Los recortes que propone el proyecto del Ejecutivo federal tienen a los mexicanos en un suspiro. Los efectos en el funcionamiento del país pronostican tiempo nublado. Pero en Zacatecas la cosa es mucho peor dada la dependencia que tiene el estado del presupuesto federal. Los ingresos propios son tan pequeños que parecen imperceptibles; por ello, la preocupación del proyecto de Peña para 2017 es tan preocupante. Si se hiciera un ejercicio de disminuciones paralelas del proyecto federal y su integración al presupuesto estatal, estaríamos en problemas muy serios. Por ejemplo, a educación el recorte es mayor a 10 por ciento, y como se gasta en nómina 95 por ciento de lo presupuestado, significa que ni la nómina se cubriría en su totalidad. Y en ese supuesto, no habría un peso para inversión en infraestructura educativa ni para el manejo de los programas existentes. El gasto a ciencia y tecnología se cortaría lo doble que a educación y, con ello, Zacatecas dedicaría 16 millones menos a las actividades del Cozcyt. El campo de la entidad recibiría 100 millones menos y así por el estilo lo demás sectores. La afectación propuesta es seria.
Ciertamente el petróleo se vendería un poco a mejor precio dado el precio del dólar a 20 pesos, pero con 15 por ciento adicional de caída en los ingresos generales por ese concepto y el pago del servicio de la deuda (que es en dólares) se pierde esta pequeña ventaja. ¿Se optará por más deuda? El estado de Zacatecas está imposibilitado para eso. ¿Se pueden ampliar los ingresos propios del estado? Poco probable que se logre algo en este rubro en pocos meses. Para el recurso que se requiere para el año que viene, no hay muchas opciones: el gobernador y los legisladores deben lograr un recurso al menos similar al año pasado, de 27 mil millones de pesos totales. Misión nada fácil. De un presupuesto general nacional de 4.8 billones de pesos, ¿se pueden lograr esos 27 mil millones? En las cifras gruesas no se observa imposible, pero al entrar a los repartos específicos y a la lucha intensa que habrá en San Lázaro en las próximas semanas, se ve complicado.
La otra salida es que los legisladores se rebelen contra la lógica de Hacienda, y propongan una nueva política fiscal, lo cual implica que cuestionen los ingresos y apuesten a ciertos impuestos a los grandes capitales para recuperar dinero para el gasto público. Pero es casi imposible dado que significa desechar algunos dogmas de la doctrina neoliberal. Así que lo que parece ser el centro de la acción es lograr el recurso que mencionamos arriba por vía de la negociación con el secretario de Hacienda y en las comisiones legislativas (sobre todo en la que dictamina el Presupuesto) que puedan hacer el reparto del recurso más favorable. Por ello, la pregunta obligada es, ¿hay poder de negociación de los legisladores zacatecanos en esas instancias? Pues hay algunos perfiles que pueden ayudar, pero a la mayoría no se le observan ese tipo de virtudes, además de que son muy pocos y se observa división entre diputados oficiales y los de oposición; en síntesis se muestra debilidad. Así las cosas, el año 2017 no pinta bien en materia financiera.
