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viernes, 26 abril, 2024
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Los que se van

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Por: ROLANDO ALVARADO • Araceli Rodarte •

Michel Houellebecq, en su libro H. P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida, afirma de H. P. Lovecraft en el prefacio: “La verdad es que pocos autores, incluidos los más asentados en la literatura de lo imaginario, han hecho tan pocas concesiones a lo real”.  No hacerle concesiones a lo real es algo que Lovecraft explicaba por carta a Frank Belknap Long en los siguientes términos: “En cuanto a las inhibiciones puritanas, las admiro un poco más todos los días. Son intentos de hacer de la vida una obra de arte –para dar forma a un modelo de belleza en esta pocilga que es la existencia animal- y de ahí surge un odio por la vida que marca el alma más profunda y más sensible”.

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A grandes rasgos, los contratos colectivos de trabajo tienen por fin hacer de la vida laboral una mejor vida, casi se diría: “hacer de la vida laboral una obra de arte”, en la que los impulsos a la explotación intensiva que yacen en todo patrón se contengan y los trabajadores se desarrollen en buenas condiciones. Lograr esto es el objetivo del sindicato, y el ideal que se busca queda configurado en el contrato que se firma con el patrón. Por supuesto la relación bilateral es dinámica, sujeta a la correlación de fuerzas entre las partes que a su vez depende de muchos otros factores.

Los dirigentes sindicales, debido al ideal que persiguen, deberían mostrar cierto enconado recelo hacia la patronal; la que a su vez pretende nulificar el ideal sindicalista. Recientemente ha habido cambio de dirigencia en el Spauaz, lo que naturalmente invita a la reflexión sobre lo cerca que nos encontramos del ideal de que toda cláusula del contrato sea respetada. Las declaraciones del líder tránsfuga se centran –véase La Jornada Zacatecas del 24-05-2014-  en resaltar que durante su gestión se logró la basificación o promoción de más de  mil 200 académicos, a la vez que se incrementó el capital de la mutualista que administra el Spauaz en 30 millones de pesos.

Esto sería casi el total de sus resultados: se cumplió la cláusula acerca de las promociones –no por beneplácito de la Rectoría sino por una huelga- y se gestionó que el Rector contratase de manera definitiva a un número indeterminado de académicos. ¿Cuántas cláusulas cumplidas implica esto?, ¿cuántas quedaron sin cumplirse? Si echamos un vistazo a los convenios de levantamiento de huelga – o de desistimiento según el caso- notaremos de inmediato que la Rectoría mantiene siempre la directiva de modificar el clausulado del contrato en su beneficio, i.e. Reduciendo el costo de las cláusulas.

Por ejemplo, el capítulo 13 relativo a los años sabáticos se deroga y se le sustituye por otro, en el que se exige que quién quiera gozar de un año sabático no deberá requerir suplente. Si es un académico frente a grupo es claro que se le niega el derecho. ¿Y a cambio de qué? De la estabilidad financiera de la UAZ, por supuesto. Así como ese sigiloso cambio en las condiciones laborales se dan muchos otros aceptados por el secretario general sin que medie discusión alguna. Esto nos lleva a reflexionar sobre otro tema: la democratización del Spauaz. Formalmente, como los establecen sus estatutos, las decisiones que afectan a la mayoría se toman en Asamblea General, y no se da margen para se tomen de otra manera. Si embargo, se alega por parte de los dirigentes, el procedimiento preciso que delinea el estatuto es “inoperante”, lo que en los hechos se traduce en que las decisiones las toma el Comité Ejecutivo, y en el peor de los casos el secretario general. Últimamente se tomaron decisiones aparentemente de mayoría durante el proceso de huelga, pero previo a ello no las hubo, y posteriormente a ello la elección del nuevo secretario general.

Sería prolijo enumerar todas las cláusulas que no se cumplen, y a partir de ello argumentar sobre lo deterioradas que están las condiciones laborales de los académicos universitarios, sin embargo, cuando comparamos las cláusulas no cumplidas con las cumplidas notaremos que el objetivo del Spauaz de mantener las condiciones laborales pactadas bilateralmente se cumplió muy pobremente. Lovecraft no era nada optimista respecto al mundo y a la vida: los despreciaba porque hasta donde él podía observar las cosas estaban muy mal, y ese mal estaba anclado en el alma humana. Los resultados de las gestiones sindicales de las últimas dirigencias del Spauaz –los últimos 9 años como mínimo- son pobres y eso nos debería hacer recelosos de la que viene. ¿Seguirá con la práctica de firmar convenios sin discusión amplia con los agremiados?, ¿aceptara las condiciones que le imponga la patronal en beneficio de la UAZ pero no de los agremiados del Spauaz? ¿Cuántas cláusulas más agregará a las y derogadas? Creo que no podemos ser optimistas, pero si nos gana el pesimismo peor estaremos: debemos ser vigilantes de las acciones de nuestro secretario general, y exigentes. Lo que está en juego es nuestro modo de vida. ■

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