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martes, 7 mayo, 2024
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Pornografía infantil: un tema negado Entrevista con Lydia Cacho

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA • admin-zenda • Admin •

(segunda parte)

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“¡Claro!, traigo todo este bagaje, y luego de leer la síntesis se la mandé a mi agente literario, quien me dijo: ‘¡es genial, es muy bueno, es tu tema!’, de repente dije: ‘¡no puede ser!, ya es una parte integral de cómo veo el mundo’, pero también es el resultado de mi conocimiento adquirido en tantos años de especializarme en este tipo de temas. Y te lo confieso, cuando al fin decidí que iba a escribir un libro juvenil pensé que sería sobre otro tema…”.

¿Temes encasillarte en ciertos temas como periodista?, ¿temes que en algún momento se identifique a Lydia Cacho como la mujer que escribe acerca de la trata o de la pornografía infantil?

“Pues mira, ya ocurre, en las ferias de libros todavía me encuentro a personas que me dicen: ‘leí su libro’, y cuándo les preguntas, ‘¿cuál libro?’, te contestan Los demonios del edén, y me causa un poco de gracia, porque tengo 12 libros”.

Además, si no mal recuerdo, tu anterior libro es también de una temática distinta.

“Sí, cuando publiqué Sexo y amor en tiempos de crisis (Grijalbo 2014) me dio mucha risa, porque estaba en la editorial, a la espera de las entrevistas, y cada que entrababa un periodista me decía: ‘pensé que habían usurpado tu nombre para publicar un libro con este título’, y eso fue muy divertido, justamente porque hice algo inesperado para la gente, y eso fue absolutamente intencional: quería explorar otros registros”.

Algo que sin duda todo buen periodista debe hacer…

“Sin duda, uno de los grandes riesgos cuando eres periodista durante tantos años duda es la autorreferencia, que me parece una de las cosas más espantosas que hay. Por ejemplo, cuando leo a columnistas famosos que empiezan a decir: ‘como yo dije’ o ‘como yo puse’, pienso que es peligroso o que se están autoplagiando sistemáticamente, es un riesgo que todos corremos e intento estar conciente de no hacerlo; tampoco digo que no lo haya hecho, supongo que sí, pero en la medida de lo posible intento no hacerlo”.

Y además, de alguna manera no sólo rompes con tus registros, sino que te rompes a ti misma.

“¡Claro!, es como revisarme a mí, decirme: ‘a ver, ¿cómo vivo la vida adulta ahora, estos años por los que estoy pasando?’, por ejemplo, todo el tema de la menopausia lo asimilo súper bien, a mí me ha caído estupendamente la edad”.

Que tal vez de ahí podría salir proximamente otro libro.

“¡A lo mejor!, pero el de Sexo y amor en tiempos de crisis también tiene que ver con esta reflexión de decir ‘yo lo estoy viviendo bien’, porque conozco a hombres y mujeres que la están pasando fatal en todos los sentidos, en el emocional, en sus carreras, en su vida sexual, en su vida afectiva… fue como me llamó la atención el tema y decidí entrevistar a más de 100 hombres y luego entrecruzar las historias, y pues es un libro de divulgación científica”.

Parecería que en algún momento hay mucha confianza en En busca de Kayla hacia la autoridad como institución; me refiero a que tú has tenido muchos “problemas”, incomodidades de parte de las autoridades, y que en este libro en específico le otorgas a esa misma autoridad otro enfoque, incluso parecería que no se trata de la autoridad de este país; sin embargo, en otra de las lecturas que se puede hacer del libro, parecería que esa autoridad que tú nos planteas es la que logra el personaje principal, Miriam, una autoridad colectiva que va a buscar a Kayla, independientemente del choque que más adelante hay entre las dos autoridades, digamos la institucional y la que conforman este grupo de niños; de hecho, los mismos policías se sabotean cuando les confiesan que no tienen tanta información respecto a la niña que se está buscando, me parece que ese es uno de los puntos más importantes de este libro, además del público al que va dirigido, porque habla de lo que eres tú como autora, de lo que traes atrás de ti a tus 52 años, de tu relación con las instituciones, sobre todo, y de tu relación con la autoridad.

“¡Eres el primer periodista que se da cuenta de eso!, mira, a lo largo de todo estos años, con las investigaciones que he hecho, sobre todo cuando escribí Esclavas del poder (Debate 2010), entrevisté a ciberpolicías de todo el mundo, desde los británicos, que realmente son increíbles, hasta los españoles, que también están haciendo un trabajo súper interesante… y aquí me sorprendió mucho descubrir a los ciberpolicías, en especial a los de la Ciudad de México y los de Veracruz, por ejemplo, ya que empezaron a hacer un trabajo interesante contra la pornografía infantil; de hecho, una de las primeras grandes redes detectadas por ciberpolicías se logró gracias a un trabajo conjunto entre estas dos ciberpolicías, el famosísimo caso de ‘El Lobo Siberiano’…”.

