■ Necesario, involucrar a comunidades en el proceso
Henry Veltmeyer, investigador de la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), advirtió que las empresas mineras que explotan yacimientos en México y Latinoamérica tienen libertad absoluta para utilizar recursos naturales que al final del proceso son contaminados, especialmente el agua, por lo que propuso la implementación de un modelo de extractivismo progresista.
Por ejemplo, una de las mineras en Bolivia desecha 40 mil metros cúbicos de agua contaminada cada día, mientras que en San Luís Potosí, México, se generan 32 millones de litros de agua contaminada con cianuro de sodio diariamente, y en Argentina, hubo escándalo por permitir la entrada de una empresa canadiense para extraer oro y exportarlo sin ningún costo.
Entonces manifestó la necesidad de incluir en la legislación minera algún artículo que permita la regulación en lo que respecta al derecho para la apropiación y uso del agua y otros recursos naturales por parte de las transnacionales concesionadas.
De lo contrario, las empresas continuarán con sus inversiones para generar la infraestructura y garantizar la producción, pero poniendo graves presiones sobre las comunidades, según comentó Veltmeyer.
Respecto al planteamiento de un modelo de extractivismo progresista, explicó que éste consiste en una política basada en algunas condiciones tales como garantizar y asegurar los derechos de las comunidades, informarles y ser consultadas cobre los proyectos de extracción.
Ese modelo también implicaría modificar las prácticas de las transnacionales y que acaten una responsabilidad con sentido social, además de consensuar a través de una serie de foros internacionales en los cuales se instaure un sistema de regulación para el manejo de los recursos naturales.
Otra condición del extractivismo progresista es que los proyectos mineros eroguen una parte justa de sus utilidades a las comunidades y que ese recurso asegure el progreso de los pueblos y las comunidades cercanas a las actividades extractivistas.“Éste es el gran debate y están en juego varios modelos, cada una con una política y una base social y política. En una están los seguidores del Consenso de Washington, y en otros que plantean propuestas basadas en las necesidades de los movimientos y sectores sociales, como es el modelo en construcción en Venezuela y Bolivia”, expuso Veltmeyer.
En esos países, dijo, las organizaciones sociales y sectores populares reconocen que el sistema capitalista genera problemas multidimensionales que no se pueden resolver fácilmente, por lo que se plantean la necesidad de un mayor protagonismo en las actividades extractivistas.
Un modelo extractivista progresista, con la participación activa de las comunidades, permite un mayor dinamismo, pues los habitantes se involucran en diversos proyectos de desarrollo.
