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viernes, 17 mayo, 2024
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Cuando la impunidad domina, la violencia se convierte en atajo para resolver cualquier diferencia

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Por: La Jornada Zacatecas • admin-zenda • Admin •

Una vez más, los zacatecanos nos estremecimos con otra nota roja: la del hombre que prendió fuego a su hermana embarazada. Antes fue el asesinato de un niño, y antes otros casos de la misma índole. Como dice Jesús Silva-Herzog Márquez en su estremecedor ensayo El vaciamiento democrático, que hoy citamos extensamente en nuestro editorial: “Tal vez la historia que se escribe en estos días no es la batalla entre el siglo XXI y el XX, sino es, en realidad, un nuevo capítulo del siglo XIX. La prolongación de la batalla por el Estado.”

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“La carencia de legalidad nos instala en el tiempo preestatal del crimen rutinario y la violencia despiadada. La carencia de ley hace de la corrupción norma, régimen. La violencia es la señal bárbara del gran pendiente de nuestra historia: la legalidad. La falta de un sistema de derecho ya no es solamente el caldo propicio para la corrupción y la arbitrariedad como quizá lo era en tiempos del partido hegemónico. La falta de ley nos ha lanzado a nuestra prehistoria y nos convierte en bárbaros dedicados a la crueldad, náufragos a la intemperie de la violencia. En los últimos lustros hemos contemplado el atroz retorno del siglo XIX.”

“El país ha retrocedido en su lento proceso civilizatorio. México es hoy más inhóspito, más bárbaro, más cruel, de lo que era hace 20 años. Tras 10 años de guerra quedan miles de huérfanos, de viudas, de desplazados. El duelo se ha convertido en experiencia cotidiana. Desde aquel año de 1994 se habla de la política mexicana en clave trágica. ¿Quién escribe este libreto macabro de torturas, cremaciones, desmembramientos, desolladeros y entierros clandestinos? Durante años hemos sido bombardeados por imágenes de la barbarie. El resultado de esa trivialización del salvajismo ha sido insensibilizar al país, habituarlo a la brutalidad, sedar su indignación. Confesiones de niños que matan, fotografías de cuerpos que cuelgan en los puentes. Estampas del horror vistas ya con desdén, relatos de inhumanidad escuchados con hartazgo.”

“Corrupción y violencia se trenzan en el México que inicia el siglo XXI. Abultado listado de tragedias y escándalos en tan sólo tres lustros: migrantes cazados y exterminados, niños asfixiados, bombas en la plaza pública, reiteradas muestras de brutalidad policiaca, exhibición cotidiana de la crueldad, corrupción que ofende y mata. Mientras la clase política se empeña en su discurso de modernidad, el país ha vivido una profunda reversión histórica: un retroceso en el proceso de civilización. Eso, una transición a la barbarie. Mientras más se nos habla de progresos, de reformas para poner a México al día, más ostentoso es nuestro medievalismo. ¿Puede negarse que México es hoy un país más inhóspito, más cruel, más salvaje de lo que era a principios del siglo? Y no es solamente que los poderosos delincuentes de los cárteles hayan podido resistir el embate gubernamental, es que sus crímenes se han convertido en ejemplo, pedagogía. Cuando la impunidad es la lección pública más constante, la violencia se convierte en atajo para resolver cualquier diferencia. A la violencia del crimen organizado hay que agregar ahora una violencia atomizada”.

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