El pasado 27 de junio fue arrestado en la localidad de La Mira, municipio de Lázaro Cárdenas, Michoacán, el doctor José Manuel Mireles Valverde, reconocido líder de las autodefensas. Según la versión oficial, el doctor Mireles fue detenido en “flagrancia” portando armas de uso exclusivo de ejército y por posesión de drogas “para su consumo personal”.
Su abogada -Talía Vázquez- asegura en defensa del doctor, que éste no estaba armado en el momento de su detención y que se cuenta con exámenes médicos para probar el estado de la sangre que demuestra que el doctor no usa drogas: “El supuesto delito de la droga para consumo personal es francamente ridículo; él está bajo supervisión médica por la diabetes que padece. Las armas fueron sembradas lo mismo que la droga”.
En un montaje insolente, sin orden de aprehensión y violando los derechos humanos, el Doctor Mireles fue vendado y torturado haciéndole creer que lo iban a tirar al mar luego de impedirle toda comunicación. Habrá que recordar que las autodefensas de las que forma parte Mireles, no tuvieron más remedio que tomar las armas y organizarse cuando la situación en Michoacán se volvió insoportable; cuando, además de pagar piso o un porcentaje por cada venta o cosecha, las mujeres y las niñas eran violadas, embarazadas o desaparecidas. En una entrevista concedida a Sanjuana Martínez, Mireles narra el caso de una niña violentada que “cuando se quedaba sola, cuanto cabrón templario llegaba la violaba. Ella nunca supo quién era el papá de la criatura”.
El largo reportaje de Sanjuana publicado en la revista Nexos, menciona además que Mireles –en ese entonces presidente de la Sociedad de Padres de Familia de la secundaria– convocó a una junta: — ¡Cabrones!… ¿Ni por dignidad nos vamos a levantar? ¿Creen que es correcto lo que está pasando?
—Si aquí en Tepeque somos 25 mil hombres, está claro que somos mayoría. Esos güeyes no pasan de 90. ¿Por qué no les echamos el pueblo encima? ¿Qué estamos esperando?
En una entrevista subida a las redes sociales, Mireles cuenta también que el pueblo era un lugar de trasiego de drogas pero que en el año 2000 las cosas cambiaron radicalmente. “La plaza fue cambiando de dueño. Primero llegaron los Golfos (Cártel del Golfo), luego aparecieron Los Zetas y después el Cártel de Sinaloa. Con ellos inició una nueva actividad económica: el cobro de piso. Luego, la industria del secuestro se apoderó de la zona”.
Más tarde, en tiempos de Felipe Calderón, la Familia Michoacana y luego su escisión -Los Caballeros Templarios- dejaron más dolor y sufrimiento. Al mismo Doctor Mireles le tocó vivir en carne propia el drama del secuestro. En diferentes momentos, él fue secuestrado, un sobrino de su esposa, su hermana menor y luego la mayor. En cada uno de ellos, “los procesos de rescate fueron largos y muy costosos”.
Por todo, el doctor Mireles tuvo que cambiar su actividad profesional por el nuevo campo de batalla. “Los Templarios que antes correteaban a los ciudadanos, empezaron a correr perseguidos por ciudadanos armados”. El embrión de autodefensa pronto descubrió los puntos débiles de la delincuencia: “la mayoría eran jóvenes, andaban drogados y no tenían experiencia en armas”.
Recientemente, con la designación Alfredo Castillo como Comisionado para la Seguridad y Desarrollo Integral para Michoacán apenas en enero de 2014, los michoacanos terminaron por perder la poca fe y la confianza en el gobierno. Mireles, al levantarse en armas junto con otros, se mantuvo de manera independiente y sin ningún nexo con el gobierno al que considera coludido con la delincuencia organizada; esto ocasionó tal vez sin proponérselo, que el movimiento de autodefensas tuviera resonancia nacional y que su ejemplo se propagara por diversas regiones del país pese a los esfuerzos de Castillo por minimizarlo. El Gobierno Federal tiene miedo que la situación se extienda y se salga de control.
Justo es reconocer que el principal delito de Mireles Valverde por el que está preso, es el haber desafiado al gobierno quedando claro que su detención es resultado de una decisión política tomada desde el poder. Sus derivaciones son por ahora impredecibles aunque ya una vasta ola de solidaridad con su causa y por su libertad se ha extendido hasta Hermosillo, Distrito Federal, León y Michoacán…
El Doctor Mireles siempre denunció los vínculos de las autoridades con el crimen organizado y mantuvo hasta su detención, la firme determinación de no rendirse ni entregar las armas. ¿Acaso la Declaración Universal de los Derechos Humanos no le garantiza a él -y a todos- el derecho a la resistencia? Preguntémonos ¿qué otra cosa pueden hacer los ciudadanos si las mismas autoridades han reconocido públicamente no poder garantizar la seguridad michoacana?
Poco antes de ser detenido, el Doctor Mireles se dio tiempo para esbozar una respuesta: “Sólo quiero seguir limpiando de criminales a Michoacán; seguir avanzando en el proyecto que los verdaderos autodefensas nos hemos impuesto: limpiar de criminales nuestro estado, donde se encuentren, aún en el gobierno del estado o aún en la representación del Gobierno Federal como está sucediendo actualmente en Michoacán”. ■
