En la historia del sindicalismo mexicano aprendimos a clasificar a las organizaciones gremiales en dos áreas básicas: organismos oficiales y los independientes. Muchos años pasaron donde el sindicalismo oficial y corporativo en el PRI fue la maquinaria para sostener al régimen del Ogro Filantrópico. Personajes extintos como Fidel Velásquez o Gamboa Pascoe, se convirtieron en legendarias figuras del dinosáurico sistema político en México. Por el lado de los sindicatos independientes se distinguieron los ferrocarrileros, electricistas y los universitarios. Estos últimos son los sobrevivientes en la debacle (de las organizaciones gremiales) que inició en los años 80. Lamentablemente, hoy toda la organización del trabajo está en franca debilidad.
Pues bien, en la Universidad Autónoma de Zacatecas contamos con un caso atípico dentro del grupo de sindicatos universitarios (independientes): el advenimiento de una organización gremial que prácticamente se convierte en la imagen misma de la tiranía. Se construyó, desde su fundación, en una estructura basada en redes familiares, donde las nuevas contrataciones eran controladas por firmas que pasaban de padres a hijos o sobrinos o nietos; y se conformó como una red de tramas consanguíneas. La lógica de la sangre es la protección por sí misma, es decir, en una organización basada en vínculos primarios importa el parentesco por sí, a diferencia de los vínculos secundarios, donde la relación es profesional o de afinidades gremiales. Por tanto, si alguien llega a controlar las cabezas de las redes familiares tendrá el dominio del sindicato. Y así pasó.
Una organización donde no se respetan los derechos humanos elementales, como el derecho a la libre reunión o libre expresión de las ideas. Trabajadores universitarios de alta valía han salido expulsados del sindicato por hacer críticas al secretario general. Las prácticas en la toma de decisiones están conformadas por la intimidación y el miedo: mano alzada ante la mirada desorbitada del líder sindical. Y decisiones que no son producto del discernimiento de los agremiados en función de sus intereses, sino decisiones unipersonales para apoyar el interés político del dirigente. Lo cual termina afectando a la propia institución, ya que esta última puede ser paralizada según la voluble voluntad de una persona.
Es necesario que el Sindicato de Trabajadores de la UAZ se renueve. Reforme su vida interna para hacer posible la libre convivencia de la disidencia, ejerzan todos sus miembros todas sus libertades y opinen sin miedo a ser expulsados o, incluso, golpeados por atreverse a disentir. La UAZ necesita que el STUAZ reforme su vida interna, por bien de la convivencia gremial, la institución y los propios intereses de los trabajadores. Se requiere un sindicato que vea por los derechos de los trabajadores y no por los beneficios de un dirigente investido en autócrata, quien está jubilado y por lo tanto, no es legal ni legítima su elección, sin embargo, está en camino de perpetuarse en el mando: “autocracias perpetuadas en el mando”, ¿han escuchado eso antes? Pero solo los trabajadores pueden dar la lucha por su libertad. Veremos.
