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viernes, 26 abril, 2024
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Don Quijote y la Cabeza Encantada

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Por: REBECA MEJÍA LÓPEZ • admin-zenda • Admin •

La Gualdra 240 / Literatura

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Si tuviera la oportunidad, estimado lector, de preguntar lo que sea a una cabeza encantada, con la seguridad de que ésta respondería la verdad, ¿Qué preguntaría? ¿Algo sobre el pasado? O más interesante aún, ¿sobre el futuro? En el capítulo LXII, Que trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse, Sancho y don Quijote tienen esta oportunidad en su llegada a Barcelona, veamos cuáles fueron sus preguntas y las respuestas emitidas por aquella máquina.

Sancho y don Quijote fueron hospedados por don Antonio Moreno, luego de comer, don Antonio les llevó a un apartado aposento, “en el cual no había otra cosa de adorno que una mesa, al parecer de jaspe, que sobre un pie de lo mismo, se sostenía, sobre la cual estaba puesta, al modo de las cabezas de los emperadores romanos, de los pechos arriba, una que semejaba ser de bronce”.

Don Antonio explicó a don Quijote que aquella cabeza había sido fabricada por uno de los mayores encantadores y hechiceros que ha tenido el mundo. “En este tiempo podrá vuestra merced prevenirse de lo que querrá preguntar, que por experiencia sé que dice la verdad en cuanto responde”.

Así pues, don Quijote se dispuso a preguntar: “Dime tú, el que respondes: ¿fue verdad, o fue un sueño lo que yo cuento que me pasó en la cueva de Montesinos? ¿Serán ciertos los azotes de Sancho mi escudero? ¿Tendrá efecto el desencanto de Dulcinea?”.

“A lo de la cueva –respondieron- hay mucho que decir: de todo tiene; los azotes de Sancho irán despacio; el desencanto de Dulcinea llegará a debida ejecución”.

Sancho fue el último en preguntar: –“¿Por ventura, cabeza, tendré otro gobierno? ¿Saldré de la estrecheza de escudero? ¿Volveré a ver a mi mujer y a mis hijos?” “–Gobernarás en tu casa; y si vuelves a ella, verás a tu mujer y a tus hijos; dejando de servir, dejarás de ser escudero”.

– “¡Bueno par Dios”, dijo Sancho Panza. “Esto yo me lo dijera: no dijera más el profeta Perogrullo”.[1]

“Bestia”, dijo don Quijote, “¿Qué quieres que te respondan? ¿No basta que las respuestas que esta cabeza ha dado correspondan a lo que se le preguntó?”.

Entonces, estimado lector, ¿preguntaría usted a la cabeza sin importar las respuestas o preferiría escuchar algo que se ajustara a sus deseos?

*Twitter: @RbkMej

[1] Personaje proverbial que dice las verdades absolutamente obvias.

http://bit.ly/1V4oINH

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