La Gualdra 273 / Río de palabras
Las peores cosas se esconden debajo de la cama. Los demonios cuando es de noche y los monstruos cuando eres niño. Debajo de la cama están también los lamentos, el llanto o el escondite para evitar el castigo. Es debajo de la cama en donde se despierta el deseo, sí, abajo, porque es arriba donde se concreta. Es la guarida perfecta para hacer y ver todo aquello que los adultos dicen que es malo, ahí se ven revistas prohibidas, ahí se hacen también las primeras exploraciones. Para otros, el espacio entre el suelo y la cama es aquél en donde se recluyen los trebejos; aquellos recuerdos que no tiras porque son importantes, pero que no quieres ver constantemente porque son tristes. Debajo de la cama se ocultan también telarañas, polvo, pelusas y suciedades; las cuales no pueden salir fácilmente después de pasar por ahí la escoba, el trapeador o un trapo. Siempre se quedan ahí recluidas, agazapadas esas casi imperceptibles alimañas. Debajo de la cama también empiezan tragedias como cuando un corto en la extensión hace que la chispa suba y queme el colchón y con él toda la casa. Debajo de la cama se encuentran objetos perdidos: monedas que salieron del bolsillo de algún pantalón, ligas para sujetar el pelo, calcetines o este sostén… que, esperen, esto no es mío… Momento, pero si está debajo de mi cama. ¡Alguien ha dormido aquí con marido! Todo por andar buscando debajo de la cama… donde las peores cosas se esconden.
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