Lydia se refiere a un caso en específico de la Policía Cibernética de la PGJDF, quien en 2010 detectó una red de pornografía infantil identificada como “Mundo PTHC”, con operaciones en siete estados de la República y cuyo principal proveedor y distribuidor de la pornografía infantil era el usuario que utilizaba el nombre de “Lobo Siberiano”, y cuya averiguación previa CUH-6/T2/0330/09-03, señala que “con el fin de satisfacer sus inclinaciones parafílicas, almacenó y distribuyó a través de los recursos en Internet (chat, correo electrónico, fotografías, videos y foros) material en el que se apreciaba cómo inducían y obligaban a personas menores de dieciocho años de edad a realizar actos sexuales reales explícitos o de exhibicionismo corporal, con fines lascivos y/o sexuales reales o simulados, posteriomente fue identificado como el sacerdote Rafael Muñiz López, párroco de la Parroquia de San Pedro Apóstol en Xalapa, Veracruz”.

“Y luego también está la policía federal, que tiene una ciberpolicía muy, muy pequeñita, con muy buen equipo tecnológico y técnico, pero son un puñado de personas haciendo un trabajo monumental donde no hay ni siquiera los recursos para llegar a una investigación como debe ser…”.

Y qué hay de la parte legislativa…

“Fíjate que ya hay varias leyes que permiten que la ciberpolicía persiga los delitos de usurpación de identidad, que tiene que ver con todo el tema de los robos financieros a través del ciberespacio. Hay varias leyes que ya son aplicables, lo que pasa es que la ciberpolicía está muy subestimada en México. Y el papel que juegan como personaje colectivo Miriam y su equipo en En busca de Kayla también es representativo de un colectivo de la sociedad civil organizada en México, porque es una metáfora: esta ingenuidad de la niña con sus amigos y que al mismo tiempo es una convicción profunda, es un reflejo de lo que ocurre con la sociedad civil organizada, con periodistas unidos, con activistas contra las desapariciones. La gente está intentando trabajar con la autoridad y le está llevando información, y a veces funciona y a veces no. En gran medida la autoridad, por ejemplo la PGR, es absolutamente resistente a que la sociedad colabore con ellos, pero te das cuenta que en ciertos casos, por ejemplo en la fiscalía contra la trata, que es un equipo nuevamente muy pequeño, con muy pocos recursos, pero cuando las madres o los padres llegan con casos de sus hijas y les llevan información actúa mucho más rápido…”.

Que es como la gran moraleja del libro: la sociedad civil puede y debe actuar en conjunto con las autoridades, ya sea mediante la denuncia, ya sea proporcionando información…

“¡Exacto!, ese es el mundo ideal en todas las sociedades…”.

Y también el no permanecer inmóvil, porque justo lo que hace Miriam es convocar a los amigos incluso cuando sus padres dudan de sus resultados. Sus amigos se valen de sus propios recursos, que sería como una de las lecciones más importantes de En busca de Kayla, una lección para (no lo quiero decir así) los “adultos”. Lydia, vamos al tema de la pornografía infantil, a mí, por ejemplo, me llama la atención porque es difícil no sólo investigarlo, describirlo, por lo duro del tema; si esto ya en sí es complicado, a mí me resulta aún más difícil trasmitirlo a los jóvenes, ¿cómo lo consigues?, porque supongo que material de investigación tenías como para sacar un libro de 400 páginas, ¿cómo manejas el lenguaje para que sea acorde con el de los jóvenes?

“Tiene que ver con la forma de comunicarlo, con mucho realismo, con hacer un retrato fotográfico en lugar de una narrativa de la agonía”.

¿Qué te vino a la mente a la hora en que escribías En busca de Kayla?

“Dije ‘tiene que quedar así porque es como un flash’, es decir, esto es lo que ocurre, y representa un suceso que he documentado en los últimos años en la organización que fundé en Cancún”.

Cuéntame más de CIAM…

“Hicimos una campaña que se llama ‘Yo no estoy en venta’ con niños, niñas y adolescentes, y acabamos capacitando a ocho mil estudiantes de secundaria y de prepa. Nos llamó mucho la atención, porque les aplicamos cuestionarios en todas las escuelas y más del 32% conocían a alguna víctima de trata o alguien que se había dedicado a la trata, es decir, por ejemplo, alguien conoció a un taxista que se robaba niñas, en fin… cuando tú ves esos datos, que te están aportando los niños y niñas de secundaria, dices ‘aquí está pasando algo’; primero, las personas adultas no les están preguntando a ellos y a ellas qué pasa y qué entienden y qué saben respecto al tema, y por otro lado no les estamos ayudando a procesar una información que les causa tanto miedo, inseguridad e invunerabilidad; por otro lado, y ha sido la pregunta constante, quiénes y qué tan seguido ven pornografía infantil: las niñas y niños entre tres y 15 años de este país ven al menos dos veces a la semana pornografía infantil…”.

