Las frases son piedrecillas que el escritor arroja en el alma del lector. El diámetro de las ondas concéntricas que desplazan depende de las dimensiones del estanque. Friedrich Nietzche.
El 12 de noviembre, se celebró el 34° Día nacional del libro. La festividad es en conmemoración del nacimiento de sor Juana Inés de la Cruz. En esos días el tema de diálogo y discusión fue el hábito de la lectura, las políticas públicas-educativas con miras a construir una sociedad lectora. Sobre todo en el sector joven.
Desde hace días la noticia que está en boga en una parte del sector juvenil de la capital del estado, es la Feria del Libro y su instalación fuera del Portal de Rosales, inmueble que por tradición se le relaciona con el evento. Es importante mencionar que la Feria es más que una exposición de libros. La esencia es fomentar la lectura. Esto es lo que debe trascender y analizarse.
Con los párrafos anteriores viene a nuestra mente las palabras: joven, leer y lectura. ¿Qué tanto van de la mano? ¿Realmente leemos los jóvenes de hoy? Y, si lo hacemos… ¿nos beneficia?
La lectura durante mucho tiempo se analizó sólo desde un enfoque pedagógico. A partir de la década de los 70 la lectura dejó de ser un problema específico de dicho campo y de sus paradigmas. La acción de leer empezó a ser de interés para los estudios culturales y sociales. También se empezaron a formar nuevas herramientas de comunicación bajo el predominio de la imagen, y esto coincidió con una baja considerable de lectores, según expresó Elsa Margarita Ramírez Leyva, en su artículo ¿Qué es leer? ¿Qué es la lectura?
En el texto, Ramírez Leyva indaga sobre autores que buscan y analizan posibles respuestas a las interrogantes duras que titulan su escrito. Un investigador es pedagogo brasileño Paulo Freire (1921-1997). Ramírez Leyva muestra un ideal de Freire, cuando argumenta que la verdadera lectura es un proceso donde se aprende y conoce de manera crítica el texto y el contexto.
En el contexto se localizan las herramientas para entablar críticas al texto. Freire se oponía a la idea de leer mucho (cuantitativo). El prefería un ejercicio cualitativo (calidad) y sólo esto era posible si se fomentaba la crítica en el vínculo texto-contexto.
Otro teórico que consultó Ramírez Leyva es el historiador francés Michel de Certeau (1925-1986). Para él, un texto es cambiante al ser leído, replanteado por alguien que no es su dueño, pues el lector introduce en la estructura del texto acciones y recuerdos. De Certeau argumenta que la lectura es la producción de un texto nuevo.
Ultimamente esta acción es más una operación del ojo, él la define como una decodificación y no como producción de sentidos y significados
Roger Chartier, otro historiador francés, alude que un texto existe hasta que un lector lo dota de significado. Lo que nos hace entender que un escrito puede significar varias cosas, dependiendo de quién lo lea y del contexto de quién lo hace. Así, el significado y la interpretación también se sujetan a un tiempo histórico.
La forma de leer que nos toca a las generaciones nacidas entre los años de 1980 y 2000, cuenta con diferentes paradigmas. Roxana Morduchowicz refiere estudios realizados en Argentina, donde los libros siguen siendo clave y necesarios en una sociedad multicultural; pero se necesitan aprehender y aprender a leer con otros medios donde circulan una inmensa cantidad de textos, como son la televisión, revistas, cómics, Internet.
La acción de leer es un quehacer visual que consta de herramientas como: conocimiento previo; observación e interpretación. Hoy se puede leer todo lo signifique algo. La lectura viene a cumplir una necesidad cognoscitiva que tiene como función dar una respuesta a algo presente.
Los jóvenes utilizamos las redes sociales y el espacio cibernético para dejar mensajes con inquietudes, manifestar dudas, acertar o disentir. Hacemos textos que se convierten en lectura cuando son interpretados. La práctica de la lectura nos otorga los mecanismos para hacer más fácil y comprensible la comunicación con las personas que conforman nuestra sociedad, así se puede dar una mejor organización, buscando el entendimiento con los alternos a nuestra realidad.
Si retomamos el pensamiento de Michel de Certeau, pareciera que nuestra lectura se asemeja más a un mecanismo fisiológico ocular. Pues no se da un intercambio, un análisis de la lectura, sea en grafías o imágenes. Ahora, pensando en el ideal de lectura de Freire, ¿estamos haciendo crítica a la relación existente entre el texto y su contexto? Tratamos de averiguar la intencionalidad de éste. La lectura que hacemos en nuestros días busca responder inquietudes del diario. ¿Cómo sucede? ¿Cómo le hago? ¿Cómo es? Dejando de lado los porqué sin hacer ejercicios de análisis. ¿Realmente estamos leyendo?
*NINI egresado de Historia de la Universidad Autónoma de Zacatecas
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