Llamamos innovación a la mejora de la capacidad de respuesta ante los retos que tenemos. La ciencia sirve para pensar con rigor e innovar, acercándonos de mejor manera a la realidad, y con ello, conducir la situación actualmente existente con un poco más de tino. Un pensador nos dijo que para mandar a la naturaleza, primero había que obedecerla; es decir, que la realidad se puede orientar, si y sólo sí, se conoce y aprovecha su orden y reglas; así pues, la mejor manera de responder a los problemas que tienen muchos años de existencia en la entidad, es con la innovación.
Sin embargo, la ciencia no basta para construir ecologías innovadoras. Para ello se necesita poner el conocimiento en cierta circunstancia de aplicación. Una de las maneras de construir una ecología innovadora. Es la localización territorial del conocimiento. Así las cosas, no se hace ciencia o aplicación de la misma con lógicas teoréticas, sino cuando se pone a funcionar el pensamiento riguroso en función de las necesidades o retos concretos, y con ello, se plantean las preguntas a situaciones precisas: ¿cómo sustituir el riego rodado en la zona de Miguel Auza?, ¿cómo engendrar más productos agrícolas en menor escala en la franja fértil del estado?, ¿qué hacer para conservar el agua a temperatura adecuada para el cultivo de peces y oxigenarla a bajo costo energético, para la producción acuícola en los Cañones?, ¿qué estructuras organizacionales son las pertinentes para evitar la mortandad de PYMES?, ¿qué forma de escuelas se necesitan en Zacatecas para vincular enseñanza con solución de problemas? Y así por el estilo: preguntas precisas para situaciones concretas se convierten en innovaciones útiles para el desarrollo endógeno del Estado.
La innovación no implica importar tecnología existente que en otros países para imitar lo que allá ocurre. De hecho, esos procesos imitativos son lo contrario a la innovación, sino tonto cultivo de la dependencia. La innovación, para serlo, debe atender una necesidad que busca un medio, y no un medio que fabrica necesidades. Por ello, la base de gestión de la innovación para el desarrollo del estado, es contar con un mapa de necesidades localizadas y estrictamente definidas. La solución es la localización territorial y sectorial del conocimiento. Es usar el saber con el mismo rigor con el que opera la ciencia: tanto-cuanto se requiera. Una estrategia de innovación no es cultivar la ciencia por sí misma, sino hacerlo en acuerdo a un escenario social determinado. En suma, no hay que confundir la innovación para el desarrollo endógeno, con el espectáculo de luces y sonido de centros científicos de pomposos titulares. Esperemos que quienes están al frente del proyecto del Parque Científico y Tecnológico en construcción no pierdan de vista que la auténtica innovación parte de los problemas reales del territorio y genera o aplica el conocimiento que eso-concreto requiere. Debemos aspirar a que se multipliquen las aplicaciones científicas de la ciencia.