¿Qué crees tú que nos haga falta por esa parte?

“Yo creo que el primer paso es reconocer el problema. La pornografía infantil nos dice no solamente que existe, sino que se ha amplificado y que se reproduce mucho más de lo que nos quisieramos imaginar a causa de la industria del sexo comercial que la impulsa y la circula, y a causa de que los niños y las niñas, ya cercanos a una sexualidad mucho más abierta, quieren ver cómo es el sexo, y a que actualmente tienen las herramientas para acceder a ella, lo que es el celular, la tablet, internet en casa, en un cibercafé, donde quieras; los papás y las mamás no quieren hablar de la pornografía infantil porque no saben ni cómo hacerlo y están aterrorizados, y la otra es que si tú tienes 12 o 13 años y te dicen en la escuela que tienes que aprender sobre la equidad de género… entonces escribes ‘sexo masculino’ en cualquier buscador de internet y lo primero que te va a arrojar es una página pornográfica, suponiendo, como en la mayoría de los hogares mexicanos, que no tengan el control para los accesos a internet”.

¿Qué más te dicen los niños y las niñas?

“Que a ellos no les interesa ver a adultos teniendo sexo… dicen ‘¡guácala!’, es como ver a sus papás; quieren ver a gente de su edad, quieren saber cómo se hace… es un tema que  se debe poner sobre la mesa”.

Pero ahora que me comentas esto me parece que también podría resultar un tema educativo, porque a los niños y niñas les está resultando así, es decir, no es un tema que ellos busquen por morbo, sino para orientarse sexualmente.

“¡Por supuesto!, la diferencia es si el niño o la niña cae en un canal donde hay chavitos adolescentes que tienen sexo, a lo mejor eso no es tan grave, pero si cae en una página donde están estos tipos de la industria, adultos que tienen sexo con niños y niñas, y que incluso llegan a tener páginas de Facebook, lo pasan en Twitter, se anuncian en todas las redes sociales, ¿qué sucede con esto?, sí, es muy traumático para las niñas y los niños ver lo que en realidad son violaciones… esto está en todos lados, ¿qué vamos a hacer?, ¿vamos a imponer estas leyes que son de una censura absoluta, radicales?, ¡no va a funcionar!”.

Y es una discusión que actualmente se está dando en todo el mundo…

“Sí, por un lado están los expertos, los que están a favor de la libertad de expresión, libertad de información, que dicen que tienes que dejar libre al ciberespacio; por otro tienes a expertos que te dicen no, pero ¿cómo regulas el contenido sin censurar?, y también están las redes de delincuencia organizada y los tratantes para promover la normalización de la industria del sexo comercial entre personas adultas y menores. Hay países, como Noruega o Finlandia donde se ha estado discutiendo si se legaliza la explotación sexual infantil, es decir, que un adulto pueda tener sexo con una niña o con un niño de 13 años, por ejemplo; incluso en Holanda hay un partido político que promueve la pedofilia”.

Lydia se refiere al Partido de la Caridad, la Libertad y la Diversidad, el cual fue fundado en Holanda en 2006 y cuyos miembros son activistas en materia de pedofilia y abogan por la aceptación social de la atracción “romántica” de los adultos hacia los niños, así como por cambios en materia legislativa.

¿Esto qué te dice?, que hay una realidad ahí que nosotros nos empeñamos en negar sistemáticamente y este libro pretende por lo menos ayudar a que esta realidad se discuta de una manera más abierta y más realista.

Por último, Lydia, hablamos de México, ¿cómo lo ves actualmente?

“Yo creo que estamos en una crisis, no sólo la que ya conocemos, económica, política, sino que hay una crisis emocional; creo que hay un desgaste moral que va a ser el más difícil de sobrepasar, porque no solamente está desgastada la sociedad en general sino los grupos cívicos en particular, y la propia prensa: nos están achicando en todas partes, nos persiguen, nos acosan, a algunos colegas los han asesinado, estamos en una crisis bien difícil y necesitamos detenernos a respirar…”.

¿Crees en la esperanza, cuál sería?

“El poder que tiene la sociedad civil no sólo para rebelarse sino para lograr comunicarse y conseguir llevar al gobierno a personas con mucho más integridad”. ■

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