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viernes, 26 abril, 2024
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Festival de poesía: un lugar donde la palabra florece

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS VARGAS •

La experiencia humana tiene una manera de expresar aquello que constituye sus raíces o brotes originarios de lo que es. El lenguaje toca la muerte, el resplandor de la vida, el amor, lo sagrado, el dolor, la angustia, el tiempo y el propio lenguaje (que se muerde la cola). Lo que nos da identidad, lo podemos sacar a la luz por medio de imágenes convertidas en lenguaje con ritmo: La poesía. En el poema, no se hacen juicios, ni proposiciones con pretensiones científicas, porque se hacen formas imaginarias que hacen posible toda verdad. A través de la poesía se construyen las intuiciones del origen de todo aquello que otorga sentido a nuestra existencia, y dichas intuiciones constituyen el cimiento de lo que establecemos como verdadero. Pero como la experiencia originaria tiene mucho de inefable (como cuando escuchamos a un pájaro cantar o a un niño al nacer), pues sólo queda el silencio o un lenguaje que se retuerce para alcanzar los bordes del significado de esa experiencia: la nada se ilumina. No es gratuito que todas las religiones escriban sus mitos en forma poética, porque la poesía es siempre una manera de revelación. La naturaleza adquiere voz y aúlla de gozo en el dolor de cada parto.

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Por ello es tan importante la poesía entre los seres humanos, es nada más y nada menos que la forma más primaria de pensar. Hacer poesía es pensar, o mejor: hacer posible el pensar. Sin esta actividad, los hombres seriamos o robots o dioses. Y ninguno de los dos somos. Somos pequeños animales articulando un sentido a la existencia, como una forma de encuentro: el amado que descubre a su dama convirtiendo la hostil roca que somos en plácida esponja donde podemos descansar; el visionario que observa el vacío al final de la vida; el sufrimiento que derrama lágrimas de azufre; el Dios que también es nada, y el silencio que habla. Con este lenguaje los hombres pensamos y somos.

El festival de poesía Ramón López Velarde es un encuentro de encuentros. Se lee, se hace y se gusta la poesía. Eso es un festival: las palabras tienen sabor y reúnen alrededor de su mesa a las personas a comulgar o a disentir. En la poesía las palabras no sólo son sabor, son música y ritmo. Respiración. La aversión de las ciencias positivistas por la poesía, que luego se hacen gobierno a través del hombre burgués, es una manera de matar lo específico del hombre: deshumanizarlo. El impulso de festivales, lecturas poéticas, symposiones, veladas en lectura en voz alta, son maneras de cultivar la cultura. El espíritu encarnado que somos. Es hacer la mejor inversión: en ella el hombre alcanza sus fines, es creador y es libre. Y decimos de estos acontecimientos lo que Rilke dijera de la rosa:

 

Conjunto bien despierto cuyo centro

duerme, mientras se tocan, innumerables,

las ternuras de unos corazones silenciosos

que suben hasta la extrema boca.

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