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martes, 7 mayo, 2024
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Las élites y el poder: desplazamiento y renovación

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Por: CÉSAR EDUARDO GUTIÉRREZ ROJAS •

En México el ejercicio del poder es exclusivo. La facultad de dirigir el aparato estatal o ser pieza de éste es para grupos selectos.

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El sistema democrático representativo mexicano ha sido blanco de críticas, incluso se le ha denominado oligarquía o dictadura perfecta. En textos anteriores he mencionado la inconformidad de los ciudadanos y la poca credibilidad que se tiene de los representantes y funcionarios públicos. El poder que se ejerce desde el Estado lo hacen las elites políticas. Así termina el ideal de democracia y los representantes pierden legitimidad, pero no legalidad.

La teoría de las elites del poder ha llamado la atención de politólogos en los últimos años. Esto debidoa la revaloración del individuo sobre la colectividad. Luis Miguel Rionda, en Elites y Política en México: una revisión crítica hace referencia al papel del individuo y su importancia, a pesar de la esencia colectiva de la política. Refiere cómo, desde la antigüedad, la idea del individuo y las cualidades de él eran factor primordial en el quehacer social. Como ejemplo menciona el gobierno de los sabios, planteado por Platón; y la aristocracia, como el modelo ideal de Aristóteles.

Es en el renacimiento y en la época moderna, donde el hombre consciente de sí mismo y de su individualidad, se lanza a la búsqueda de adquirir una mayor presencia entre la colectividad; manifiesta deseo y necesidad de trascender dentro de su realidad.

Los mismos acontecimientos que sucedían en aquellos tiempos: como el intercambio comercial; la ideología fisiócrata (dejar ser, dejar pasar); el crecimiento y la adquisición de poder económico y político de una nueva clase (la burguesía) fueron el soporte de una nueva forma de hacer política. Que es la basada en la creación y el pacto de las elites.

En el periodo novohispano, quienes lograron consolidarse como hombres prósperos en las tierras, las minas y el comercio, formaron elites para defender sus intereses. En el septentrión novohispano un caso son los vizcaínos. Carmen Castañeda realizó una investigación sobre los vascos en Guadalajara (Los vascos, integrantes de la élite en Guadalajara, finales del siglo XVIII).

El estudio abunda sobre las peculiaridades que permitieron la creación de la élite de Guadalajara a finales del 18. Los vascos conservaron un sentido de identidad, de tradición y de solidaridad familiar. La unidad de estos fueron las alianzas matrimoniales entre hijos de hacendados y comerciantes. El vínculo fue con el fin de contar con recursos efectivos para sus empresas.

Otro estudio sobre las elites coloniales es: El poder de los caudillos en el norte de la Nueva España: Parral, siglo XVII, de Chantal Cramaussel. El texto explica la disputa de dos agrupaciones por el poder local. Un grupo está conformado con los primeros pobladores, quienes parten de la tradición de mando. El otro conjunto estaba integrado con nuevos colonos representantes de los intereses de la Corona. Cramaussel describe cómo estos grupos privilegiados debieron pactarpara subsistir y perpetuar el mando.

Los casos citados dan referencia de cómo las elites van cambiando, modificándose o adaptándose dependiendo de sus intereses. Según Vilfredo Pareto (sociólogo italiano. 1848-1923), pionero de la “teoría elitaria” del siglo 20, contemplaba dos tipos de gobernantes: unos con características de calculadores y pensadores, él los miraba como zorros; los otros son conservadores e idealistas, son leones.

Según Pareto, lo mejor sería que ambas elites coincidieran. Pero había casos en que se desencadenaban disputas entre los grupos o surgía la creación de una elite emergente de entre las masas. Vilfredo Pareto expuso que la historia es el “cementerio de las aristocracias”, que las elites están sujetas a un continuo desplazamiento y renovación, pues de no ser así, pueden ser desplazadas violentamente, no necesariamente con una revolución.

El modelo expuesto por Pareto, considero que es similar a la situación presentada en los últimos años del Porfiriato en México, donde una elite, los allegados a Díaz, eran quienes ejercían el poder. El sistema porfirista empezó a mostrar una de sus fracturas cuando no permitió el ingreso al poder a una nueva generación de elite, de mexicanos burgueses, quienes procuraban intervenir con plenitud en la política.

Luis Miguel Rionda coloca el año de 1968 como la ruptura de la clase intelectual mexicana con el Estado. Este movimiento terminó con la simbiosis de relaciones que tiene sus antecedentes desde el periodo novohispano.

Ahora parece que el Estado y su poder sigue detentado por pocos grupos, y una elite política. También los grupos nuevos de intelectuales y las nuevas caramillas, hijos de una generación, testigo de un Estado tecnócrata ajeno al pueblo, puede ser la elite que surge de las masas. Los actuales gobiernos necesitan analizar la situación y buscar la forma de permitir el ingreso a nuevos grupos que buscan mayor participación política, tanto teórica, como práctica. Así podrían legitimarse las elites de nuestros tiempos. ■

*Nini egresado de Historia/UAZ
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