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viernes, 26 abril, 2024
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Y cuando había tren de pasajeros

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Por: EDUARDO FRANCISCO RÍOS MARTÍNEZ •

Hace tiempo, mucho tiempo mi familia me llevaba a la estación del tren a ser parte del conglomerado social de zacatecanos a ver su llegada, para mí representaba una escena demasiado difícil de asimilar, la cercanía con la máquina y la gran hilera de carros que le seguían me causaba miedo, un miedo que tenía que silenciar si no quería ser la burla de mis hermanos mayores, el silbato del tren y la persistente actitud del maquinista con su traje de mezclilla, su gorra y su paliacate al cuello los consideraba como hecho a propósito para desequilibrarme.

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Fueron muchas veces las que fuimos porque era un pasatiempo que mis padres consideraban útil para que supiéramos que a través de esa bestia gritona y de estructura de acero se trasladaba a Zacatecas diversos materiales y alimentos, incluidos frutas tropicales, de las cuales gozábamos domingo a domingo al comprarlas en el mercado, después de salir de misa de Catedral que era otra por su gran pila de bautismal y los vitrales que durante bastante tiempo duraron ahí, luego no se qué pasó y desnudaron a la Catedral ¡Sabe!

Una cuestión interesante e importante era que también del tren descendían los pasajeros unos iguales a nosotros y otros con características distintas venían de otras partes de la República, los iguales a nosotros eran los que usaban el tren para ir a sus lugares de origen en el estado, el tren cumplía el papel de arrimar a la gente a lugares distantes que de no ser por este medio no podrían acceder a la capital del país o a Zacatecas.

Con el tiempo, creo que fue la única vez que lo hice con alegría y sin miedo, pues estaba de por medio la llegada de un tío que era militar y estaba destacado en Torreón, la cosa es que se había tenido que ir porque un general le traía ganas, por haberse metido en berenjenales, cosas que a mi corta edad suponía pero no tenía la certeza, en fin la cosa del tren marco mi vida de tal forma que un día, después de haber recibido a mi tío, regresamos y ya no fui con las ganas de antes y para mi destino resulta según me dijeron que empecé a enfermar del sueño y donde quiera que iba con mis padres me dormía, que me picó la mosca del sueño que viajó en las frutas que trajo el tren.

Quien me curó fue el doctor Cabral que vivía frente a Catedral, yo cuando menos el día de hoy no tengo ese problema como enfermedad, lo que me pregunto es cuando quitaron el tren de pasajeros cómo le hace nuestra gente zacatecana para viajar, desde los puntos más recónditos del estado, hoy el tren es un ataúd, una bestia que sólo sirve para transportar mercancía, y no son mercancía los hombres, mujeres y niños que utilizan el tren de carga para ir en busca de un destino.

Hasta qué punto el día de hoy la velocidad con que viaja el tren que pasa por Zacatecas expresa la velocidad de la modernidad que vivimos o a nosotros nos toca la cola de ésta, por más que se busque por medio de noticias de fortalecer la economía estatal con la implantación de empresas extranjeras, el capital tiene localizadas las regiones y espacios que le garantizan altas cuotas de ganancia, no se instalan las grandes empresas en Zacatecas porque no somos espacio propicio para la gran inversión, no hay carreteras modernas.

No estamos más que viviendo la desolación de una etapa aguda de recesión económica que ya empezó a iniciar su ciclo, recuerdo que hace tiempo cuando el país padecía la crisis del 94, los discursos oficiales en Zacatecas, planteaban las cosas en términos que la crisis no pasa por Zacatecas, aquí estamos creciendo económicamente, bien vale la pena ver los periódicos locales de esa época.

Y como siempre ven venir la tormenta y mejor se preparan para el 2015, o soy demasiado mundano.

*Docente-investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas

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