesopotamia o Egipto, o cualquiera que se nos venga a la memoria. Y en este sentido es esencial eliminar un equívoco que hace mucho daño en las decisiones en torno a la gestión del agua: creer que es renovable. Se piensa que es un recurso que se puede recuperar a partir de su ciclo; pero eso es parcialmente cierto. Una fuente central de agua que hoy usamos son las aguas cámbricas, las cuales se almacenaron desde ese periodo geológico, y una vez extraídas ya jamás regresarán. Esas aguas son como minerales: una vez sacadas se pierden. También son conocidas como ‘aguas fósiles’. Son reservas de vida. Y dichas existencias deberían ser cuidadas como verdaderas joyas para la población, para asegurar su vida. Como producir alimentos, beberla o usarla en actividades vitales. ¿Pero usar esas reservas vitales en asegurar las ganancias de capitales que, además, distribuirán su riqueza fuera de aquí? Eso suena grotesco.
Debemos cuestionar severamente la manera de gestionar el agua en el estado de Zacatecas. Por ejemplo, del mejor acuífero del estado (el Calera) se permite extraer 11 millones de metros cúbicos al año al grupo Modelo, mientras del mismo acuífero se extraen 4 millones para abastecer el consumo ordinario de la zona metropolitana. En una lógica igual de irregular tenemos que para sacar una libra de oro se pueden usar hasta 15 mil metros cúbicos de agua: ¿cómo se puede evaluar esa equivalencia? El valor vital del agua es inconmensurable frente al posible valor económico de la libra de oro. Y no es todo, Peñasquito tiene proyecciones de una ganancia neta de 24 mil 830 millones de dólares al término de sus operaciones (a dos décadas); pero estas empresas dejan sus jugos económicos fuera del territorio zacatecano. Así las cosas, si aun cuando hubiera grandes ganancias económicas para el estado, es injustificable usar el valor vital del agua en sostener el valor económico de la minería, menos justificación tiene si dichas ganancias son para capitalistas extranjeros (el 88 por ciento de la mega-minería lo es).
Como podemos observar, es necesario que el pueblo de Zacatecas discuta y determine cuáles serán sus prioridades en el uso del agua que tiene a su disposición. Una cosa tan importante no puede depender del Lobby de grandes empresas que depredan la vida de un territorio, el cual abandonan una vez que se desertificó, para ir a explotar otro lugar. Es esencial que los diputados zacatecanos metan en su agenda legislativa la regulación del uso del agua de la entidad, aun cuando esté cruzado con competencias federales. Y tomen temas importantes en sus quehaceres y no estén pensando en tonterías del tipo ‘regular nombres de actas de nacimiento’. El tema del agua no debe depender de coyunturas políticas, del tipo que sean, es un tema no sólo estratégico, sino eminentemente vital. Urge superar esta gestión grotesca del agua en Zacatecas.
